Eduardo Álvarez de Toledo y la crisis de mediados de siglo

Tras las cortes de 1645, don Eduardo Álvarez de Toledo, conde de Oropesa, fue nombrado virrey de Valencia. El primer problema que tuvo que abordar fue la recuperación económica de la ciudad de Valencia. Desde sus primeros meses, el virrey se interesará por esta cuestión, convocando numerosas juntas para valorar el alcance de la crisis y tratar de poner remedio.  Entre las soluciones propuestas se encontraba la recuperación de algunas sumas adeudadas. Sin embargo  la crisis que afectaba a la ciudad era más compleja  y su resolución pasaba inmediatamente por la desarticulación de las facciones oligárquicas que controlaban el municipio y cuyos máximos dirigentes eran en ese momento Guillem Ramón de Anglesola y Joan Sabata. Responsables en buena medida de la corrupción que padecía la capital valenciana.

En este contexto, el virrey escudándose en el lamentable estado de las finanzas, propuso al rey la revocación del privilegio insaculatorio que gozaba Valencia desde el 1633, intentando así limitar el acceso a los puestos de gobierno a los miembros de las oligarquías enfrentadas. Así se hizo, pero esto provocaría una fuerte oposición, especialmente la de aquellos que se veían afectados por la suspensión del privilegio. Vista la situación, el Consell cambiaría de opinión y decidiría no apoyar la medida solicitando al rey la inmediata restitución del privilegio.

El virrey tuvo que convocar un gabinete de crisis y la situación durante los meses siguientes se hizo insostenible. El virrey acabará enviando a Felipe IV un memorial describiendo los alterados ánimos de los valencianos y proponiendo, como único remedio para establecer la paz pública, que se otorgara de nuevo la insaculación. Aunque también contemplará la posibilidad de proceder posteriormente contra los principales responsables de ese clima tempestuoso.

La irrupción de la peste sin embargo, aplazó la resolución de esta crisis general.

Crisis financiera en el siglo XVII

La crisis que vivió la ciudad de Valencia fue fundamentalmente de carácter estructural, a causa del frágil sistema hacendístico e impositivo del que estaba dotada. No poder atender a sus gastos con sus propios recursos, la hipotecaba y la hacía vulnerable. La solución a la que se acudió fue la de recurrir a la deuda pública, es decir, a los censales. Esto consiguió encerrarla en un círculo vicioso. Pagar las pensiones y mantener a la Ciudad abastecida eran los principales problemas de la oligarquía urbana que la gobernaba.

Otro factor que incidió muy negativamente fue la caótica administración hacendística. Todos los fondos estaban en la llamada Taula de Canvis y de ellos disponía el Consell para ir atendiendo a las principales necesidades a medida que se iban presentando (principalmente el abastecimiento de la ciudad, el pago de las pensiones y la devolución del capital entregado al censo por los ciudadanos). Siendo así la situación, lo cierto es que no estaba preparada para resistir una acumulación de coyunturas negativas, enmarcadas en este caso en una crisis generalizada más amplia como la del siglo XVII.

La tónica mediterránea de la crisis del siglo XVII, unida a una serie de circunstancias políticas y económicas produjeron (especialmente en los años centrales del siglo) la crisis valenciana que, por otro lado no fue tan profunda como para no permitir que la ciudad se ajustara a  la recuperación generalizada de tipo europeo, que hacia el 1680 afectó, a la periferia de la península.

Sin embargo hay que destacar que la crisis de la Ciudad de Valencia tenía su propia dinámica interna: una mala gestión administrativa, corrupción, mentalidad rentista, carácter oligárquico y endogámico de sus gobernantes, una cierta traición de la burguesía; todo ello unido a una serie de factores externos que agravaron las circunstancias.

Además se dieron  entre 1605 y 1625  una serie de factores determinantes que precipitaron  su propia crisis: expulsión de los moriscos en 1609, una gravísima crisis triguera en 1611-12, la bancarrota de la Taula en 1614 (la 1º del siglo), el desesperado recurso al censal que endeudó a la Ciudad más todavía, evidentes malversaciones de fondo, el precario momento por el que pasa el difícil entendimiento entre oligarquía urbana y monarquía por el control económico y político de la Ciudad…