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Lo que he aprendido en 2014

2104 ha sido un año de Aikido intenso, interesante, definitivo. Estamos entrenando en San Blas, en el Dojo de Isabel Fernández (campeona de europa, del mundo y olímpica), tres mediodías a la semana. Si a eso le sumas numerosos cursos con Senseis alucinantes y más de 12 años de práctica el resultado es que comienzas a entender algunas cosas.

Soy bastante malo y patoso practicando Aikido, pero tengo la misma ilusión (o más) que cuando empezaba en febrero de 2002. Aprendo muy lento y sigo repitiendo los mismos errores una y otra vez, a pesar de saber cuáles son y de las correcciones de Diego Sensei y Fernando Sensei. Pero eso no quita que haya aprendido… y que me apetezca compartirlo en el blog:

  1.  Los principios son una cosa y las técnicas otra. En el Kumano Juku Dojo tenemos 4 principios irrenunciables: no poner guardias, empezar primero, no mirar a los ojos y no tener aberturas. En 2014 me he dado cuenta de que hay diferentes formas/técnicas que son capaces de cumplir estos principios y que no pasa absolutamente nada si los cada maestro de nuestra escuela tiene una forma distinta de hacer cada técnica. De hecho he empezado a ver detalles nuevos en los vídeos de Hikitsuchi Sensei que en los que no había reparado antes: no hace dos veces la misma técnica, lo mismo hace un movimiento circular que uno más recto. Sus alumnos, que no han llegado todavía donde él llegó, practican o circular o recto, pero mantienen los principios que nos transmitió. Sin embargo solemos discutir en términos “se hace recto” o “se hace circular” y sospecho que aún no hemos entendido lo que nos quisieron decir. Al menos yo. Las discusiones como ésta pueden acabar incluso en grupos enfrentados y separados, una actitud muy poco aikidoca porque no resuelve el problema, no redirige, nadie pivota ni cambia de sentido, ambas partes salen heridas…
  2. No es la técnica es el objetivo. Al principio me fijaba mucho en las formas o en la parte visible de las técnicas. Hasta me permitía el lujo de juzgarlas y decidir qué estaba bien y qué estaba mal. Hacer eso sin saber el objetivo que se persigue con cada técnica es, en mi opinión (y como mínimo), pretencioso; este año me he dado cuenta de que la técnica es una herramienta para conseguir algo y que suele haber diferentes caminos para lograrlo. Por eso hay técnicas distintas y maestros distintos, no una sola técnica correcta y un solo maestro bueno. Antes de conocer a Anno Sensei, Ishimoto Sensei, Hine Sensei, Togawa Sensei o Diego Sensei mi objetivo era tirar al contrario, derrotarlo. Más adelante recibí varias técnicas de estos fenómenos (excepto de Hine al que he visto en acción pero no he podido sentir piel con piel) y recibí información extraña para mí y una sensación nueva: me levantaba del tatami con ganas de más. En 2014 han pasado cosas bastante desagradables en las que he aprendido más que en las situaciones más cómodas; también me he reconciliado con los Aikidos que me gustan menos al darme cuenta que sus objetivos eran distintos a los míos. Hasta ahora estaba en el Kumano Juku España porque mi primer maesto aprendió con Hikitsuchi y luego porque encontramos a Diego Sensei pero ahora he sintonizado con los objetivos y los principios de nuestra escuela y lo tengo más claro que nunca.
  3. Esto del Aikido no va de tirar a la gente al suelo de manera elegante. Una situación real no se parece ni de lejos a lo que hacemos en una clase de Aikido; tampoco vivimos en un mundo donde nos tengamos que jugar la vida semana sí semana no como les pasaba a los samuráis. Pero diariamente nos enfrentamos a agresiones psicológicas que requieren de una actitud especial para poder superarlas: insultos, jugarretas, trampas, mentiras, abusos y robos sin violencia (me refiero a los impuestos, comisiones y abusos con los contratos por parte de las grandes empresas). Es en estas situaciones donde yo veo que el Aikido puede ayudarnos porque te fuerza a centrarte en tu respuesta a la agresión, a no mostrarte violento (no poner guardias), a anticiparte al problema y robar la iniciativa (empezar primero), no caer en las provocaciones o gastar energía vigilando al otro (no mirar a los ojos) y siempre evitando que nos hagan daño (no tener aberturas). Si a eso le sumas otro quinto principio, cosecha de Diego Sensei, redondeamos la jugada: proteger al adversario, evitar que se haga daño, intentar que se dé cuenta de su error, lograr que caiga un enemigo y se levante un amigo.

Estos tres conceptos clave me han ayudado a centrarme más en el sentimiento que se proyecta al hacer la técnica que en la forma de la técnica. De nada me sirve tener una técnica maravillosa si dentro y fuera del tatami proyecto una energía negativa o no aplico el Aikido en mi vida cotidiana. Prefiero tener una técnica mediocre y ayudar a que el clima de la clase sea maravilloso, a los compañeros a sentirse bien, a equilibrar nuestra energía y sentir esa paz interior que hemos notado en algunos maravillosos momentos.

Esta es la cara que se me quedó después de mi primer Misogi, e intento recuperarla en cada clase
Esta es la cara que se me quedó después de mi primer Misogi, e intento recuperarla en cada clase

Quiero acabar cada clase con armonía (AI) energética (KI) y que ese equilibrio se extienda a mi vida cotidiana que porque el Aikido es un camino (DO) y no un conjunto de técnicas (JUTSU). Quiero seguir estudiando y aprendiendo El arte de la paz (para mí el mejor libro para entender el Aikido junto con Journey to the Heart of Aikido). Y quiero seguir entrenando con personas tan geniales como las que he tenido el privilegio de conocer gracias al Aikido.

2 replies on “Lo que he aprendido en 2014”

Estás haciendo un gran camino, compañero. Me encantan las reflexiones descritas en este artículo, en algunas de ellas puedo decir que estaba presente, sin embargo a mí aún me queda mucho para alcanzar el punto del camino en el que tú te encuentras.

¡Gracias por compartirlo con nosotros!

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