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Joaquín Dicenta: el drama social sube a las tablas

CENTENARIO DEL FALLECIMIENTO DE JOAQUÍN DICENTA

Joaquín Dicenta: el drama social sube a las tablas

 

PERICO: (leyendo en voz alta el periódico y deletreando al leer)

“No es posible soportar en silencio la conducta de un gobierno que así viola los sacratísimos derechos del ciudadano. Hora es ya de que el noble pueblo español proteste de tan inicuos atentados y que salga en defensa de la libertad y de la patria”… “(A Ignacio) ¡Hay que echarse a la calle y acabar con el hato de granujas que nos oprimen!”

(Juan José, 1895, I, I)

 

 

Hoy (21 de febrero de 2017) la Biblioteca de Filosofía y Letras quiere recordar el centenario de la muerte de  Joaquín Dicenta y acercarnos a su obra.

Aunque nacido accidentalmente en Calatayud, se puede considerar como un autor alicantino por sus vínculos familiares y por pasar buena parte de su infancia en Alicante, donde estudió en el colegio San José siendo compañero de Rafael Altamira y Carlos Arniches y adonde volvería, ya enfermo, para fallecer.

Joaquín Dicenta cultivó todos los géneros como autor. Aparte de colaborar en la prensa durante toda su trayectoria biográfica, escribió novelas cortas, obras teatrales y poesías. Su carácter contrario a cualquier convencionalismo moral y burgués y su creatividad van a la par que una vida bohemia y una ideología con una importante base social que se reflejará en el conjunto de su creación.

La trayectoria del autor coincide con la Restauración. De sus posiciones ideológicas y políticas nos dan cuenta sus contribuciones en periódicos satíricos como La Piqueta, El Motín, La Avispa, La Opinión, La Lucha y El Radical. En 1895, funda La Democracia social, que sería el germen de la redacción de la revista Germinal. En la misma –dirigida por Joaquín Dicenta durante su primera etapa- participarán los autores del 98, a excepción de Unamuno y Azorín. El alicantino coincidirá con ellos más adelante en Alma Española. También formó parte de la redacción de El País, diario del Partido Republicano Socialista.

Cercano al regeneracionismo de Joaquín Costa, Joaquín Dicenta defendió la necesidad de la educación y la justicia social. Asimismo, compartió con Francisco Giner de los Ríos los planes de reforma educativa. Como concejal de Madrid, elabora el Informe sobre la reorganización de la Enseñanza Municipal (1910), en el que expone la triste situación de la capital con más de la mitad de la infancia sin escolarizar y unas dependencias obsoletas donde se seguían unos métodos anacrónicos. El concejal propone una serie de reformas urgentes: creación de centros, obligatoriedad de la escolarización, educación de los padres, renovación pedagógica, etc.

No obstante, la verdadera revolución de Joaquín Dicenta se da en el teatro. Según Jaime Mas, el autor alicantino representa un cambio revolucionario «tanto por su temática –la cuestión social- como por la forma, cambiando los planteamientos escénicos que Echegaray imponía».

Los comienzos del dramaturgo se inscriben en el Romanticismo, pero transforma la escena con el estreno de Juan José (1895). Desde la revolución de 1868, el realismo y el naturalismo se afianzaron en la novela y hubo un incipiente realismo en el teatro, pero lejos de la denuncia social. Los dramas de Tamayo y Baus, López de Ayala y Ventura de la Vega son burgueses y centrados en un análisis psicológico de los personajes. El único precursor de Joaquín Dicenta es Enrique Gaspar (1842-1902), que es el pionero del teatro social y coincide en el tiempo con la hegemonía de José Echegaray, bajo cuya influencia neorromántica el alicantino escribió sus primeras obras.

El estreno de Juan José en el madrileño teatro de la Comedia supone un cambio cualitativo. La escena cambia el salón por la taberna y la cárcel. Los personajes son jornaleros, jugadores de cartas y mujeres amancebadas. Se inicia el drama con la dificultosa lectura de un periódico por un jornalero medio analfabeto. La denuncia se sirve de una historia de celos entre Juan José, Rosa y el capataz de la fábrica donde trabajan. Esta historia al uso le permite hacer una denuncia social acerca de la situación de los jornaleros y mostrar así la lucha de clases, el analfabetismo y la miseria. Alejado de maniqueísmos, Joaquín Dicenta descubre la realidad proletaria y el enfrentamiento de la misma con la burguesía. El estreno coincide con la aparición de los movimientos obreros. Juan José lleva esta circunstancia a la escena de tal manera que durante décadas y en toda España será la obra representada con motivo del 1º de mayo.

El drama fue un éxito clamoroso contra todo pronóstico y las continuas representaciones permitieron a Joaquín Dicenta formar parte destacada de la Sociedad de Autores Españoles junto al también alicantino Ruperto Chapí. Su trabajo en esta entidad posibilitó una notable mejora de las condiciones laborales y económicas de los autores, tanto literarios como teatrales y musicales.

Véase:

Jaime Mas, Vida, teatro y mito de Joaquín Dicenta, Alicante, Instituto de Estudios Alicantinos, 1978.

___ Int. a Joaquín Dicenta, Juan José, Madrid, Cátedra, 1982.

 


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… la justicia, no es solo cuestión de fondo. Sobre todo, es cuestión de forma. Así que no respetar las formas de la justicia es lo mismo que no respetar la justicia. Lo comprende, ¿verdad? -Melchor no dice nada; el subinspector esboza una sonrisa tolerante-. Bueno, ya lo comprenderá. Pero acuérdese de lo que le digo, Marín: la justicia absoluta puede ser la más absoluta de las injusticias.

Terra alta / Javier Cercas

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