Uno de los elementos culturales que ha caracterizado a Orihuela ha sido su marcado carácter religioso. Nombrada Sede Episcopal en 1546, la capital del Bajo Segura potencio su identidad religiosa a través del arte, la arquitectura y la literatura. Salpicó sus calles de imágenes y edificios sagrados recordando a los habitantes su estrecha vinculación con la religión. Relacionando con ello la vida cotidiana con la religiosidad.
Esta constante imagen religiosa se reflejaba, entre otras cosas, en la producción literaria. Concretamente a inicios del siglo XVII y XVIII más del 50% de la producción impresa era generalmente sobre Teología y libros piadosos de sermones. Mientras que otras materias como Derecho Civil, Historia y Geografía, Bellas Letras (poesía, teatro, novela, sátiras…) y Ciencias y Artes casi no tenían acto de presencia en las imprentas oriolanas. Con respecto a las obras de Ciencias y Artes, a diferencia de las otras, sí se podía ver una mayor calidad frente a la cantidad, sin embargo, no dejaba de existir una considerable ausencia de libros pertenecientes a las ciencias prácticas o aplicadas, tan características en el siglo XVIII. Esta gran diferencia entre las obras se explica por la enorme influencia que el clero tenía sobre la cultura escrita, pues casi la mitad de las obras dadas a la imprenta estaban firmadas por personas pertenecientes a la Iglesia. Incluso es probable que algunas obras de carácter innovador no llegasen a las imprentas por cuestiones de censura, dificultando con ello una apertura cultural. A pesar de todo, Orihuela no permaneció ajena al acceso de la cultura escrita, prueba de ello es la presencia de dos grandes bibliotecas públicas en la ciudad.
Con respecto a la lengua utilizada en las obras, parece ser que entre 1602-1815, según los estudios de Isidro Albert Berenguer, en su obra “La imprenta en la provincia de Alicante 1602-1815”, la legua castellana prevalecía frente al latín y el catalán, siendo esta última la menos utilizada. Sin embargo, no debemos darlo por sentado porque aún no se ha podido catalogar toda la profusión bibliográfica que existe desde el siglo XVI en la ciudad; y no todos los autores de Orihuela, o afincados a ella, han impreso sus obras en la ciudad foral. Además, no hay que olvidar que la Biblioteca Pública de Orihuela recoge una muy rica y variada muestra de obras impresas en lengua valenciana o catalana, procedentes de territorios como Mallorca, Cataluña o el Reino de Valencia. Como ejemplo de ello, podemos encontrar una obra de Ramon Llull -“Blanquerna”-, escrita entre el siglo XIII y XIV, que permanece en Orihuela con una edición que se imprimió en Valencia en 1521. En este sentido es muy importante tener también en cuenta el factor lingüístico, como otro de los elementos distintivos de la identidad cultural de Orihuela. Un factor, que como tal, tuvo un decisivo papel en la personalidad oriolana, entre otras cosas, como la lucha por obtener instituciones eclesiásticas propias. Pero el castellano comenzó a coger fuerza a partir de la segunda mitad del XVII, formando también parte de la cultura del Bajo Segura. Pero no será hasta 1707, con la victoria borbónica en la batalla de Almansa, cuando se imponga el castellano de manera oficial, a través de los Decretos de Nueva Planta.
Miriam T Muñoz Rico
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