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Reflexiones estivales a bote pronto #FindelaCita

Bueno pues el mes de agosto se ha acabado y por tanto doy por finalizadas las reflexiones estivales a bote pronto. Finalmente han sido trece (¡bonito número!), más la primera y esta última:

Tras estas reflexiones rápidas tengo todo un año para convertirlas en material académico (charla, artículo…). Pero retomando las palabras de Taleb en el libro El Cisne Negro, los trabajos académicos “son de lectura rematadamente aburrida, pues casi todos los artículos académicos se hacen para aburrir, impresionar, obtener credibilidad, intimidar incluso, o presentarse en encuentros y congresos, pero no para ser leídos salvo por crédulos (o detractores) o, peor aún, por estudiantes de posgrado.”

De momento aquí está la frescura de las reflexiones estivales a bote pronto. Lo otro ya se verá.

Agosto 2013
Reflexiones estivales a bote pronto
#FindelaCita

Escarmentar de la experiencia

Esta es mi (pen)última entrada de este mes de agosto, y por tanto será una especie de reflexión final, que recoja e integre todas las ideas plasmadas en las entradas de este mes.

Escarmentar de la experiencia es el título que le puse al apartado de conclusiones del artículo “La tecnología como motor de la innovación educativa. Estrategia y política institucional de la Universidad de Alicante” ya que cuando lo estaba escribiendo oía la canción de Antonio Flores “No dudaría”. Hay quien a las conclusiones finales les llama “lecciones aprendidas”. A mi me gustó el término “escarmentar de la experiencia” ya que de alguna manera da a entender que deberíamos aprender de los errores, nuestros y de los demás, para no volver a cometerlos. Así que he decidido retomar este título y ponérselo a esta entrada resumen de las reflexiones estivales a bote pronto 2013.

La profesión de profesor se puede (y se debe aprender), pero también hay mucho de actitud, de forma de entender la educación, de saber cómo aprendemos las personas, para de esta manera buscar la mejor manera de enseñar. Hay que tener en cuenta que cada persona tenemos un estilo de aprendizaje, unos somos más visuales, otros más textuales, y además existen distintas dimensiones de la inteligencia (la cognitiva, la emocional, la intuitiva, la espacial…), que aunque debemos cuidarlas todas, cada persona tiene más desarrollada unas que otras. Además, bien concebida y diseñada, la enseñanza es una labor muy gratificante, tanto para el que enseña como para el que aprende, ya que al aprender nuestro cerebro nos recompensa, porque somos “homo sapiens” y lo llevamos en nuestros genes. Pero lo más triste del caso es que todo esto se sabe desde hace mucho tiempo. Hay distintas corrientes pedagógicas, metodologías desarrolladas, estudios sobre educación, que es conveniente que conozcamos los profesores para aprender de ellos al desarrollar nuestra labor. Pero lo bueno es que ahora gracias a las tecnologías de la información es más fácil llevar al aula estas teorías. Hacer realidad una enseñanza más personalizada y autónoma. Existen ecosistemas tecnológicos de aprendizaje, que integran distintas herramientas y plataformas que nos pueden ayudar al profesor en la labor de enseñar y a todos en el objetivo de aprender. Podemos además recoger todos los datos que generan estas herramientas tecnológicas y mediante técnicas de inteligencia artificial sacar información relevante que nos permita reconducir el proceso de aprendizaje, sin tener que esperar a la evaluación final, cuando ya poco se puede hacer. Disponemos de gran cantidad de recursos educativos digitales en abierto. De forma que el papel del profesor debe ir cambiando para no limitarse a la transmisión del conocimiento y ser más un director del proceso de aprendizaje del propio alumno, que al fin y al cabo es él el que debe aprender (no lo podemos hacer los profesores en su lugar). Y lo mejor del caso, para mi, es que estamos transitando un territorio inexplorado, con lo bueno y lo malo que tiene, pero que para la persona que tiene iniciativa, le gusta experimentar con cosas nuevas, que no le tiene miedo a la tecnología, pero que sí que tiene muy claros los principios educativos, son momentos muy apasionantes. Nuestros jóvenes son lo mejor que tenemos, el valor más preciado y por ello tenemos que invertir (no solamente dinero) en ellos.

¡Con la educación no se juega!

Innovación educativa de frontera

Este título tiene doble sentido. Por un lado la acepción frontera como de ciencia en el límite del conocimiento. Por otro lado la acepción de frontera como lugar de transición a tierras inexploradas, tipo salvaje oeste americano. Voy a explicar cómo se me ha ocurrido esto.

Hoy me he comprometido con mi hijo Diego en llevarle a ver la película “El Llanero Solitario”. Y ello me ha hecho pensar en la entrada que ahora voy a escribir. Mi generación crecimos con las películas del oeste y jugando a indios y vaqueros. Una de las series de esa época y temática fue la del llanero solitario, personaje que, junto a su inseparable compañero el indio Toro, cabalgaba a lomos Silver, su caballo blanco, para enmendar injusticias. El Llanero Solitario me trae a la mente el Salvaje Oeste y el tipo de vida en la frontera. Son los tiempos de los pioneros y las personas con iniciativa, de las grandes aventuras y de los riesgos asociados, del inicio de las grandes fortunas pero también de las grandes frustraciones. En la literatura especializada en innovación educativa basada en tecnología se llama llanero solitario al profesor que a nivel individual aplica iniciativas docentes innovadoras en sus clases, independientemente y más allá del apoyo institucional. La primera vez que vi (leí) este término utilizado en este sentido fue en el libro de Tony Bates “Cómo gestionar el cambio tecnológico. Estrategias para los responsables de centros universitarios” (2001). En el tema de la innovación educativa utilizando tecnología nos encontramos en una situación similar a la descrita para el salvaje oeste, en la frontera como tránsito entre dos culturas, en una transición entre un mundo analógico y el nuevo mundo digital que se nos abre, y en el que la reglas y las normas de comportamiento aún no están claras, ya que se están definiendo “sobre la marcha”. Pero no hay que caer en la tentación de pensar que en la frontera todo vale, y que por tanto cada uno puede hacer lo que le venga en gana (lo que se dice “hacer la guerra por su cuenta”). Otro error en el que no debemos caer es en pensar que el hombre blanco que va a colonizar los nuevos territorios (léase el profesor) puede despreciar al indio nativo de estos territorios (léase los estudiantes, nativos digitales).Tuvo que pasar mucho tiempo (y ya era mayor por entonces) para ver una película (Bailando con lobos) que trataba a los indios de manera diferente, como personas con su cultura y sus ideas y que de pronto se vieron ”atropellados” en su propia casa por extraños con extrañas costumbres, y algunos de ellos con malas intenciones. En mi opinión, la innovación educativa, cuyo motor actual son las tecnologías de la información, está viviendo tiempos de frontera, en los que debemos apoyar a los pioneros que van explorando los nuevos territorios, pero que no siempre tienen porque ser tierras mejores. Como ya comenté en la entrada “Los MOOC ¿son una moda o un cisne negro?”, me sorprendió (y me alegró) mucho que de más de una hora de conversación con Sonia, haya destacado el tema del no dejarse impresionar por la novedad y enviar exploradores. La apuesta por la innovación educativa en las universidades es una apuesta a largo plazo. Y para ganar la guerra algunas veces hay que perder alguna batalla y sobretodo no hay que intentar conquistar todos los territorios. Seleccionar dónde invertir los esfuerzos es básico para una política universitaria correcta. Uno de los primeros libros que me compré, y por supuesto leí, al acceder a mi primer cargo directivo universitario fue el “Arte de la guerra” de Sun Tzu.

El otro sentido de la expresión innovación educativa de frontera tendría en cuenta el término frontera tan de moda actualmente: en la frontera del conocimiento. ¡Qué bien suena! Y así surgen premios y webs con este título. Pero ¿qué significa? En mi opinión creo que con ello se quiere significar el avance del conocimiento, representado visualmente como un territorio que linda con la ignorancia y el desconocimiento, con fronteras que se van moviendo entre lo que es conocido y lo que no, en cada momento. De esta manera las fronteras del conocimiento no desaparecen nunca, y los investigadores deben moverse en estos territorios inhóspitos de la frontera. Y los verdaderos avances se dan cuando se juntan investigadores de distintos campos y comparten sus ideas. La transferencia de soluciones e ideas de un ámbito a otro suele aportar la mayoría de las innovaciones. En este sentido, que trabajen conjuntamente pedagogos y tecnólogos, junto con los profesores, especialistas de cada campo, traerá consigo las mejores innovaciones educativas aplicadas al aula.

Otra paradoja del profesor: hacerse prescindible

Están en casa mi cuñado con mis sobrinas. Y esta mañana hemos dedicado nuestro par de horas al estudio y repaso veraniego. Como siempre Berta y Diego supervisados por mi, mientras iba haciendo otras cosas, y mis sobrinas bajo el control de mi cuñado sentado a su lado. Viendo nuestro comportamiento, se me ha ocurrido esta entrada.
En cualquier trabajo, el objetivo de una persona es hacerse imprescindible, para su jefe o para sus clientes, de forma que se asegure su trabajo (que no le despidan, que vuelvan a comprarle a él…). Por el contrario, un buen profesor debe trabajar con sus estudiantes para, poco a poco, hacerse prescindible, y que ellos aprendan por sí mismos. No para tener que estar siempre a su lado. Un profesor sabe que únicamente están a su disposición por un tiempo limitado (un curso académico). Al año siguiente vendrán otros, pero esos estudiantes ya deberán, en lo relacionado con su materia, funcionar solos. Por un lado esto hace que los profesores tengan una sensación constante de vuelta a empezar (de estar atrapados en el tiempo). Pero esa misma limitación le debe hacer reflexionar, y en lugar de querer influir únicamente en el tiempo que pasan juntos, pensar que es más efectivo dejar una huella que perdure y que se extienda más allá del tiempo que compartieron en el aula. Retornando al principio, si se acostumbran a trabajar únicamente cuando les estás mirando, cuando dejes de hacerlo, dejarán de trabajar. Si conseguimos que acudan a ti únicamente cuando tienen dudas y les damos autonomía, trabajaran incluso cuando no estemos delante. Evidentemente esto debe hacerse progresivamente.
En cierta ocasión me contaron algo que nunca he olvidado. En relación a nuestros hijos, los padres tenemos que perseguir tres objetivos. Uno: que puedan volar libres. Dos: que quieran volar libres. Y tres: que cuando vuelen libres nos lleven en el corazón. Esto es directamente trasladable a la labor de un profesor. El primer aspecto parece ser el que tenemos más claro, y para ello les preparamos para que se enfrenten a su futuro y puedan desempeñar una profesión y ganarse la vida. El segundo no lo tenemos tanto en cuenta, pero ya empezamos a hablar de emprendurismo en la universidad, no únicamente haciendo referencia a montar una empresa, sino en el sentido más amplio de tener iniciativa y valerse por sí mismos. Y el tercer aspecto está muy relacionado con lo que no me cansaré de defender: que el aprendizaje es una de las tareas más gratificantes que existen (el cerebro nos recompensa por ello) y no entiendo como podemos hacer que los estudiantes se aburran. Por supuesto que hace falta esfuerzo y constancia (pensemos en el deporte), pero tampoco podemos olvidar que debe ser una experiencia gratificante y que queramos repetir (la repetición es otra de las claves del aprendizaje).
Nuestro sino es que para nuestros estudiantes llegue un momento en que no nos necesiten, en que seamos totalmente prescindibles, y por y para ello debemos trabajar día tras día, para que nos abandonen. Si lo hacemos bien, volverán a nosotros porque somos un referente para ellos y nos llevan en el corazón.

Arqueología docente (2)

Hoy sigo con la arqueología docente, es decir, releyendo textos de hace muchos años y que se mantengan actuales en cuanto a sus ideas pedagógicas (al menos las que yo comparto). Tras la reflexión de ayer y al hacer referencia al ministro Wert y sus reformas educativas, que van en la dirección de hacer una educación de élite y excluyente: potenciación de las universidades privadas con recortes en las públicas, aumento de las matriculas sin aumentar el número de becas, los filtros por exámenes clásicos (revalidas a varios niveles), potenciación de la doble vía, una para los listos y otra para los torpes, en lugar de prestigiar la formación profesional…, me vino a la memoria un libro que me hicieron leer cuando estudié Magisterio: Carta a una maestra, Alumnos de la Escuela de Barbiana (1970) (pdf). Hoy lo he recuperado de mi biblioteca y he seleccionado algunos párrafos. Se trata de una feroz crítica al sistema educativo italiano y a “la base sociológica clasista del sistema”. Por tanto no es aplicable al actual sistema educativo español. Pero no viene mal leerlo y no cometer los errores del pasado. Todo avance social en el sistema educativo es un logro que no debe tener retroceso.

Al hablar de los profesores y del Magisterio dice:
“Yo soy un chico influido por el maestro y presumo de ello. Él también presume. Si no, ¿en qué consiste la escuela?
La escuela es la única diferencia que hay entre el hombre y los animales. El maestro da al chico todo lo que cree, ama y espera. El chico mientras crece le añade algo y así́ la humanidad avanza.”

Tampoco tiene desperdicio lo que dice de la pedagogía (un poco extremo, pero un muy buen resumen en una frase):
“La pedagogía, tal y como está, yo la quitaría. Pero no estoy muy seguro. Probablemente si hicierais algo más, descubriríamos que tiene algo que decirnos.
A lo mejor se descubre luego que tiene que decirnos una sola cosa. Que los chicos son todos diferentes, diferentes los tiempos históricos y cada uno de los momentos de un mismo chico, diferentes los países, los ambientes y las familias.
Entonces bastaría una sola página del libro que dijera esto, y el resto se podría tirar.”

Arqueología docente

En la entrada del 7 de agosto (Dieciocho años no es nada) recuperé el primer escrito sobre docencia que publiqué. Esto me hizo recordar que muchos de los principios por los que abogo, tienen muchos años, y aunque quiero ser un profesor que “está a la última” y me encanta la tecnología (soy profesor de Informática), la utilizo para poder hacer realidad, gracias a las tecnologías de la información, lo que estaba en la mente de los buenos pedagogos de hace años. Y he pensado en dedicarle algún tiempo a hacer arqueología docente, es decir, a buscar textos escritos hace muchos años, y que sean de rabiosa vigencia.

La primera vez que oí hablar de Francisco Giner de los Ríos y de la Institución Libre de Enseñanza fue a Francisco Michavila (desde entonces no he dejado de seguir los escritos de Paco Michavila y de ser un ferviente admirador suyo, y me siento orgulloso de su amistad). Con posterioridad, en el año 2004, mi amigo Cristóbal Pareja me regalo el libro “Escritos sobre la Universidad Española”, una recopilación de textos del propio Giner de los Ríos (Colección Austral). Lo he recuperado de la estantería y le he vuelto a releer. Por cuestiones de la época estival en la que estoy escribiendo esto, ahora voy únicamente a centrarme en los textos que hacen referencia a los exámenes y las vacaciones.

Creo que la clave y la llave de la innovación educativa está en la evaluación. Y cuando hablo de ello en mis charlas, pongo el siguiente fragmento de texto:
“Si por examen se entendiese la constante atención del maestro a sus discípulos para darse cuenta de su estado y proceder en consonancia, ¿quién rechazaría semejante medio, sin el cual no hay obra educativa posible? Pero, justamente, las pruebas académicas a que se da aquel nombre constituyen un sistema en diametral oposición con ese trato y comunión constante.”
Tras debatir sobre el mismo. Hago aparecer en la diapositiva el autor, el título del texto y la fecha en que fue escrito: Francisco Giner de los Ríos, O educación, o exámenes, 1894. Y ciento veinte años después aún estamos igual. ¿Por qué? Y lo que es peor, el ministro Wert quiere volver a las revalidas (pero de ese tema hablaremos en otra ocasión, no quiero amargarme las vacaciones pensando en la enésima reforma educativa, que de aprobarse llevará implícita la enésima+1).

Otra frase que he utilizado muchas veces, en esta ocasión al hablar de la labor del profesor es:
“el prurito cuantitativo del profesor, que confunde el inútil fárrago de pormenores con la profundidad y solidez (cuando, por necesidad invencible, calidad y cantidad está en razón inversa), y que imagina que todo lo que él dice, lo enseña; el rigor con la asistencia del alumno, inspirado en la preocupación de que una falta a cátedra supone una pérdida de cierta cantidad de doctrina, imposible ya de recuperar”
(Francisco Giner de los Ríos, Vacaciones, 1894)
Creo que no necesitan comentarios, cualquier cosa que yo pudiera decir, no lo diría mejor. Y seguimos con el papel de profesor como trasmisor de conocimiento, dictador de apuntes y, ahora, de forma más rápida gracias a las diapositivas. ¡Con la cantidad de buenos materiales, en múltiples formatos y en abierto que existen! Seamos conductores del proceso de aprendizaje de nuestros estudiantes. Actuemos de guías expertos que les ayudemos a cubrir un camino que nosotros ya conocemos por haber pasado muchas veces por él. Pero hagámosle ver la belleza del propio sendero. Nuestro objetivo no es únicamente llevarlos al punto de destino, lo más rápido posible y con el menor daño. Todo lo contario, ellos deben enfrentarse a los peligros del camino, sufrir ciertas heridas (cometer errores), algunas veces no lo completaran en su totalidad… Pero esta es la única manera de que puedan recorrerlo en un futuro cada vez que lo necesiten y de que sean capaces de explorar caminos distintos, porque saben utilizar las herramientas de “navegación”.

Los MOOC ¿son una moda o un cisne negro?

Ayer ya hablé de los MOOC, pero creo que vale la pena seguir dándole un par de vueltas más al tema. Hoy voy a reflexionar si, en mi opinión, los MOOC son una moda (y por tanto pasajera) o son un Cisne Negro (en mayúsculas, según el término acuñado por Taleb).

Empezaré por hablar de modas. Tengo que reconocer que voy a ser muy crítico con este término, puede ser debido principalmente a que tengo tres hijos adolescentes (pre- y post-) y por tanto tengo continuas discusiones con ellos sobre el tema y sus continuos argumentos: es que todos los llevan (por ejemplo los pantalones por debajo de los calzoncillos o los short del tamaño de un tanga, por no hablar de piercing, tattoos, pelos…), es que todos los ven (los programas de telebasura), es que soy el único que no sale (o que vuelve tan pronto) y no voy a ser el “bicho raro”, y cosas por el estilo que cualquiera que tenga hijos en esa edad comprende perfectamente. Y ya me puedo empeñar en decir que sean ellos mismos, que son especiales, que la diversidad es buena, que no todos deben estar cortados por el mismo patrón… Por tanto las mayorías (al menos en estos ámbitos) y las grandes audiencias no me valen. Pero aquí no voy a hablar de este tipo de modas. Veamos dos definiciones del término.

Moda. (Del fr. mode).
1. f. Uso, modo o costumbre que está en boga durante algún tiempo, o en determinado país, con especialidad en los trajes, telas y adornos, principalmente los recién introducidos.
(Real Academia Española)

Moda.
Es el valor más frecuente obtenido en una muestra, o para datos agrupados, el grupo con la frecuencia más alta. Para una variable aleatoria continua, cualquier punto en el que su función de densidad de probabilidad alcanza un máximo local es una moda.
(Diccionario de Matemáticas – Diccionarios Oxford-Complutense)

He buscado dos definiciones: la palabra común en el diccionario de la RAE y el término matemático en un diccionario específico. De la primera me gustaría resaltar la temporalidad (“en boga durante algún tiempo”) que convierten a cualquier moda en pasajera por propia definición. De la segunda quiero destacar su caracterización (“valor más frecuente”) por el mero hecho de ser el más repetido, independientemente de su verdadero valor (utilidad, valía, provecho, interés…). El tema de la vigencia de una moda es muy peligroso cuando hablamos de educación. La educación nunca debe estar en manos de modas (alguna referencia a ello hice al final de la entrada “Iatrogenia docente” al hablar de la iatrogenia de los reguladores). Y el tema se agrava más cuando hablamos de las tecnologías de la información, que en muy poco tiempo han revolucionado el mundo cambiando la forma en que se hacían las cosas, y más aún ofreciéndonos nuevas cosas para hacer, pero que al poco tiempo de aparecer una nueva herramienta/dispositivo ya está casi obsoleto (un bonito tema para el debate, el de la obsolescencia tecnológica, pero ya hablaremos en otra ocasión). Por tanto hay que ser muy cuidadoso con ello, y yo personalmente he vivido en mi rol de directivo universitario distintas modas, que en su momento parecían que iban a cambiar el mundo de la educación universitaria y que finalmente no ha sido para tanto. Por citar dos: una de ellas fue Second Life, que prácticamente no ha impactado en el mundo de la universidad, aunque en su momento todos debatían si debían abrir sus sedes universitarias ahí; otro es el de las Redes Sociales, que si bien han impactado fuertemente en los usos de nuestros jóvenes (y no tan jóvenes), pero en la universidad tiene su papel en la comunicación, pero no tanto en la docencia. Por no hablar de la moda de finales de los ochenta de dar cusos de Basic a todos los profesores de los colegios y los institutos.

¿Pero serán los MOOC un Cisne Negro? Según Taleb “un Cisne Negro (así, en mayúsculas) es un suceso con los tres atributos que siguen: rareza, impacto extremo y predictibilidad retrospectiva (aunque no prospectiva)”. En mi opinión, no creo que cumpla los requisitos para ser un Cisne Negro. En principio no creo que sea ninguna rareza. De las cuatro letras que forman su nombre (Massive Open Online Course) la única verdaderamente revolucionaria en la M de masivo. Hace ya muchos años que en el mundo de la Universidad se está hablando de poner el acento en el aprendizaje (Course), en el valor que proporcionan las TI (Online) y de la educación y los recursos en abierto (Open). Y si el valor, para el mundo educativo tienen que venir del término masivo, ya he dado mi opinión al respecto antes. Por supuesto que la existencia de estos cursos al acceso de cualquier persona en cualquier parte del mundo es de suma importancia; pero eso se lo da el término Open, que llevo defendiendo desde que lo descubrí. Por supuesto que el poder aprender de los mejores profesores desde casa con una conexión internet y a mi propio ritmo es de incalculable valor; pero eso lo aporta el término Online. En mi modesta opinión, si todo esto hace que la docencia presencial sea más atractiva y las clases se limiten a lo verdaderamente útil, es decir, a que el profesor y los estudiantes debatan sobre los aspectos críticos vistos en los vídeos, y se respondan, y lo que es más importante se generen muchas preguntas, todo el esfuerzo habrá valido la pena. Pero ¿todas las universidades tienen que tener su plataforma de MOOCs? ¿todos los profesores deben poner sus cursos en MOOC? ¿todos los cursos que hay en MOOC son de (una mínima) calidad? ¿se pueden hacer cursos MOOC de calidad sin inversión por parte de las universidades? Y tengo muchas más preguntas que hacer, pero con estas ya está bien por hoy.

Por finalizar, en mi opinión las Universidades deben estar pendientes de todos los cambios que se están produciendo, pero debe saber diferenciar cuales van a ser claves en su “negocio” y cuales no, ya que no se puede “disparar a todo” (y menos ahora en época de crisis). Voy a copiar un fragmento del blog “Universidad Expandida” de Sonia Martínez, en su entrada “Retomando las ideas previas” en el que hace referencia a la entrevista vía Skype que tuvimos hace un mes con motivo de su trabajo de tesis:
• “La educación es un servicio básico y de gran importancia en el desarrollo social, por ello debe estar en sintonía con los cambios sociales que se producen“.
Mi conversación con Faraón Llorens (ex-Vicerrector de Tecnología e Innovación Educativa en University of Alicante) me hizo reflexionar acerca de esto. Él me explicó con una comparación cómo se innova en la universidad y como debe responder a los cambios sociales. Me comentaba que la innovación en la universidad es como una batalla en la que algunos exploradores se adelantan para reconocer el terreno y el resto del ejército queda a la retaguardia esperando avanzar sobre seguro porque una vez se avance no hay marcha atrás, o el coste sería excesivo.
Por otro lado, Martín Barbero, (Profesor de sociología en la Universidad Pablo de Olavide, en Sevilla) me comentó algo que me hizo ver la universidad desde otra perspectiva, porque realmente la universidad es parte de la sociedad, y en mayor o menor medida reflejo de la misma
Si tuviera que redefinir mi idea inicial, diría que aunque es necesario que debe haber sintonía entre la sociedad y la universidad, lo cierto es que es importante diferenciar entre tendencias sociales estables y modas pasajeras, que son relativamente frecuentes en lo que a tecnología se refiere.

La vorágine de los MOOC

En la entrada del 8 de agosto dije que hablaría de los MOOC en las reflexiones estivales, aunque ya he escrito en otras ocasiones sobre ello en el blog (MOOC), pero esta vez lo voy a hacer siguiendo el estilo de las “reflexiones estivales a bote pronto”.

Vorágine: (Del lat. vorāgo, -ĭnis).
1. f. Remolino impetuoso que hacen en algunos parajes las aguas del mar, de los ríos o de los lagos.
2. f. Pasión desenfrenada o mezcla de sentimientos muy intensos.
3. f. Aglomeración confusa de sucesos, de gentes o de cosas en movimiento.
(Real Academia Española)

Si excluimos la primera acepción (remolino de agua) y nos quedamos con las otras dos, esto es lo que ha ocurrido en relación a los MOOC en este último año: una pasión desenfrenada, en una mezcla de sentimientos (no tanto de razones) muy intensos, formando una aglomeración confusa de sucesos, en constante movimiento, de forma que no se sabía muy bien adónde se iba ni porqué, pero que criticaban a quien se quedaba parado reflexionado sobre el tema y levantaba alguna voz crítica (constructiva, por supuesto) al respecto.

Me explico. Hace apenas poco más de un año, ocupaba el cargo de Vicerrector de Tecnología e Innovación Educativa de la Universidad de Alicante, y hacía pocos meses que había dejado de ser el Secretario Ejecutivo de la Comisión Sectorial TIC de la CRUE, y por tanto mi obligación en esos momentos era estar atento a estos temas, pero apenas se empezaba a hablar de ello. Conocía las distintas iniciativas, Coursera, Khan Academy y otras por el estilo. Pero este año académico 2012-2013 (afortunadamente para mi, yo ya no tenía responsabilidades directivas) ha sido una locura en relación a los MOOC. Quién no conocía ni hablaba de los MOOC no estaba a la moda, y el profesor que no tenía uno (o estaba preparando uno) no era nadie en su ámbito. Y no digamos de la Universidad que no tenía su plataforma. He visto MOOC que eran una mera colección de vídeos y en plataformas tecnológicas que no aguantaban tanto tráfico, sin modelo pedagógico que los sustentara, ni profesores que podían atender/supervisar los mismos. Pensaba que estaba perdiendo el pulso al no defender apasionadamente los MOOC y ser, en ciertos aspectos, crítico con ellos. Pero hace poco empecé a leer posturas parecidas, como la de Albert Sangrá en el País en su artículo “MOOCs: ¿Ángeles o demonios?”. Opino como Ángel Fidalgo, y de todo ello, cuando pase esta etapa de euforia inicial, quedarán aquellos MOOC/profesores que realmente hagan un uso adecuado del modelo de aprendizaje cooperativo.

Afortunadamente las aguas están volviendo a su cauce y las cosas se han calmado. Y parece ser que esto es lo normal. En la excelente conferencia inaugural de las JENUI que impartió Andrés Marzal titulada “Próxima Estación: MOOC” puso una gráfica de Gardner que lo explicaba. Pongo la entrada del blog de Jordi Adell que lo explica muy bien y en la que aparecen estas gráficas (“MOOC: ¿el abismo de la desilusión?“).

Parece que por fin, ya estamos en la fase en la que, pasada la vorágine inicial, sobrevivirán las buenas prácticas y los cursos que hagan un uso adecuado de nuevas metodologías innovadoras de aprendizaje. O al menos eso es lo que espero.

(Continuará…)

Analíticas de aprendizaje

Ayer hablé sobre las plataformas para el aprendizaje. Y uno de los grandes valores de estas plataformas tecnológicas es la cantidad de datos que pueden recoger y el conocimiento que podemos extraer de ellos.
En el informe “Horizon Iberoamérica 2012” plantea las analíticas de aprendizaje en una perspectiva de implantación de cuatro a cinco años: “Las analíticas de aprendizaje consisten en la interpretación de un amplio rango de datos producidos y recogidos acerca de los estudiantes para orientar su progresión académica, predecir actuaciones futuras e identificar elementos problemáticos. El objetivo de la recolección, registro, análisis y presentación de estos datos es posibilitar que los profesores puedan adaptar de manera rápida y eficaz las estrategias educativas al nivel de necesidad y capacidad de cada alumno”.
Junto a esto, hay un campo que puede aportar mucho a este tema, Educational Data Mining: “Educational Data Mining is an emerging discipline, concerned with developing methods for exploring the unique types of data that come from educational settings, and using those methods to better understand students, and the settings which they learn in. Whether educational data is taken from students’ use of interactive learning environments, computer-supported collaborative learning, or administrative data from schools and universities, it often has multiple levels of meaningful hierarchy, which often need to be determined by properties in the data itself, rather than in advance. Issues of time, sequence, and context also play important roles in the study of educational data.”
Nosotros, de alguna manera, llevamos tiempo trabando en ello. Para poder realizar analíticas del aprendizaje necesitamos:
– Plataformas tecnológicas para la recogida automática de los datos. Del uso de la tecnología para la mejora del aprendizaje he escrito mucho en este blog (y en otros lugares), pero en estos momentos estamos trabajando en el videojuego como plataforma de aprendizaje y de recogida de datos. Las plataformas de aprendizaje clásicas, como meros gestores de contenidos (ver entrada de ayer) y plataformas administrativas tiene una información que nos parece poco útil: número de accesos, de descargas, tiempo de conexión… En cambio si diseñamos un videojuego para ello, tenemos muchísima información sobre la que trabajar.
– Técnicas de inteligencia artificial para obtener conocimiento que sirva para la toma de decisiones. Con técnicas estadísticas podemos comprobar si nuestras hipótesis son adecuadas o no (que ya es bastante). Pero podemos utilizar técnicas de minería de datos para buscar relaciones que no son evidentes o que no se nos había ocurrido explorar.
– Gestión del conocimiento. Pasar de datos a información, y de esta a conocimiento es el objetivo final. Definir unos indicadores adecuados no es tan sencillo. Y mostrarlos en un cuadro de mandos útil para la toma de decisiones es una tarea que necesita de expertos en el tema. Además se ha avanzado mucho en la representación gráfica de la información (infografía). Me parece un campo muy atractivo.
De cualquiera de estos temas ya he escrito y hablado por separado. Aquí he pretendido dar una visión integral. Hace escasamente un mes se defendió un DEA (Diploma de Estudios Avanzados) que lo integra todo (Un videojuego como sistema predictivo de aprendizaje), y esperamos que sea el germen de una tesis doctoral y de futuros trabajos de investigación. Me parece un campo con muchas e interesantes expectativas y que nos permitirá avanzar hacia un aprendizaje verdaderamente personalizado, hacia lo que he definido como “docencia líquida”.

Plataformas docentes: evolucionar de gestores de contenidos a gestores de metodologías

Hace tiempo que vengo abogando por una evolución de las plataformas tecnológicas de aprendizaje monolíticas hacia un ecosistema tecnológico de aprendizaje, en el que de manera sencilla se puedan integrar nuevas plataformas y aplicaciones tecnológicas, de forma que tanto el profesor como el estudiante puedan tener un entorno de aprendizaje personalizado, y se vayan incorporando de manera rápida y fácil nuevas herramientas tecnológicas que puedan surgir y que puedan ser útiles en la labor docente.
Pero en conversación con mi compañero Fran Gallego, me aportó una nueva idea, complementaria a esta, y a mi entender verdaderamente innovadora y revolucionaría: las plataformas docentes como gestores de metodologías.
Hasta el momento, las plataformas tecnológicas de apoyo a la docencia (o las plataformas de e-learning, término que no me gusta) son gestores de contenidos, es decir, permiten gestionar documentos, presentaciones, vídeos… , ordenarlos, clasificarlos, etiquetarlos… Pero al fin y al cabo, lo que ofrecen al profesor y al estudiantes es una gestión de los recursos docentes. De forma que las asignaturas en una plataforma de docencia virtual (término que aún me gusta menos que el de e-learning) se parecen enormemente unas a otras. Es más, si existiera un modelo pedagógico de docencia virtual claramente definido, aún tendría su valor, pero sino se convierten en una colección de recursos docentes. Esto me recuerda algunos MOOC que he cursado, pero de eso hablaré en otras entradas estivales.
La propuesta es que las plataformas tecnológicas permitan la gestión de metodologías docentes, de forma que cada profesor personalizaría su asignatura en función de la metodología docente que use. Incluso, yendo un poco más allá, cada estudiante podría seleccionar la metodología que mejor se adapte a su estilo de aprendizaje. Son conceptos de los que se lleva mucho tiempo debatiendo en el ámbito educativo (enseñanza personalizada, inteligencias múltiples…), pero que la tecnología junto con técnicas de inteligencia artificial pueden hacer realidad.
Todos estos conceptos e ideas formarían parte de lo que he denominado docencia líquida.