Aquellos que no recuerdan el pasado, están condenados a repetirlo

A raíz de la película “La ola”, en relación con algún debate surgido en clase sobre la memoria histórica y con la oportunidad de haber podido visitar Auschwitz con otra asignatura impartida en la Licenciatura de Historia de la Universidad de Alicante, este post va sobre la memoria de dicho Holocausto.

Es terrorífico ver la inhumanidad mostrada en dichos campos de exterminio.  Me impresionaba como podía estar frente a todo tipo de crueldad humana.  La visita implicó penetrar en los entresijos de mí misma. 

Hitler diseño de forma calculada dicho proyecto. No había escrúpulo alguno, sino más bien una total apatía ante otros seres humanes y se perdieron valores como el respeto, la compasión y la tolerancia. Y, como no sólo él, sino también como el resto de nazis, seguidores de Hitler, por su obediencia ciega pudieron mostrar tanta insensibilidad, ausencia de sentimentalismo, ser tan despiadados y destruir todo lo que valía la pena de la vida.

Era inconcebible como un grupo de hombres pudieron condicionar de tal forma a otros seres humanos privándolos de la más mínima libertad, del más mínimo respeto por la vida. Te planteas hasta qué punto nos diferenciamos los humanos del resto de animales. Muchos han argumentado que por la razón, el pensamiento y el habla, pero ante acontecimientos como dicha masacre cuesta de creer. El resto de los animales mata por necesidad, mientras que el ser humano va más allá, en su gran mayoría, lo hace por placer, y ello es inconcebible, inexplicable, más  aún cuanto te sitúas en un espacio donde se dio fin alrededor de un millón y medio de personas.

Era difícil poder avistar algo de humanidad, de sentido en los campos. Barracones uno tras otro, todos iguales, todo tan uniforme, homogéneo, monótono invariable… todo era tan frívolo. Piensas en el hambre, el frío, las brutalidades sin fin, la humillación padecida, el desprecio mostrado por los nazis, que se te apodera ese sentimiento de pesimismo en el que la vida así no valía la pena vivirla, ¿Cómo se podía aceptar que la vida así fuera digna de vivirla?, vivir era aumentar el sufrimiento, ¿Hasta qué punto querría seguir viviendo así?. Es en este punto donde encontramos el existencialismo: vivir es sufrir; sobrevivir es hallarle sentido al sufrimiento. Nadie puede decirle a nadie en qué consiste el objetivo de la vida, cada uno debe hallarlo por sí mismo y aceptar la responsabilidad que su respuesta le dicta, pero en los campos me negaba a pensar que el resumen de una vida era sufrir como lo hicieron estos judíos y, luego, morir, pero la realidad no era más que esa.

Entre tanta injusticia, horror, deshumanización, crueldad, salvajismo, insensibilidad, despotismo, intolerancia y barbarie, también hallé una parte más humana, el caso de la solidaridad, en su máxima expresión, del padre Kolbe. Éste pidió permiso para ocupar el puesto de uno de los que habían sido condenados a la cámara de gas. Con la acción del padre Kolbe ves como ni el propio instinto de conservación y las miles de estrategias que uno formula para salvar lo que le resta de vida en situaciones límites, aún cuando las oportunidades de sobrevivir son mínimas, disuadieron al cura católico.

No obstante, a pesar de ver cierta humanidad, dentro de algo inhumano, ese “alivio” pronto se disipaba y volvían las preguntas de cómo hubo prisioneros que se aferraban a la vida. La voluntad de vivir en tales circunstancias, en la que el prisionero es tratado de forma que se pretende conseguir que pierda sus asideros, donde la vida les había sido arrancada de cuajo, para mí sólo aumentaba la noción de lo inservible de su sufrimiento.  Sentía asombro y admiración ante como el hombre pudo llegar a alcanzar esa capacidad humana de elevarse por encima de su sufrimiento y aparente destino por vivir. Como dice Nietzsche << Quien tiene un porqué para vivir, encontrará casi siempre el cómo>>. Dentro del sufrimiento y la maldad me sobrecogió la capacidad humana esperanzadora en la que, ha pesar de las dificultades, se es capaz de ver más allá del campo, de la muerte.

Recuerdo la retahíla de fotos con los rostros de las víctimas, tratados como ganado, cada cual con su número, despersonalizados, donde te costaba diferenciar un hombre de una mujer.

La visita ha sido muy útil para determinar el verdadero sentido de esa empresa, del nazismo, de los campos, de los judíos, del ser humano…, prestar atención a los hechos tan significativos y que formen parte de nuestra experiencia humana. Con ella se ha intentado conocer y pretender comprender la naturaleza exacta de dichas experiencias, la situación vivida por aquellos que estuvieron internados en los campos y,  para los que como yo no lo hemos vivido, ayudarnos a aprehender y, sobre todo, concebir las experiencias por las que atravesaron estos prisioneros, así como, su peculiar, desde el punto de vista más psicológico, nueva actitud frente a la vida de ese porcentaje reducido de los prisioneros supervivientes.  Leí en “El hombre en busca de sentido” de Viktor E. Frankl <<No nos gusta hablar de nuestras experiencias. Los que estuvieron dentro no necesitan de estas explicaciones y los demás no entenderían ni cómo nos sentimos entonces ni cómo nos sentimos ahora>> y discrepo, pues, cierto que el ser humano no está preparado para entender lo ocurrido, no se ha penetrado lo suficiente en el interior del ser para comprender dicho holocausto, pero sí con la visita se consigue dar ciertas pinceladas a lo ocurrido, a cuestionarte miles de aspectos del ser humanos, de sus actuaciones, del propio ser, de su existencia, el sentido de la vida, el sentido del amor, el sentido del sufrimiento, la transitoriedad de la vida. También discrepo en que son muchos los que no quieren recordar tal barbarie vivida, sí, pero son muchos más lo que quieren contarlo para que no se les olvide, para que no se difumine en el tiempo y  no se olvide lo ocurrido para que no vuelva a suceder, pues como dijo el poeta y filósofo español Jorge Agustín Nicolás Ruiz de Santayana y Borrás <<Aquellos que no recuerdan el pasado, están condenados a repetirlo» de su obra “La vida de la razón o fases del progreso humano”.

En resumen, ha habido múltiples ejemplos, como el genocidio de Bosnia o los millones de personas que perdieron la vida con Joseph Stalin durante los años 1924-1953, siguen habiendo en conflictos como el árabo-israelí y, desgraciadamente, habrá siempre espantosos crímenes ante inocentes, pero el Holocausto judío supuso el paradigma de la intolerancia,  una violencia desmedida, el fundamentalismo extremo expresado por medio de un sistema totalitarista y una obediencia ciega (ciega, ciega)

http://www.youtube.com/watch?v=5DbyMXqkz08

http://www.youtube.com/watch?v=XudHN0kluT4

5 thoughts on “Aquellos que no recuerdan el pasado, están condenados a repetirlo

  1. No te dijo que no, si de verdad vas siendo consciente a donde vas, pero es una oportunidad única. Recuerdo gente que iba y posaba delante de los hornos del crematorio y me era un: Por favor, ¿Saben donde están?. No es un lugar tipo donde te puedes hacer fotos de recuerdo junto con una escultura, cuadro o edificio. Puedes hacer fotos a los sitios para tener un recuerdo del lugar, recordar todo lo que allí sentiste, y esto de hacer fotos lo digo muy a regañadientes. Pero, puestos ha hacer fotos, mejor a los espacios en sí que no tú posando con una sonrisa en el lugar donde personas humanas perdieron la vida de una forma inhumana. Por favor, que no es una atracción del terror.
    Que me desvío del tema, la visita creo que es muy enriquecedora en muchos aspectos, te hace plantearte muchas cosas, perderte en ti mismo… ver el lado más amable del ser y el más cruel… En fin, daría por escribir mucho más, pero también decir que hay muchas cosas que sentí que no encuentro palabras aún para describir, y no será por falta de vocabulario, simplemente se sienten y no sabes como explicarlas. Cosas que todavía intentas asimilar, recuerdos que no quieres que te vengan a la memoria y vienen sin más… Recomiendo ir.

    Puestos ya ha recomendar también te recomiendo una lectura: “El canto del pueblo judío asesinado” de Itsjok Katznelson. Y si te gusta el tema también un documental que dura ocho horas: “Shoah”.

  2. Gracias por las recomendaciones Diana! ^^ No conocía el libro que me propones. Del documental, hace tiempo llegué a ver las 2 primeras horas, pero bueno… es muy duro de ver, deprime muchísimo, es un documental durísimo… como ya sabes. Me lo apunto! 😉

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