La psicomedicación infantil

Cuando se tiene delante a un niño, se tiene a un alumno al que hay que formar, a un hijo al que hay que educar, dar felicidad y preparar para estar integrado en la sociedad, a un paciente al que hay que saber tratar, a una persona aunque tenga dos meses o cinco años.  No se tiene a una molestia, un estorbo, un fracaso paterno o materno o médico, un monstruo o un bicho.

Hay discapacidades físicas o psíquicas que por su gravedad pueden requerir medicación. Pero hay una gran parte de discapacidades que no requieren ningún tipo de medicación aunque sí una atención especial por parte de los profesores, padres y médicos, una tabla de hábitos y rutinas que hay que hacer cumplir a rajatabla, una investigación médica, social y psicológica con una inversión y un gran trabajo que los políticos no están dispuestos ni a pagar ni a realizar porque lo que les conviene es tener contentas a las multinacionales y las farmacéuticas se hacen de oro vendiendo psicomedicamentos que están carísimos.

Así que cuando se presenta un alumno rebelde, un niño con un trastorno que posiblemente no tenga más  tratamiento que un cambio de hábitos, es más sencillo medicarlo y arruinar la vida de un niño que puede estar dependiendo de por vida de esa medicación sin necesitarlo.

Si bien puede ser que los padres necesiten trabajar, pueden pagar a un psicólogo o a una persona capacitada para que cuide de sus hijos y realice ese trabajo que ellos no pueden hacer.

Es preciso:

1.- Un diagnóstico completo a tiempo. El niño no sólo posee una discapacidad. Puede poseer capacidades que, bien empleadas, le ayuden a solventar – no eliminar – la discapacidad y encontrar soluciones positivas y factibles.

2.- Un asimilar que el alumno posee tanto la discapacidad como las otras capacidades. Engañarse no sirve de nada y sí el ponerse manos a la obra en cuanto antes.

3.- Orientación psicológica – los colegios tienen psicólogos, hay una unidad de salud mental infantil y pueden orientar gratuitamente  y a los psicólogos escolares, que trabajen que para eso les pagan –  y una programación para los padres y los niños.

4.- Todas las personas que rodeen al niño – o al adulto – han de seguir la programación. No son válidas, con estos niños, las ideas de “los abuelos malcrían y los padres crían” o tópicos similares. Si el psicólogo ha puesto unas normas y los padres las siguen,  el resto de la familia y allegados que deseen implicarse también. Ante cualquier variación o duda, psicólogos y pediatras están ahí para algo.

5.- Intentar observar al niño y escucharle, preguntando. No quedarse en la apariencia. Si se enfada, observar por qué y si ríe también. Ellos adquieren rutinas por sí mismos que a veces se convierten en vicios.

6.- En el colegio, además del PT, adaptaciones curriculares realistas y un educador o más porque son esenciales para estos niños. Ellos ayudarán a que adquieran en clase unas normas y rutinas adecuadas y que estos niños no sean conflictivos.

7.- Actividades extraescolares, contacto con la naturaleza y con animales, todo lo que se pueda.

http://www.migueljara.com/2011/06/28/los-ninos-a-los-que-les-cuestan-las-mates-y-acaban-medicados/

http://yoamoaalguiencontdah.blogspot.com/2011/07/los-ninos-los-que-les-cuestan-las-mates.html

Dejo los enlaces de los blogs donde se tratan estos temas.

 


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