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Sexo, identidad sexual y deporte

Ahora que estamos de nuevo con juegos olímpicos, aunque sean de invierno, es bueno recordar los problemas que ha acarreado la separación de las disciplinas deportivas en sexos. Hemos aprendido que biológicamente existen dos sexos en humanos, el hombre y la mujer, y aunque puede haber preferencias sexuales diferentes en uno u otro sentido, ser hombre o mujer es algo biológicamente certero. Pero no es así en numerosos casos de intersexualidad, puesto que desde el punto de vista biológico se puede hablar de hasta tres tipos de sexos: el cromosómico, el gonadal y el fenotípico.

El síndrome de insensibilidad completa a los andrógenos (SIA, o de femenización testicular) está causado por una mutación en un gen del cromosoma X, que codifica del receptor de las hormonas andrógenas, es decir, de la testosterona y sus derivados. La presencia de dos cromosomas XY causa normalmente que las gónadas se desarrollen como testículos, pero una persona con SIA no tiene estos receptores, por lo que se desarrollan conductos  y órganos sexuales externos femeninos, aunque los testículos permanecen en el interior del abdomen. Estas personas son cromosómicamente hombres (XY), pero al nacer aparecen como mujeres y son criadas como tal. De adultas no menstrúan y son estériles, ya que no tienen ovarios, aunque se desarrollan como mujeres con algunas variaciones.

María José Martínez Patiño es una plusmarquista española en carreras de vallas que asistió a los Juegos Mundiales Universitarios de Atletismo de 1985 en Kobe (Japón). Lamentablemente olvidó su “certificado de femeneidad”, el resultado de la prueba cromosómica que rutinariamente las federeaciones deportivas realizaban a las atletas para evitar que hombres participaran como mujeres, a pesar de que no ha habido nunca pruebas de que eso pasara alguna vez. Así que se le pidió que pasara la prueba de nuevo. María José estaba tranquila, ya había sido positivo el análisis en los campeonatos mundiales de Helsinki en 1983, y ella sabía que era una mujer. Sin embargo, se le comunicó que los resultados eran anormales y se le sugirió que finjiera una lesión y se retirara de los juegos.

¿Cómo fue posible que ocurriera este embrollo? La prueba que se realizaba entonces consistía en detectar el llamado corpúsculo de Barr en células del epitelio bucal de las atletas. Las mujeres tienen dos cromosomas X, y durante su desarrollo uno de ellos se inactiva, quedando enrollado definitivamente en una estructura compacta, fácil de teñir y detectar al miscroscopio. Los hombres solo tienen un cromosoma X, no inactivan ninguno y por ello no presentan el corspúsculo de Barr. Sin embargo, esta prueba no es muy fiable y puede fallar por diversos motivos, tal y como el caso de Martínez Patiño demostró.

Tras la Universiada de Kobe empezó una pesadilla para Martínez Patiño. Siguió compitiendo, a pesar de que la Federación de Atletismo española estaba al tanto de sus análisis de Kobe. Esta Federación le retiró la licencia en 1986 por tener cromosomas masculinos, y empezó un largo proceso médico y judicial. En 1988, la Federación Interacional de Atletismo la rehabilitó, admitiendo que la presencia de cromomas XY en sus células no le otorgaba ningún beneficio en la competición sobre otras mujeres.

El caso de Martínez Patiño no ha sido el único que ha demostrado que las pruebas de sexo realizadas en los eventos deportivos no son fiables ni pueden demostrar nada; además hay que tener en cuenta que hay pocas pruebas de que realmente alguna vez un hombre haya intentado hacerse pasar como mujer para participar. Tras intentar aplicar otra serie de pruebas también poco concluyentes para determinar el sexo, el Comité Olímpico Internacional decidió abandonar este tipo de procedimientos en el año 2000. Otras muchas federaciones deportivas han hecho lo mismo. María José Martínez Patiño ganó la carrera; ahora es profesora de la Universidad de Vigo y en 2005 contó su historia con sus propias palabras en la revista Lancet.

En la naturaleza no hay líneas divisiorias ni fronteras claras entre, por ejemplo, una especie y otra. Tampoco las hay entre un sexo y otro. Si tienen tiempo, vean este documental autobiógrafico de Phoebe Hart, mujer con AIS, condición que comparte con algunos miembros de su familia. Es una profunda reflexión de lo que somos y de lo que queremos ser.

http://www.youtube.com/watch?v=qCAoVCRIy9s

 

 


4 Comments

  1. Hola, interesantes sus publicaciones. Intentaba ver de que otros temas escribe pero no es sencillo ver las publicaciones anteriores.
    Podría poner una lista de temas?
    Gracias
    Saludos

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