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Crónica del primer curso en Alicante de Diego Espinosa Roca, 5º Dan (2ª parte)

“Herir a un oponente es herirte a ti mismo. El Arte de la Paz es controlar la agresión sin producir daños”
Morihei Ueshiba

Diego Sensei citó el libro “El Arte de la Paz”, una compilación de citas y conferencias de O Sensei, como una de las fuentes de las que debemos beber si queremos entender algún día el Aikido del Fundador. La cita que abre esta entrada es precisamente de este libro. Diego Sensei comentó algunos de los pensamientos de Osensei que corren el peligro de caer en el olvido si no hacemos este ejercicio de volver una y otra vez al origen del Aikido:

  • Nada contra el oponente compañero
  • No pensar en el adversario compañero
  • Atraer al atacante compañero
  • Guiar al enemigo compañero

Hablo escribo de memoria, de modo que no te tomes mis palabras como una transcripción, sólo son reflejo de lo que yo soy capaz de recordar —y ya sabes que la memoria es traicionera—. Me han llamado la atención estas cuatro frases porque se pueden relacionar con los principios del Aikido del Kumano Juku Dojo:

  • No pongas guardia
  • No mires a los ojos
  • Empezar primero
  • Trabaja sin aberturas

Permíteme que te explique cómo entiendo yo estos cuatro principios:

  1. No pongas guardia: mantente en calma y sin mostrar enfrentamiento; no quieres pelear ni hacerle daño a tu oponente, deseas que no te ataque, por lo que no le das nada a lo que enfrentarse. También tiene la ventaja de que puedes adoptar una guardia en movimiento sin preocuparte de por qué lado te atacan.
  2. No mires a los ojos: podrías quedar atrapado por la energía de tu adversario —por ejemplo me han contado que atacar a Tamura y mirarle a los ojos era sinónimo de quedarte sin fuerza en las piernas—, y también es incitar al ataque (mirar a los ojos directamente es lanzar un reto en todas las culturas que conozco). Es una manera de concentrarte en tu movimiento, en tu técnica y no en tu atacante ni en su energía. También permite tener una visión amplia del escenario y estar preparado para varios ataques simultáneos.
  3. Empezar primero: cuando tu enemigo se acerca a tu círculo de seguridad y sientes su intención de atacar, tomas la iniciativa y le atraes hacia donde tú quieres, a ese espacio donde le estás esperando con tu mejor técnica energía. Si le esperas de forma pasiva, él tendrá la iniciativa y tienes grandes posibilidades de recibir un golpe. Si empiezas primero, cuando quiere atacarte ya no estás allí y puedes resolver el conflicto de manera pacífica y sin hacerle daño. Eso es atraer y guiar al compañero, se trata de la única posibilidad de reconciliarte y de convertir a un enemigo en amigo. Recuerda que el Aikido es el Arte/Budo de la Paz/Amor.
  4. Trabajar sin aberturas: este principio es bastante obvio, no puedes trabajar de manera que tu adversario pueda retomar la iniciativa y golpearte. Debes mantener en todo momento la distancia y el control de la situación, jutno con el tempo (timing), la postura y la actitud correctas. Sólo practicando sin aberturas puedes olvidarte de tu atacante y tener una mirada amplia por si hay otro adversario esperando su momento.

Diego Sensei dedicó bastante tiempo a explicar estos conceptos de manera sublime y entretenida, en este curso hizo hincapié en el principio de empezar primero, explicando detalladamente cómo hacerlo en cada ataque (hasta ahora sólo sabía hacerlo con shomen uchi y con Katadori men uchi). Especialmente difícil el trabajo de jukumen… tenemos deberes para practicar meses.

Termino la segunda parte de la crónica con la cita de Hikitsuchi Sensei que estudiamos a final del curso, porque resume todo lo anterior:

“Si cambias de postura, cambiarás de actitud.
Si cambias de actitud, algo en tu interior va a cambiar.
Si algo en tu interior cambia, toda tu vida va a cambiar.
Si tu vida cambia, todo tu destino va a cambiar”
Michio Ikitsuchi

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Crónica del primer curso en Alicante de Diego Espinosa Roca, 5º Dan

Algo ha cambiado.

Supongo que es lo natural: pasa el tiempo, entrenas y entrenas, viajas y aprendes, compartes y te enriqueces, te equivocas y mejoras. Creo que es lo que le ha pasado a Diego Sensei (5º Dan a punto de ascender a 6º Dan), y quizás en menor medida, lo que me está pasando a mí.

El curso de este pasado fin de semana ha sido extraño —en el buen sentido— por dos razones: por la sensación de haber aprendido mucho más que en los anteriores cursos con Diego y porque se ha pasado volando, cuando normalmente se hace algo largo y cansado por las muchas horas de entrenamiento (rodillas peladas, pesadez en las piernas, etc.).

Estoy seguro de que el mérito es al 90% de Diego Espinosa, nosotros seguimos siendo unos patosos aprendices, realmente nos falta mucho trabajo por hacer, mucho por pulir, mucho por avanzar. Tengo la sospecha de que en su último viaje a Japón pasó algo especial, y también tengo la sensación de que todo empezó en el curso de Isimoto Sensei en Madrid y Mallorca. Realmente hay algo especial en Shingu y en sus maestros, no me cabe la menor duda.

Lo que ha hecho Diego en este curso creo que en realidad es muy sencillo: nos ha enseñado el siguiente paso, el objetivo, lo que ocurrirá cuando completemos la segunda fase de nuestro viaje. Hace más de una década que empezamos a entrenar con Charly Sensei, a quien mando un abrazo especial desde aquí (sé que me lee desde Vietnam, Google Analytics no engaña); él nos inculcó su admiración por Hikitsuchi Sensei (10º Dan) y por el Kumano Juku Dojo, él nos dejó la base técnica y nos llevó a muchos a completar la primera fase del camino: el primer Dan. Ahora tenemos que pulir la técnica —aún tenemos lagunas lógicas, debido a los años sin la supervisión de Charly Sensei—, eliminar la fuerza bruta de la ecuación (cuando le atacabas nunca sentías fuerza bruta, a pesar de lo energético que resultaban sus movimientos) y trabajar más con la energía, presencia y actitud propias de los maestros de Shingu.

En definitiva, un gran curso, un gran Sensei, una gran escuela. En la próxima entrada os resumiré lo aprendido en el curso. Un saludo,

Daniel