Origen de la bandera de Andalucía

« Una verde bandera

que se ha hecho de la aurora blanca un cinturón,

despliega sobre ti un ala de delicia.

Que ella te asegure la felicidad     

al concederte un espíritu triunfante ».

Visir Ahû Asbag Ibn al-Arqâm 

 

La dinastía omeya, durante el siglo VIII, aportaría el color que definiría el estandarte andalusí, el verde. Los estandartes solían ser de seda verde con adornos de oro y plata y con un alfanje al centro, algún versículo del Corán o una media luna.

El poema que presentamos fue de un poeta, Ahû Asbag, que ocupó el cargo de visir en la taifa de Almería durante el reinado de Mutasim (1051-1091). El poeta era de Guadix según Dozy, y el presente poema fue recogido por Henri Peres en su obra “Esplendor de al-Andalus”. Esta bella descripción supondría una de las primera descripciones de una bandera en Europa.

En cuanto al color blanco, se generalizó a partir de 1146 bajo poder almohade, evidenciando la impronta del poder almohade sobre los tradicionales estandartes verdes. Se dice que tras la victoria del Sultán Ben Yusuf ante Alfonso VIII de Castilla en la batalla de Alarcos (18 de julio de 1195) se colocó una bandera blanca y verde en la mezquita de Sevilla.

Blas Infante se basaría en esta descripción, así como en otros acontecimientos y experiencias, para dar a Andalucía una bandera, la cual quedó establecida por la Junta Liberalista de Andalucía durante la asamblea de Ronda de 1918. En el himno de Andalucía, adoptado también en esta asamblea, se recoge el significado o simbología que se le han querido dar a estos colores para el pueblo andaluz:

“La bandera blanca y verde

vuelve tras siglos de guerra

a decir paz y esperanza

bajo el sol de nuestra tierra”

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Clásicos de la historiografía de la conquista del Perú (IV)

Pedro Cieza de León: La Tercera Parte de la Crónica del Perú (II)

Espacios y costumbres de los Incas y relación con los indígenas:

Pese a no ser testigo, contó con las impresiones de testigos directos y fue un buen cronista. Cieza de León recoge también la descripción de las armas y formación de los incas. Sin embargo, la recopilación de testimonios directos o la consulta de documentación le condujeron a datos que Xerez pasa por alto en su crónica, como la descripción de la fauna y flora de la isla de Gorgona[1]. De hecho Xerez no hace referencias a la fauna en su crónica. Algunos aspectos de la cultura inca que Cieza de León valora positivamente en su obra son las preciadas ropas, riquezas y ganados.

Sobre la relación de los españoles con los nativos, Cieza de León critica los robos, matanzas y el desperdicio de las subsistencias que los españoles realizaron y los trabajos forzados que obligaron a hacer a los nativos. Y es que Cieza de León contó informadores nativos, por lo que imprimen cierto pensamiento indigenista a la obra.

Camélidos americanos, primera imagen publicada en Europa hacia 1553

Mentalidad y mensaje de la obra: la figura de Pizarro y la conquista

Cieza de León transmite en su obra una serie de reflexiones moralizantes. Los incas no mantuvieron una moral recta y fueron castigados por Dios con derrotas ante los cristianos. Los cristianos igualmente serían derrotados y castigados, puesto que no fueron justos, como ya hemos comentado. A Cieza le perturba que los héroes de su crónica, que debían haber sido perfectos caballeros, cometieran excesos. Las fuerzas del mal asoman en una conquista que tendría que haber sido pacífica y evangélica.

Francisco Pizarro, héroe de la crónica, es caracterizado como determinante, audaz, paciente y constante. Así lo refleja cuando surgen dudas entre la expedición de Pizarro y éste les anima apelando a la constancia, puesto que los beneficios serían altos. Pizarro contará con el afecto de Cieza de León.

En cuanto al resto de la expedición, Cieza de León admira el esfuerzo de los conquistadores y su heroicidad. La visión que da del conflicto entre Francisco Pizarro y Diego de Almagro, es que mientras que estuvo Pizarro sólo con sus hombres reinó el amor, y que cuando llegó Almagro se desataron las envidias y los roces. La desconfianza y la ambición serían los causantes de los problemas entre ambos.


[1] SAENZ DE SANTAMARÍA, Carmelo (Ed.) Descubrimiento y conquista del Perú, Historia 16, Madrid, 1986, p. 80

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Clásicos de la historiografía de la conquista del Perú (III)

Pedro Cieza de León: La Tercera Parte de la Crónica del Perú (I)

Breves apuntes biográficos

Pedro Cieza de León nace en Llerena, Badajoz, hacia 1521 en el seno de una familia de cierta posición de mercaderes, con relaciones en Flandes y en Indias, y de escribanos. Siendo apenas un adolescente, poco después del regreso de Hernando Pizarro y Francisco de Xerez en 1534 cargados de riquezas, Cieza de León decidiría marchar a las Indias. Tras pasar por Panamá y Cartagena de indias, donde comenzó a tomar notas de lo que le llamaba la atención, se sintió atraído por el Perú y hacia allí partió. La Crónica del Perú consta de cuatro partes, pero la que se centra en el descubrimiento y en la conquista del Perú es la tercera parte.

Aspectos generales

La Tercera Parte está compuesta por 97 capítulos que se distribuyen de la siguiente manera. El comienzo de la obra expone las gestiones previas y formación de la sociedad Pizarro, Almagro y Luque, los primeros viajes de reconocimiento y las dificultades y falta de apoyo inicial. A continuación abarca desde los primeros contactos con los indios, la fundación de la primera ciudad en Perú y la guerra civil entre Huascar y Atahaualpa. Tras estos episodios, se centra en el avance castellano y en el encuentro con Atahualpa en Cajamarca. Tras la muerte de Atahualpa, la obra se centra en el interés por Quito y Cuzco por parte de los españoles. La obra concluye con la expedición de diego de Almagro en Chile y el viaje a España de Hernando Pizarro.

Pedro Cieza de León no es tan descriptivo como Xerez. El relato de Cieza gana en historicidad, trata el conflicto entre Pizarro y Almagro, recoge la obra de Almagro y Alvarado, entre otros, y profundiza en las impresiones y actuaciones de los incas. Sin embargo recoge anécdotas que va intercalando y de las que se puede extraer información sobre el entorno por el que se movieron los hombres de Pizarro, y que éstos mismos le contarían. En este aspecto si gana respecto a Xerez en riqueza, dinamismo y fluidez, siendo más amena.

En cuanto a las fuentes, Cieza de León se apoya en la documentación disponible y en testimonios de testigos directos. Las fuentes que cita explícitamente son el Archivo de Lima y a Nicolás de Ribera, uno de los Trece de la Fama. También incluye algunos capítulos del documento expedido por el rey con motivo de la visita de Francisco Pizarro a España.

Referencia de la obra: SAENZ DE SANTAMARÍA, Carmelo (Ed.) Descubrimiento y conquista del Perú, Historia 16, Madrid, 1986

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Clásicos de la historiografía de la conquista del Perú (II)

Francisco de Xerez: Verdadera relación de la conquista del Perú (II)

Espacios y costumbres de los Incas y relación con los indígenas:

La crónica de Xerez cuenta con descripciones breves o desarrolladas de los espacios que atraviesan. Las breves corresponden a espacios sin interés o desconocidos, de los que cita su plaza fuerte, algunos aspectos de sus casas y calles y el valle o lugar donde se encuentra.  Las ciudades que llaman la atención del cronista y a las que dedica varias líneas descriptivas son Guacambo, Cajamarca y Cuzco.

En cuanto a las costumbres de los incas, admiradas por Xerez, aporta numerosos datos. Xerez describe aspectos económicos, sociales, religiosos, arquitectónicos, estéticos y bélicos de los Incas. Destacan las descripciones de los ricos tejidos andinos (La ropa es la mejor que en las indias se ha visto)[1], de los sacrificios humanos, de las ciudades y edificios y, sobre todo, la descripción en la que más énfasis y admiración pone Xerez es en las armas y en la formación y disciplina militar.

Respecto a la relación de los españoles con los indígenas, muestra que los primeros no tenían intención de guerrear, a no ser que los indígenas se mostrasen hostiles. El objetivo de los españoles era convertirlos en vasallos del Emperador, obtener productos para subsistir y servicios personales y acceder a su riqueza.                                            Administrarían justicia, es decir, reducirían por la fuerza, a los pueblos que se mostraran hostiles. La obra también describe las guerras y rivalidades internas previas a la conquista, que fueron contadas por Atahualpa a Pizarro.

Mentalidad y mensaje de la obra: la figura de Pizarro y la conquista

Francisco Pizarro es el héroe de la empresa y, en la crónica, la principal figura y motor de la misma, puesto que Diego de Almagro queda reducido a un segundo plano y a Hernando de Luque ni lo menciona. Xerez resalta la valentía, la firmeza y los claros principios y objetivos de Pizarro para conseguir la hazaña. Muestra a un Pizarro, tratado como Gobernador en la crónica tras su viaje a España para obtener apoyo real, compasivo con los nativos. Su intención no es agredir de forma gratuita al indígena. Siempre trata de establecer relaciones de paz y cooperación con ellos y se opone a que los miembros de su expedición los maltraten. Sólo cuando se muestran hostiles, Pizarro no dudará en empuñar las armas y castigarlos duramente, con detenciones y ejecuciones, porque es por una causa justa. Se trata de una idealización de su jefe por parte de Xerez. Esta excesiva centralización en la figura de Pizarro y su idealización, omiten interesadamente, ya no sólo la responsabilidad o importancia de otros en la conquista del Perú, sino los conflictos entre Francisco Pizarro y Diego de Almagro. Xerez trata de impedir que se refleje cualquier aspecto negativo o asunto espinoso alrededor de la figura de Pizarro.

Xerez presenta en su relato connotaciones ideológicas desarrolladas durante la Edad Media y equipara la conquista de los incas con una cruzada contra el musulmán. De hecho, cuando habla de los templos incas se refiere a ellos como mezquitas y cuando describe la formación de las escuadras incas la equipara con los turcos.

En cuanto a la expansión de la fe católica, en ocasiones reduce a ello la misión de los españoles: “… venimos a conquistar estas tierras, porque todos vengáis en conoscimiento de Dios y de su santa fe cathólica. Y con la buena demanda que traemos permite Dios, criador de cielo y tierra y de todas las cosas criadas: porque le conozcáis y salgáis de la bestialidad y vida diabólica en que vivís…”[2]. Este alegato a la guerra justa sería dictado probablemente por el propio Pizarro a Xerez. La ayuda divina a los españoles está presente en toda la obra, incluso cuando surgen dudas en la expedición por la dureza de la misma y por su inferioridad numérica, Pizarro alude a Dios y a su voluntad. Otro argumento para que abracen la fe católica los nativos, es que no ha sido voluntad de su dios que derrotaran a los españoles.

La superioridad española tanto militar como religioso-cultural forman parte de la visión del cronista. Aunque en ningún momento da una visión general peyorativa de la cultura Inca. La verdadera intención de los españoles se refleja sin tapujos en la obra, conquistar nuevas tierras y obtener las riquezas que se le presumían, sobre todo oro.


[1] XEREZ, Francisco de, Verdadera relación de la conquista del Perú, Historia 16, Madrid, 1992, p. 116

[2] Véase XEREZ, Francisco de. op. cit., p. 113

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Clásicos de la historiografía de la conquista del Perú (I)

Francisco de Xerez: Verdadera relación de la conquista del Perú (I)

Breves apuntes biográficos:

La vida de Francisco López de Xerez es poco conocida, excepto su etapa en la empresa de Francisco Pizarro como escribano. Nació en Sevilla hacia 1499 y cuando todavía era un niño marchó a América. Su familia le permitió acceder a una educación no común ni en la juventud de su época ni en los asentamientos españoles en tierras tropicales. Esta formación que recibiría en su infancia le permitió ser escribano y contar con la confianza de Pizarro para ser, durante la expedición, el redactor de la Verdadera relación de la conquista del Perú, publicada en Sevilla en 1534.

Aspectos generales:

Pese a la parquedad de su estilo, la obra es una rica fuente de información histórica sobre la empresa de Pizarro, geográfica, por la descripción y relación de los territorios por donde pasan, y etnográfica, por la descripción detallada de las costumbres y tradiciones de los Incas.

El relato de Xerez comienza con la motivación de Pizarro (año 1524) por descubrir y conquistar nuevas tierras, partiendo desde Panamá. El desarrollo narrativo es lineal, alterado en contadas ocasiones. El ritmo del principio de la obra es rápido. Una vez que Pizarro ha vuelto de su viaje a España (año 1532) para obtener apoyo real, la narración es más lenta y pesada en el que el objetivo es llegar a Cajamarca y encontrarse con Atahualpa. El punto álgido de la obra es la llegada a Cajamarca y el encuentro con Atahualpa. Una vez superada esta parte de la crónica, la narración vuelve a ser pausada y entra en la fase final de la crónica, la recogida de oro y la organización de lo conquistado por parte de los españoles.

 

Si les interesa leer la crónica:

XEREZ, Francisco de, Verdadera relación de la conquista del Perú, Historia 16, Madrid, 1992

 

 

(Dibujo de la crónica de Felipe Huamán Poma)

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“La respuesta está en la Historia” (Canal Sur)

Si alguien piensa que Canal Sur tan solo es folclore y Juan y Medio, está equivocado. En la televisión autonómica andaluza la cultura tiene un hueco importante, siendo “La respuesta está en la Historia” un programa de divulgación cultural que ha concentrado en su primera temporada a las familias andaluzas en torno a la televisión los lunes por la noche en “prime time”.

En formato de documental de ficción de 40 minutos, la serie se planteaba preguntas sobre los usos y costumbres actuales de los andaluces para sumergirse en la historia con el fin de encontrar los orígenes de los mismos y explicarlos. A partir de los usos y costumbres desarrollan la historia de Andalucía, contextualizando dichos aspectos dentro de las culturas y periodos históricos que han tenido lugar en el territorio andaluz desde la Antigüedad al siglo XX. Los aspectos estudiados representaban lo cotidiano, lo popular, por lo que el público podía identificar aspectos que han marcado sus costumbres y su vida, no siendo un simple espectador, sino participando como testimonio oral a la hora de responder las preguntas desde el salón de su casa. En líneas generales, la sociedad andaluza era invitada a participar del estudio de la cultura andaluza, siendo reflejado en el hilo argumental de la serie:

Dos jóvenes universitarios planteaban preguntas durante la realización de un trabajo sobre las costumbres andaluzas, usando la historia de su tierra como fuente principal del mismo y recorriendo pueblos de la geografía andaluza. Las familias, amigos y vecinos prestaban apoyo a los jóvenes, por lo que de forma general se veía representada toda la sociedad andaluza. Así pues, el hilo argumental resultaba fresco, dinámico, sencillo, entretenido y para todos los públicos.

“La respuesta está en la Historia” ha dado en la tecla de cómo realizar un documental de historia  fuera del ámbito académico para alcanzar a un público lo más amplio posible, incluso  captando la atención de espectadores nada proclives a ver un programa o canal cultural.

Aunque la serie ha contado con el asesoramiento de catedráticos de Historia, como José Manuel Cuenca Toribio y Fernando Wulff, el equipo de dirección y los guionistas han sido los encargados de investigar y recopilar toda la información como “ratitas de biblioteca” para dar forma al discurso histórico desarrollado en 30 capítulos. Y el éxito ha sido tal, que incluso han editado un libro sobre la historia de Andalucía desde el prisma del origen de sus costumbres.

El programa podría tomarse como una lección para futuros profesores de historia que quieran hacer atractivo y cercano para los alumnos el estudio de la Historia a partir de anécdotas y curiosidades, como forma de introducción a los temas o para romper la monotonía durante una estricta explicación académica, y así mantener en continuo interés al oyente y realizar una exposición amena. El historiador no es solo erudición, también implica ser docente, por lo que deberá ser buen comunicador y estar al tanto de las herramientas que la tecnología y los medios de comunicación nos ofrecen.

Sin más, invitaros a ver la próxima temporada, que estará al caer, no sin antes haber visto la primera temporada.

 

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Jesús entre judíos, cristianos y musulmanes hispanos (siglos VI-XVII)

DE EPALZA, Míkel

Ed. Universidad de Granada

Granada, 1999, 290 pp.

Esta obra de Míkel de Epalza desarrolla un estudio analítico y comparativo de la figura de Jesús vista entre los judíos, cristianos y musulmanes hispanos entre los siglos VI y XVII. Es decir, presenta la concepción sobre Jesús de las tres religiones desde la Hispania visigótica, al-Ándalus y los reinos cristianos medievales y la España de los Austrias. Estas tres religiones en su coexistencia en el mismo espacio geográfico y temporal vivieron y desarrollaron situaciones sociopolíticas, religiosas y culturales diversas que condicionaron su   percepción de Jesús.

El análisis de la importancia e idea de Jesús expuesto por el profesor Míkel de Epalza se apoya en las Escrituras de cada una de las tres religiones, y en escritos y testimonios de autores judíos y musulmanes que contribuyeron a las polémicas judeo-cristianas e islamo-cristianas. Polémicas con un axioma común sociológico, la creencia de la superioridad religiosa e ideológica sobre el resto de religiones. Este libro refleja que el judaísmo y el islam son religiones cercanas al cristianismo, de ahí que compartan creencias comunes, como ejemplo la figura central del cristianismo, Jesús. Pero esta cercanía es punto de partida de controversias con los judíos y musulmanes que se amplían en sus capítulos respectivos.

Tras una breve presentación del tema, la primera parte de la obra hace referencia al Jesús de los cristianos frente a los judíos y musulmanes. Trata los puntos del cristianismo, basados en sus Sagradas Escrituras (principalmente del Nuevo Testamento) y enseñanzas, que causarán controversia en judíos y musulmanes y que rechazarán, como la divinidad de Jesús, el dogma de la Trinidad, la figura de Jesús como revelación divina, el carácter mesiánico o, el trasfondo sociológico que antes citábamos, la superioridad de Jesús y su reconocimiento, entre otras muchas ideas.  Este capítulo del libro no está tan desarrollado como los siguientes, referidos a las otras dos religiones, al tratar afirmaciones conocidas por la cultura cristiana. Judíos y musulmanes no siempre coincidirán en la misma posición frente a determinada idea sobre Jesús, por lo que su visión sobre Jesús también puede verse enfrentada.  Por citar un ejemplo de los que aparecen en el libro, el referido a la virginidad de María. Los musulmanes defenderán la virginidad de María, al contrario de los judíos. Según el Corán, los judíos habían cometido infamia contra la madre de Jesús. En cuanto al uso de las Escrituras, éstas están sujetas a las interpretaciones de cada religión. Cristianos y judíos reconocerán o no reconocerán respectivamente la presencia o mención alegórica de Jesús en el Antiguo Testamento. El contenido de los Evangelios también será usado tanto por unos como por otros para afirmar o negar ideas sobre la figura de Jesús.

En la segunda y tercera parte del libro, dedicadas a la imagen judía e islámica de Jesús respectivamente, desarrollan esas mismas ideas del Jesús de los cristianos que presentan la primera parte del libro y que causan polémicas, debates, rechazos y respuestas por parte de musulmanes y judíos. Aunque Epalza dedica un apéndice de su obra a las fuentes sobre Jesús, en la segunda y tercera parte de la misma hace referencia constantemente a las fuentes judías e islámicas que han dibujado la imagen de Jesús, las cuales vislumbran el alcance que tuvo dicha discusión en la Península Ibérica durante la Edad Media.

Respecto a la imagen judía de Jesús y el alcance de la discusión, destacan en primer lugar las referencias hechas a rabinos y filósofos judíos como Moshé Ben-Nahmán de Girona, que participó en la controversia de Barcelona de 1263, Mosés Ha-Cohén de Tordesillas, que participó en la controversia de Ávila de 1375, o Maimónides. Y en segundo lugar, referencias a poetas en cuyos escritos se aprecian cuestiones de las polémicas judeo-cristianas, como Ibn Jalfún (ss. X-XI), el tudelano Yehudá Ha-Levi (s. XII) y el mallorquín del siglo XV Simeón Ben- Semah Durán.  Otros textos judíos que cita Epalza son los textos del Talmud que hacen referencia a Jesús y los relatos populares sobre la vida de Jesús, el Toledoth Jeshu (Historia de Jesús).

En cuanto a la imagen islámica de Jesús en al-Andalus, ésta está fundamentada en el Corán y en la Historia de los Profetas. En cuanto a autores andalusíes que contribuyeron a la formación de la imagen islámica de Jesús destacan el místico Ibn Árabi de Murcia, el cadí ceutí del s. XII Iyad Al-Yahsubi, los teólogos andalusíes Ibn-Hazm e Ibn-Jaldún y el hispano-tunecino convertido al islam de origen cristiano Anselm Turmeda.  Posterior a la caída de al-Andalus, los textos moriscos y el Evangelio de San Bernabé forman parte de las fuentes consultadas por Epalza.

La última parte del libro corresponde a tres apéndices. En el primer apéndice trata la situación de las distintas sociedades (cristiana, judía y musulmana) en las distintas etapas sociopolíticas que se suceden entre fines del s. VI y el s. XVII.

El segundo apéndice sintetiza las distintas fuentes según la fe a la que correspondan o según la época en la que se realizaron. Cabe destacar la siguiente idea para comprender este libro y como cualquier otro libro sobre cristianismo, judaísmo e islam, que las Sagradas Escrituras y el germen de los pensamientos de estas religiones están situados en Oriente Medio. Sin embargo, la coexistencia de las tres religiones en la Península Ibérica ha dado lugar no sólo a un estudio de las ideas que venían de Oriente Medio sobre este tema, sino a una gran proliferación de escritos. En el tercer y último apéndice se trata el adopcionismo, y resume una serie de elementos islámicos, judaicos y cristianos que se perciben en la imagen adopcionista de Jesús.

En conclusión, se trata de un libro que expone lo esencial para entender y conocer la imagen de Jesús entre cristianos, musulmanes y judíos, y que invita a profundizar en el tema mediante la cita de bibliografía específica. El tema de este libro ayuda a comprender mejor el islam y el judaísmo en sí, al estar la imagen de Jesús condicionada por su religión. Las diferencias sobre Jesús dan lugar a una actitud religiosa bastante polémica

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Diario de Aguirre

AGUIRRE Y LECUBE, José Antonio

Ed. Txalaparta

Tafalla, 1998, 280 pp.

En 1998, el investigador Iñaki Egaña descubrió un diario inédito del primer presidente vasco en la Biblioteca del Congreso de Washington. José Antonio Aguirre fue lehendakari desde 1936 hasta su muerte en el exilio, en París, en 1960.

Este diario no fue escrito para ser editado, puesto que se trata de simples anotaciones y reflexiones realizadas para consulta personal y como manera de poder desahogar en un confidente (el cuaderno) y recopilar sus ideas  y percepciones de su día a día, de su ideología e inquietudes en un contexto, el de su vida, de exilio. Por lo tanto, estamos ante una obra espontánea y fresca, pero de escasa calidad literaria, y con errores ortográficos que han sido corregidos para su edición. Las notas a pie de página añadidas por Iñaki Egaña pretenden facilitar al lector la comprensión del diario y dar a conocer determinados personajes y acontecimientos.

El diario se escribió desde el 7 de enero de 1941 al 28 de mayo de 1942. Se recogen 507 días de su vida y que pasan por la Alemania de Hitler, América del Sur y Central, hasta Nueva York, donde se detiene el diario.

Aguirre expone los planes que para su país planteaba y su idea sobre España. Consideraba que Euskadi era una colonia española oprimida como podían haberlo sido Perú o Filipinas. Defendía la autodeterminación de Euskadi y en la aprobación de la misma por parte de las fuerzas republicanas. Cómo reaccionarían Estados Unidos y Gran Bretaña y qué papel desempeñarían durante un futuro proceso independentista de Euskadi le planteaba preguntas. La dicotomía entre españoles y vascos es latente, que confundieran a un vasco con un español le incomodaba. Su diario comienza con la llegada a Hamburgo, tras haberse refugiado en un convento en Bruselas durante los ataques alemanes a Bélgica en 1940. Su objetivo es abandonar Europa rumbo a América. La parte alemana de la obra resulta ambigua por si su diario caía en manos de la Policía. Describe Hamburgo como una grandiosa y fría ciudad y presenta a los alemanes como amables y simpáticos. Así pues esta parte del diario recoge aspectos cotidianos (resfriados, frío, nevadas, comidas, cenas, lectura, visualización de películas…) y su deambular por distintas embajadas para obtener los papeles que le permitieran la salida.

Entre los aspectos de la vida cotidiana destacan sus impresiones sobre los cultos religiosos y el cine, puesto que era católico y cinéfilo. Aguirre no duda en comparar cualquier aspecto a lo largo de toda la obra con la situación del pueblo vasco, como por ejemplo su comentario tras ver una película sobre la revolución irlandesa contra Inglaterra. También era un gran lector, y cita en ocasiones lo que lee, a Rousseau, por ejemplo, aplicando lo que leía a su país. Los clásicos estarán entre las preferencias de Aguirre.

En cuanto a su visión de la época que vivió realiza interesantes reflexiones que reflejan su ideología. Consideraba que la liberación de su patria estaba cercana y tenía como referente la emancipación americana. Se muestra compasivo con las muertes de sus contrarios políticos, como muestra su comentario por la muerte del Alfonso XIII, pero respecto a los políticos republicanos se muestra crítico, a los que ve divididos y ante los cuales hay que mostrarse firme para el devenir de los vascos. Considera que Prieto y Negrín son los personajes fuertes de la política española y contra los que habrá que luchar. También realiza alguna crítica hacia los vascos, pero su objetivo es recuperar a los vascos franquistas, aunque los vascos comunistas si provocan su enfado.

En ocasiones la mentalidad de Aguirre puede resultar contradictoria por lo que no admite para el pueblo vasco y si admite para otros. Acepta el régimen totalitario de Portugal y le llama la atención la figura de Salazar, puesto que en países tumultuarios ciertos procedimientos políticos, como la democracia, eran innecesarios.

Aguirre vio cercana la independencia con la entrada en la II Guerra Mundial de Estados Unidos en diciembre de 1941 y por prever que España entraría en breve, siendo necesario esto último para desencadenar el proceso de independencia. Aguirre entró en contacto con los servicios de inteligencia británicos y estadounidenses para que colaborara con ellos facilitándoles información que le llegara desde España. El hecho de que se pusieran en contacto con él los servicios de inteligencia británicos y estadounidenses le llena de orgullo, exaltando la importancia y respeto que generaban los vascos.

El diario concluye en esta etapa de la vida de Aguirre, pero por qué. Se puede plantear que los servicios de inteligencia americanos le aconsejaran que no fuera oportuno proseguir con el diario, o puede que todavía esté clasificado, o que fuera el mismo Aguirre el que decidiera suspender su diario por prudencia. En manos de los investigadores está tirar del hilo, una vez que se ha podido sacar a la luz este documento, para tratar de encontrar algún otro documento de esta importante figura del nacionalismo vasco.

En conclusión, el manuscrito de Aguirre permite el análisis de su ideología, de su identidad y así tratar de entender el nacionalismo vasco de ayer y de hoy. También permite hacerse una idea de cuál era la visión de Europa y América en plena II Guerra Mundial en los ojos de la cabeza del nacionalismo vasco del momento, y de qué actividades contra la dictadura franquista y en pro de la cultura e identidad vasca se articularon en el exilio. Para finalizar, señalar que en las notas de editor y en el prólogo de Iñaki Egaña se presenta a un Aguirre perseguido por los nazis, cuando en realidad los nazis no siguieron las pistas de la prensa falangista de Bilbao, que lo situaba en Bélgica protegido por una orden religiosa. Aunque Aguirre trató de no llamar la atención en Alemania, tampoco parece reflejar que llevara una vida clandestina en dicho país.

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Blas Infante, la forja de un ideal andaluz

LACOMBA, JUAN ANTONIO

Fundación Blas Infante

Sevilla, 1983, 128 pp.

El investigador sobre andalucismo histórico Juan Antonio Lacomba, desarrolla en esta obra una esquemática descripción sobre la vida del líder y mentor intelectual andalucista, Blas Infante, y las características del andalucismo, siendo entendida la obra como una introducción al tema, tanto para el que desconozca la figura de Blas Infante como para quien pretenda iniciarse en el estudio del andalucismo. Junto a una bibliografía centrada en la socioeconomía y el campo andaluz y en Blas Infante y su ideal, Lacomba se apoya en la prensa de la época y en testimonios de compañeros de Blas Infante.

Los dos primeros capítulos de la obra se centran en la infancia, juventud y traslado a Sevilla de Blas Infante. Nacido en 1885, en plena Restauración, Blas Infante crecerá en un período de afianzamiento burgués, malas cosechas y agitaciones sociales, de regresión económica y de auge de los regionalismos y del movimiento republicano. A principios del siglo XX, en torno al Ateneo de Sevilla, el regionalismo andaluz va fraguándose y Blas Infante adquiriendo protagonismo, dejándose influenciar  por el pensamiento georgista, que marcará la política económica que propondrá. El andalucismo comenzaría a ramificarse por la región a partir de 1916, con una misión determinada, reconstruir la historia de Andalucía, recuperar su cultura y definir su identidad. El pensamiento georgista, el federalismo y elementos de cuño catalán, incluso elementos anarquistas, serán adoptados durante la forja del ideal andaluz a través de los Centros Andaluces y del Manifiesto y el Programa de 1916.

En los capítulos cuarto y quinto se desarrollan la teoría y práctica del andalucismo y la lucha por la autonomía. El nacionalismo andaluz no hay que entenderlo como separatista, en ningún momento lo fue, aunque el mensaje de Blas Infante fuera radicalizándose a lo largo de su vida y el andalucismo experimentara varias etapas. Es un regionalismo integrador, que considera la nación como un organismo compuesto por partes vivas, las regiones, articuladas armoniosamente, siendo la nación el resultante suprarregional. El desarrollo de la cultura e identidad de los pueblos ibéricos y del individuo en sí repercutirían positivamente en la regeneración de España y la Humanidad. Como reza el himno andaluz: “Sea por Andalucía libre, España y la Humanidad”. Pero para alcanzar dichos fines había que aceptar la pluralidad española y acabar con el centralismo “tiránico y grosero”. Para el progreso de Andalucía era indispensable acabar con el hambre, desde la reorientación de la política económica, en concreto la agraria, y con la incultura.

Durante la dictadura de Primo de Rivera el regionalismo se apaga, para despegar de nuevo con la proclamación de la II República en 1931, centrándose en el desarrollo de los Estatutos de Autonomía. Blas Infante, contrario a la política, fracasará y será atacado por la derecha sevillana en sus intentos por participar en política durante la II República. La decepción de Blas infante con la República, la política y los políticos crecería a raíz de las elecciones de 1933, el llamado Bienio Negro. El libro se cierra con las últimas actividades de Blas Infante y su detención y asesinato tras el comienzo de la Guerra Civil.

En conclusión, esta introducción al andalucismo y a la figura de Blas infante ayudan a entender, de forma general y a un público amplio, la teoría y práctica del andalucismo, además de presentar a una figura determinante en el andalucismo y fascinante  para estudiar tanto por su ideario regionalista y federalista, como por sus planteamientos económicos en un período de crisis socioeconómica para España y Andalucía, una de las regiones más subdesarrolladas. En palabras de Emilio Lemos, fisiócrata andaluz y compañero de Blas Infante, éste era “economista, no político”.

El ideario de Blas Infante y las metas sociales, económicas y culturales que pretendía alcanzar para la regeneración del pueblo andaluz no estarían para nada obsoletos, a grosso modo, en la Andalucía actual: un millón de parados, educación deficiente, sin una alternativa política seria y andalucista y una identidad andaluza poco desarrollada a nivel global y cultural, quedando ésta reducida al folclore.

El desconocimiento sobre la figura de Blas Infante y la escasa valoración de su importancia por el progreso de Andalucía y como Padre de la Patria andaluza, más allá de la ideología, tampoco se ha superado en la actualidad, por lo que han sido frecuentes insultos hacia Blas Infante por parte de la derecha más reaccionaria. Por ello proponemos este libro como iniciación en el estudio del andalucismo y conocimiento de Blas Infante.

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Tierra y Libertad, de Ken Loach (II)

La película es muy rica porque presenta enfoques microhistóricos y antropológicos en ciertos momentos. Como enfoque microhistórico destacamos la escena de la asamblea entre los milicianos del POUM. Se representa de una forma muy natural y viva, dando la sensación de que se trata de una asamblea grabada más que de una actuación. En ella participan mujeres y hombres, jóvenes y mayores, mostrando cada uno su opinión y sintiéndose la tensión, fruto de la guerra y de las diferencias entre ellos.

La escena del combate en la plaza de la iglesia de un pequeño pueblo, así como la quema de santos y fusilamiento del cura, puede entenderse desde ese enfoque. En este tipo de escenas se muestra imparcialidad, puesto que la parcialidad solo está presente cuando refleja las luchas internas en el bando rojo. En ningún momento da señas el autor de anticlericalismo o muestra tópicos en ninguno de los sentidos en este asunto. Simplemente muestra una lucha a sangre y fuego en una plaza, en la que al salir victoriosos los milicianos, ajustician al cura, que participa en la lucha junto al bando fascista.

El enfoque antropológico se refleja tanto en la asamblea, que ya la hemos descrito, como en la emotiva escena en la que la nieta abre una caja donde su abuelo guarda recuerdos de la guerra, como recortes de prensa y objetos personales, y como la nieta los recupera para tenerlos presentes en el  entierro del abuelo y para preservar su memoria.

La verdad, que no entendí bien porque cambia de forma tan radical el papel de la mujer en la guerra, tendría que volver a ver la película. No sé si se produciría por presiones externas, porque se pasa de ver a la mujer totalmente integrada y luchando de igual a igual junto a los hombres en la milicia, a quedar relegada a tareas como la enfermería y la cocina.

En cuanto a la escena de la ejecución del cura, aunque ya hemos mencionado algún aspecto, profundizaremos brevemente respecto a si simboliza a toda la Iglesia Católica. Jerárquicamente la Iglesia Católica se posicionó junto al bando nacional, legitimando sus acciones y el régimen posterior que instauraron, siendo beneficiosa dicha unión para ambos. Hay que entender que estamos en los años del nacionalcatolicismo en España, en un periodo de invierno eclesial en general, de una militante postura anticomunista y de concordatos con regímenes fascistas. Aun así, tampoco consideramos que esa escena diga mucho sobre el papel de la Iglesia.

En cuanto al clero, si se posicionó de forma general hacia el bando general, se podría decir que sí por la educación recibida y el clima de nacionalcatolicismo que la derecha y la Iglesia configuraron. Hubo casos de curas rojos u obreros, pero no tenemos mucha constancia de ellos en los años de la guerra. Si tengo más conocimientos sobre los curas obreros cercanos a los sectores de izquierda a partir de los años 50, en los que el Concilio Vaticano II dejó entrar algunos rayos de sol en la Iglesia.

En conclusión, las escenas más valiosas desde el punto de vista histórico puede que sean las que reflejan la situación en Barcelona en mayo de 1937, con las calles tomadas por la Guardia de Asalto y por los enfrentamientos entre trotskistas y stalinistas. Loach consiguió hacer, pese a su posición clara por la causa anarquista y trotskista, además de antifascista, una película viva y desde un punto internacional de la Guerra Civil. El que el protagonista sea un miliciano inglés que deja Liverpool para enrolarse en un conflicto en otro país, y su coincidencia en el tren con milicianos de toda Europa, consiguen reflejar el cariz internacional de esta guerra civil previa al gran conflicto mundial iniciado en 1939.

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Tierra y libertad, de Ken Loach (I)

La película es totalmente parcial hacia la causa trotskista y anarquista. Los sucesos de Barcelona de mayo del 1937 se produjeron por una serie de diferencias que dividía a anarquistas y a trostkistas por un lado y a la Generalitat de Catalunya, a la legalidad Republicana y a los comunistas estalinistas del PCE y del PSUC por otro. En la película no se presenta el origen de ese enfrentamiento, reduciéndolo a la represión que sufrió el bando protagonista en la película. No conociendo el tema con profundidad, no vamos a emitir una sentencia firme respecto al enfrentamiento y a las represalias. Las causas de la división si las comentaremos por encima, los protagonistas de la película apostaban por llevar a cabo al mismo tiempo tanto la revolución como la guerra, mientras el resto pretendía dejar aparcada la revolución hasta que no consiguieran derrotar al fascismo.

El bando rojo es reducido en la película a la parte protagonista, presentando a otras partes del bando como represores de los primeros. Sin embargo, los valores o virtudes que presenta del bando rojo pueden ser generalizados en todo el bando. Estas virtudes serían la camaradería, la unión, el carácter abierto y asambleario en la toma de decisiones, su espíritu de lucha contra el fascismo y a favor de la legalidad Republicana y las libertades individuales o colectivas.

Los defectos ya se han dejado entrever. A mi juicio, la división fratricida en el interior del bando rojo es contraproducente a la hora de hacer frente al fascismo. Aunque valoramos positivamente el carácter asambleario, si se le da una importancia desmesurada en determinado momento puede llevar a un programa indefinido  e incapaz de hacer frente por la causa común y general en un momento de vital importancia, como era una guerra abierta contra el fascismo, produciendo eso además diferencias con otros grupos y con las autoridades republicanas o catalanas.

Pese a mostrar esa lucha interna, Loach trata de conmover al espectador con símbolos marxistas e imágenes reales del bando rojo. Muestra como la sociedad barcelonesa salió a las calles para despedir a los milicianos. Éstos salen montados en camiones, sonrientes y envalentonados, portando cada grupo la bandera de su partido o sindicato. A lo largo de la película, los principales símbolos que muestra son las banderas del POUM (los trotskistas). También el símbolo de la Anarquía al comienzo de la película, ya en la actualidad, cuando la nieta sube por las escaleras del edificio de la casa del abuelo.

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El árbol, el alcalde y la mediateca (II): el azar y lo episódico

La reflexión sobre la película nos sugiera otras cuestiones que desarrollaremos a continuación: ¿Qué influencia tiene el azar en la Historia? ¿Por qué no suele aparecer el azar en los libros de Historia?

El azar puede resultar determinante en la historia, pero reducir el trabajo del historiador a narrar hechos notables nos conduciría al positivismo, el cual debería estar superado en la actualidad, en lugar de al desarrollo de otras tendencias que nos acercaran a la “Historia Total”. El historiador no es un mero narrador de hechos. El historiador debe comprender los procesos históricos para exponer a la sociedad una síntesis explicativa que le permita comprender, ya no solo el pasado, también el presente. Por lo tanto, su labor no puede reducirse a exponer de forma narrativa una serie de sucesos, porque no nos explican nada.

Fernand Braudel, figura destacada de la corriente historiográfica de los Annales, planteaba una visión de los tiempos históricos diferente a la tradicional:

Duración larga: Historia estructural, la que se encarga de explicar la relación del hombre con el medio

Duración mediana: Historia coyuntural, a la que le corresponde explicar los ciclos socioeonómicos y el destino del colectivo o del conjunto de la estructura social.

Duración corta: Historia episódica, que se encarga de hechos puntuales referidos a la política o a grandes hombres.

Para Braudel, la historia de larga y mediana duración es de vital importancia para comprender la Historia, despreciando lo azaroso, lo episódico.

Un ejemplo de episodio podría ser el atentado terrorista contra las Torres Gemelas del 11 de septiembre de 2001 en Nueva York. El hecho en sí no explica nada referente al nuevo orden mundial que se ha ido gestando tras la caída de la URSS, ni a la política exterior estadounidense, ni la situación en Oriente Medio.

La historia estructural y conceptual debe absorber los episodios, los cuales deberán ser integrados en planos explicativos más amplios para desarrollar un análisis completo. En un libro de Historia no debería aparecer una crónica de dicho atentado, no somos periodistas.  Y porque el azar escapa a todo control por tratar de establecer un método científico a la Historia. Si aquel día los terroristas hubieran sido detenidos antes de secuestrar los aviones, la Historia no hubiera cambiado en términos de larga y media duración. A lo mejor no se hubiera producido, fruto del azar del éxito del atentado, la inminente invasión de Afganistán, pero la política exterior norteamericana en Oriente Próximo iniciada tras la I Guerra del Golfo (1991) no hubiera variado nada.

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El Árbol, el alcalde y la mediateca (Eric Rohmer, 1993)

Podemos decir que se trata de una película en la que el argumento o el tema de la misma es lo de menos. Es un tema cualquiera, como podría haber sido otro, para desarrollar su principal objetivo: transmitir un mensaje moralizante y humano, además de hacer reflexionar al espectador. Pese a ser una película estrenada en 1993, presenta una realidad muy presente, e incluso acentuada en nuestros días: el individualismo y progreso imparable de las nuevas tecnologías sobre el planeta y el ser humano en su colectivo.

Se trata de una película en la que el azar y la confrontación giran en torno al tema, que el alcalde de un pueblo rural quiere construir una mediateca en un terreno natural, la cual no se llegará a realizar como consecuencia de los avatares del destino.

Pero añadiría otro elemento más: la sabiduría, la libertad y la bondad propia de los niños. Sobre si la bondad en un don innato o no podríamos reflexionar. Sobre el papel de los adultos en la educación de los niños y su capacidad para ello (¿nuestros mayores nos educan?) también. Pero lo que quiero resaltar es que los niños y los jóvenes, dentro de nuestra inexperiencia y limitaciones, podemos dar lecciones a nuestros mayores, sin embargo se nos desautoriza en numerosas ocasiones por ser jóvenes o pequeños. Y en la película se refleja cómo un niño puede dejar sin argumentos a un adulto presa del individualismo y la manipulación que se desarrolla en el “mundo de los mayores”.

No defiendo que haya que tratar a los niños o a los jóvenes como adultos, sino como corresponde a la edad. A lo que me refiero es que no hay que tomarles por tontos o menos inteligentes por su edad. Por desgracia ese trato infantil se extiende en el tiempo, y escuchamos a los adultos exclamar “nuestros gobernantes nos toman por tontos, nos tratan como niños” o “tratan de vendernos un mensaje infantil”, y frases por el estilo. Una de las primeras moralejas de esta película podría ser: Escuchemos a nuestros mayores, de acuerdo, pero a nuestros niños también.

Como decíamos, el desarrollo de la trama gira en torno a la confrontación. Algunos de los elementos que Rohmer confronta son el campo y la ciudad, la tradición y el progreso y la izquierda y derecha política, con el fin de desarrollar un mensaje humano y hacer reflexionar, totalmente imparcial ante cualquier forma de ideología o pensamiento.

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Documental sobre Vladimir Lenin

A continuación desarrollaremos una crítica historiográfica del documental que os presentamos:

Parte 1

Parte 2

Parte 3

Parte 4

Se trata de un documental biográfico sobre la figura de Vladimir Lenin, al que definen como uno de los hombres que mayor influencia y controversia han provocado en el siglo XX. A lo largo de la narración se intercalan comentarios y análisis de un analista ruso, nacido pocos años antes de la Revolución de 1917, y de historiadores norteamericanos.

Como decíamos es un análisis a la vida del líder bolchevique, sin embargo resulta chocante el cariz que toman las intervenciones de los analistas, asimilándose el tono del documental a las biografías sobre alguna celebridad del mundo de la farándula en el canal Biography Channel. También hay que señalar que este tipo de historia biográfica y episódica, reducida a los grandes personajes y a su determinismo sobre los acontecimientos no encajaría en el tipo de historia que al historiador (casi) que os escribe le gustaría desarrollar en su labor investigadora.

De producción norteamericana, hay que resaltar su parcialidad. No esperamos documentales filocomunistas producidos  por los grandes medios de comunicación norteamericanos. A lo largo del XX, corrientes como Annales han criticado la imparcialidad y la objetividad historicista. Sin profundizar en este debate, y rechazando la narrativa en favor del análisis y la explicación, teniendo para ello que ser subjetivos, este documental roza la propaganda anticomunista propia de los EE.UU de una manera algo discreta pero eficaz. No pedimos parcialidad, sino analistas que se mojen y que expliquen, pero tampoco queremos propaganda.

Esa “propaganda” de la que hablamos se refleja en el análisis de la personalidad de Lenin y en el trato que le dan a la violencia de los bolcheviques, pese a que no vamos a entrar a valorar los actos violentos que se produjeron en la convulsa Rusia de los primeros años del XX, puesto que no es el cometido de esta entrada.  Empezando por cómo se refleja la violencia, se desprende ese tufillo de la propaganda yanqui en la que la violencia es equiparable al terrorismo y a la barbarie, siempre y cuando no se  haga bajo el manto de las barras y estrellas y en nombre de la ¿libertad y la democracia?

En cuanto al análisis a la personalidad y familia de un personaje, consideramos que puede resultar enriquecedor para ampliar las perspectivas del estudio o, incluso, para captar la atención de una audiencia variada, pero con ciertos límites. Para empezar, se cuenta con el citado testimonio soviético que relata la mitificación de la figura de Lenin por parte de la URSS, como el “abuelo” u hombre bondadoso, para contrastarlo con los comentarios de los analistas, que lo presentan como arisco, mandón, frío…

Que no lo ponemos en duda, ni la labor propagandística que ejerció la URSS  ni la personalidad del personaje, pero consideramos que de este modo, a parte de la clara tendenciosidad, se empobrece o se dinamita un posible análisis psicológico, ideológico o personal del personaje. Además, se dice en el reportaje que Lenin cautivó a cuatro generaciones de rusos, por la mitificación que se produjo de su figura tras su muerte. Sin embargo consideramos que ese desarrollo de figuras exaltadoras y legitimadoras de la URSS no es consecuencia ni paralelo a la revolución, de la que es protagonista Lenin, sino que se trata de una desviación posterior una vez muerto.

En este desarrollo de su personalidad criticamos dos comentarios. Uno de los historiadores consultados para el reportaje, muestra una visión muy simple y manipulada de la figura del revolucionario en sí, pues le extraña que de una familia de clase media y unida, salga un hijo tan intransigente y radical. Es decir, que en opinión de este señor, si se es de buena familia habrá que ser formalito, fino y aparente, y si formas parte de un movimiento revolucionario es una consecuencia de una familia disfuncional.

Opinamos lo contrario. En momentos convulsos y de pesadas cargas, las masas populares se pueden soliviantar espontáneamente u organizándose entre ellos. Sin embargo una gran mente, controvertida o no, va a surgir de entre la clase media por tener oportunidad de llevar una vida cómoda que le permita formarse. La masa popular está atada y limitada para desarrollar aspectos más allá de trabajar para poder subsistir, aunque a veces trate de sacudirse las cadenas. Un muchacho de buena familia tiene más capacidad de movimiento para conocer otros círculos o entrar en contacto con otras ideas.

Otro de los historiadores consultados, J. Arch Getty de la Universidad de California, realiza unos comentarios más analíticos y amplios, más eruditos, al afirmar cosas como que Lenin creció en una sociedad polarizada por ricos y pobres, reflejándose esa polaridad en la educación, al alcance de una familia como la de Lenin, en la que su hermano mayor aspiraba a abandonar el pueblo para estudiar.

También nos choca, es este análisis de la personalidad, ciertos comentarios en torno a la compañera sentimental de Lenin. Presentan fotografías suyas en las que sale seria, comentando uno de los analistas que da una imagen de amargada, cuando Lenin decía que era dulce. Este tipo de comentarios nos chirrían muchísimo, puesto que nos resultan más propios de otro tipo de programas o personajes, y porque no aportan nada en un análisis sobre la revolución rusa y uno de sus líderes. Se me viene a la cabeza el siguiente ejemplo, que a partir de unas fotografías publicadas en una revista de la infanta Cristina, comenten desde su ropa o su peinado hasta la cara de amargada que tiene desde el juicio a su marido.

Por último, respecto a Lenin y la revolución, ese carácter episódico y reducido al personaje que nos presentan acaba por mostrar una imagen tendenciosa de Lenin. No vamos a considerarlo nosotros como un héroe ruso, pero no reducirlo a un violento insignificante sin protagonismo alguno durante la revolución, como a veces lo presenta el documental. Lenin estuvo exiliado, por lo que la revolución de febrero no la vivió en Rusia. Pues a partir de su exilio presentan a un Lenin sin apoyo popular, bandido y ajeno a la revolución, como si el bolchevismo se redujera a su persona. A parte de presentar una idea de revolución vacía y a un Lenin vacio de humanidad, un simple muñeco absorbido por la política, y sin más ideología que alcanzar el poder a través de la revolución.

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¿Puede servir la Historia para la predicción o para la previsión del futuro?

Descartamos de entrada que podamos predecir el futuro, no somos videntes. Pero a partir de la experiencia histórica, de nuestro campo de visión histórico, realizar análisis o establecer esquemas que podrían repetirse en el futuro. Si un historiador afirma que el fascismo experimenta un auge en tiempos de crisis, es porque anteriormente se ha experimentado dicho proceso en un contexto de crisis. Ahora que estamos en crisis, ¿tiene que pasar lo mismo? En absoluto, pero podrían desarrollarse ciertos fenómenos o esquemas.

Cuando se dice que la Historia es cíclica o repetitiva o cuando se trata de prever el futuro, podemos caer en el error de considerar que como tras las crisis del 29 se produjo una gran guerra y se alzó el fascismo, ahora se reproduzca la misma película. Ni podemos afirmar que se va a producir una nueva gran guerra, ni que va a surgir un nuevo “enano austriaco con bigote con más cojones que el caballo del Espartero”. Pero si advertir que en tiempos de crisis crecen ciertas ideas totalitarias y se producen ciertos conflictos, con gran guerra y sin gran guerra, con enano y sin enano.

Esta pregunta nos lleva a otra que en ocasiones nos han planteado a lo largo de la carrera: ¿Qué hubiera pasado si fulano no gana las elecciones? o ¿Hubiera sucedido otra cosa si fulano gana la guerra en lugar de perderla? Pese a que un acontecimiento histórico puede estar cargado de azar y marcado por sus protagonistas, un proceso histórico que está determinado por una corriente ideológica va a desarrollar el mismo esquema, aunque las “batallitas” hubieran sido otras si no llega a existir el “enano de turno”. Por ejemplo, la lucha de clases sigue un esquema establecido, la existencia de conflictos sociales debido al antagonismo entre las clases dominadas y las dominantes. ¿En toda lucha de clases se reproducen los mismos acontecimientos o resultados? No. ¿La lucha de clases supone conflictos e intereses contrapuestos entre diferentes clases? Sí.

Este tipo de ejercicios o de reflexiones (¿Qué hubiera pasado si…?) han sido escasos a lo largo de la carrera. Y considero que son muy recomendables porque permite al estudiante sumergirse en las entrañas del proceso histórico, llegando a encontrar y a comprender su sustancia. Así ampliará su campo de visión, ya de por sí, más denso que el de otros científicos sociales, por el amplio espectro temporal que abarca.

Con esta reflexión llegamos a una pregunta que se planteó en clase durante el debate: ¿Se disfrazan los periodistas de historiadores en la actualidad? Responderé con otra pregunta: ¿Podemos los historiadores disfrazarnos de periodistas?

En una entrada anterior decía que todos deberíamos llevar un historiador dentro. Por lo que si el periodista (o cualquiera) se disfraza o realiza la labor del historiador, está en su completo derecho, siempre y cuando no falte al rigor y al método historiográfico. Al igual que el historiador puede aprovechar su amplio campo de visión para hacer periodismo, o para desarrollar otras ciencias sociales como la sociología, la politología o la antropología, así como beber de ellas para enriquecer su trabajo como historiador. Nuestra formación como historiadores hubiera sido más completa, si durante estos cinco años hubiéramos mirado con más interés a la filosofía y a las otras ciencias sociales. Sin embargo, ha sido algo residual y, en general, condenado a ser materia de asignaturas optativas.

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¿Se puede comparar la Historia de épocas diferentes?

 (en la imagen: Bagdad, tropas estadounidenses contra yihadistas entrenados por Al-Qaeda)

Comparar épocas diferentes puede resultar poco riguroso si no establecemos unos límites al ejercicio de comparación. El ejercicio de comparación por parte del historiador debe centrarse en encontrar reminiscencias del pasado en el presente que todavía gocen de validez, o esas mismas reminiscencias en un momento posterior en el que todavía tuvieran validez; así como las diferencias de las épocas que estemos comparando.

No es un ejercicio que entrañe dificultades para un historiador. Ahora, si juzgamos y emitimos una sentencia estaremos extralimitándonos y podemos caer en el error y en la falta de rigor, porque no somos jueces. Nuestro papel, por mucha proyección social que tenga, es presentar pruebas en los juicios de la memoria colectiva. El historiador no tendría, por ejemplo, que condenar al régimen franquista y declararlo ilegítimo y genocida (personalmente e ideológicamente, sí). Pero si presentar las evidencias que podrían llevar a un tribunal y a la sociedad a considerar que durante el franquismo se produjeron crímenes de lesa humanidad, o las evidencias que ayudarían a la sociedad a recuperar su memoria.

Comparar épocas y juzgarlas nos puede conducir a otros errores si juzgamos, a generalizar y a etiquetar. A veces nos chirrían a los medievalistas comentarios como “es medieval” o “todavía estamos en la Edad Media” para referirse a aspectos oscuros, fanáticos y violentos, comentarios que realizan incluso nuestros compañeros de otras áreas. No es que el medievalista sea un cuentacuentos para niños que presente la imagen positiva de reyes salvando princesas y de trovadores cantando gestas. Porque no son más que clichés o etiquetas que colgamos como si fuera un sambenito,tanto si son positivos como negativos. Sin embargo, sí que podemos encontrar evidencias de origen medieval (o evidencias ya existentes en la Edad Media y originarias en la Antigüedad Clásica) que se proyectaron en épocas posteriores o que llegan hasta hoy.

Pero el principal error en el que podemos caer a la hora de comparar es el sensacionalismo. Estaríamos llevando la comparación a un extremo poco riguroso. ¿Podemos definir historiográficamente como Cruzadas los actuales conflictos en Oriente Próximo en los que está metido Estados Unidos? ¿Fueron Bush, Blair y Aznar una Cristiana Alianza contra el infiel musulmán? Alcanzar esas conclusiones impactarían al receptor, pero no tienen base alguna, porque el lenguaje y el contexto social, político, ideológico y religioso no es el mismo. Si que podría afirmarse, en líneas generales, que Oriente Próximo es un espacio geográfico que sufre graves conflictos tanto internos como venidos del exterior, así como un área con una tradicional presencia de las tres grandes religiones monoteístas, que dichos conflictos se remontan en el tiempo, y que las causas generales de dichos conflictos podrían ser los siguientes o estar determinados por…

Hayamos avanzado mucho o poco desde las Cruzadas, un historiador no puede establecer esas comparaciones (ya si metemos al 11-S, a Nostradamus, a profesores norteamericanos y a los OVNIS en el mismo puchero, ya tenemos un documental del actual Canal de Historia). Si nuestro objetivo fuera impactar a una audiencia con escaso nivel en el ámbito de la historia para que no cambie de canal lo conseguiríamos. Aun así, no habría que tomar por ignorante a la audiencia, y hacer programas de historia rigurosos pero a la vez atractivos, entretenidos y para todos los públicos.

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Los cultivadores de Clio II (entrevista a Aguirre Rojas)

Sobre las categorías temporales que usamos (pasado, presente y futuro), Aguirre Rojas plantea un reto historiográfico a los futuros historiadores y científicos sociales en general.  Aguirre cita a Aristóteles, el cual planteaba lo siguiente:

El pasado es lo que fue pero ya no es, por lo que no existe. El futuro todavía no es, por lo que tampoco existe. En conclusión, el presente es el único que existe. El pasado existiría dentro del presente como memoria o recuerdo, y el futuro como anticipación o prefiguración.

¿Pero existe el presente? San Agustín plantea esta paradoja. Según Aguirre el tiempo debe ser con categorías diferentes a presente, pasado y futuro, puesto que se han quedado cortas. S. Agustín nos diría, que el presente no es el año del 2012, porque febrero de 2012 ya es pasado, ni mucho menos junio del 2012, porque el 1 de junio es pasado. ¿Y el día 4 de junio es pasado? Ahora son las 11:30 de la mañana del día 4 de junio de 2012. Lo que ha pasado hace dos horas ya no es presente, es pasado. En torno a esta cuestión, Sartre planteaba que la dialéctica del antes y del después son más relativas. A lo que añade Aguirre, que Braudel no usaba mucho las categorías pasado, presente y futuro. Aguirre nos plantea a todos los científicos sociales (no solo a los historiadores) el reto de resolver esta cuestión y plantear otras categorías de tiempo.

A raíz de este debate, en el que perdemos totalmente la noción del tiempo en el que vivimos, si es que alguna vez lo hemos encontrado y permanecido en él, nos preguntamos lo siguiente: ¿Se puede comparar la Historia de épocas diferentes? ¿Puede servir la Historia para la predicción o para la previsión del futuro?

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Los cultivadores de Clío (entrevista al historiador Aguirre Rojas)

La entrevista a Carlos Aguirre, así como las preguntas planteadas por Antonio Carrasco, nos han sugerido la siguiente reflexión. Carlos Aguirre es Doctor en Economía y en Historia. Se desempeña actualmente como investigador en la Universidad Autónoma de México. Es autor de una notable obra en torno a las escuelas y tendencias historiográficas europeas en el siglo XX. De manera especial ha sido un estudioso sistemático de la obra de Fernand Braudel y las diferentes generaciones de la conocida escuela de los Annales.

Parte 1 (5′ 14”)

Parte 2 (8 ’13”)

Parte 3 (10′ 20”)

Parte 4 (10′ 22”)

A lo largo de la entrevista, Aguirre Rojas expone las funciones que han desempeñado la historia y los historiadores y qué funciones o retos deberíamos plantearnos los historiadores, pero sin perder de vista los paradigmas de Braudel y, en menor medida, de Marx.

En cuanto a la función de la historia, ha tenido dos papeles fundamentales. En manos del poder ha sido un simple registro de las glorias de la clase dominante con el fin de dominar y legitimar, apropiándose para ello de todo, por ejemplo de la historia. Es lo que plantea, según Aguirre Rojas, Walter Benjamin en sus reflexiones sobre filosofía e historia.

Por otro lado, la historia real, como ciencia, es un arma de emancipación de la gente, en especial de los oprimidos, como la historiografía marxista, que permite entender los conflictos de clase. Por esta vía, el historiador debe adquirir compromiso social, para emplear la historia para ayudar a avanzar a la sociedad y para, según el autor, devolverle lo que ella nos da.

Coincido con el autor en que el historiador debe ofrecer un servicio a la sociedad, con el fin de progresar y emanciparse a nivel educativo, ético e  ideológico, repercutiendo ello en la cultura, la sociedad y la política, y así abrir nuevas vías de pensamiento, como avanzar en las ya existentes, independientemente de la tendencia historiográfica que se desarrolle.

Nos engañaríamos si dijéramos que la historia no tiene orientación política. Forma parte de su campo de visión, como la cultura, la economía, los estamentos, las instituciones, la religión… pero su politización no debe denostarse, porque no siempre la politización es para manipular por parte del poder. ¿Esto quiere decir que cuando la historia se emplea para emancipar a los pueblos no está politizada? También lo está. ¿Pero es una politización más real o más justa? Se tiende a pensar que cuando la historia la usa el poder es para manipular y legitimarse, y es así. Y no sabría, en realidad, como responder a esta pregunta… ¿es una politización más justa? La justicia se hará por si sola, de forma natural, a partir de una correcta labor investigadora, la cual no ignorará ciertas fuentes y contrastará las mismas. No faltando al rigor científico estaremos ayudando a la sociedad… aunque a lo mejor ideológicamente no sea nuestra intención en un principio…

Lo que debe hacer el historiador en cualquier caso es escapar de la manipulación y el servilismo con fines maquiavélicos. Por muy libres que seamos en nuestro trabajo científico, vamos a estar influenciados por nuestra ideología y por la época que nos toca vivir, lo que nos puede limitar en cierto modo. Y servidores vamos a ser en la mayoría de los casos. Por ejemplo, siendo profesor en una universidad, estatal o privada, vas a estar al servicio del Estado o de una institución. Pero ese servicio no se proyectará hacia la sociedad en cuanto el Estado o la institución te marquen claramente la línea ideológica a seguir en tu labor, como si fuera dogma, y te censure cuando te salgas de la misma.

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“La Ola” (II)

Los alumnos se mostraban escépticos ante la posibilidad de que resurgieran un estado totalitario e ideologías como el nazismo. Clara muestra de una inmadurez y falta de conciencia, que no tienen porqué estar asociadas a su juventud, puesto que esa ignorancia y falsa felicidad infantil alimentadas por el individualismo, el consumismo, el materialismo, el temor, la desmotivación y la falta de ideales afectan a toda la sociedad y conducen hacia el alienamiento.

Estamos pues, ante una sociedad que no se ve capaz de cambiar/mejorar el sistema o que antepone su persona al bien colectivo, pero que absorbe como una esponja ciertas ideas en momentos de frustración y de sentimiento de inferioridad. Esa frustración será volcada de forma violenta en su entorno, afectando a los colectivos más desfavorecidos de la sociedad o enfrentándose a otras ideologías, debido a su incapacidad para adquirir conciencia y aportar soluciones, ideas o alternativas, aunque éstas supongan también cierta radicalidad o espíritu revolucionario. Y esos sentimientos supondrán orfandad, la cual se verá aliviada por la protección del líder.

Nos preguntamos si sería posible, en el contexto histórico actual, que se produjera un movimiento totalitario similar al nazismo. La respuesta parece ser obvia si atendemos a la historia, puesto que la respuesta está en ella. El problema es que olvidemos la historia, pues entonces estaremos condenados a repetirla. Por ello la historia es tan importante, por ello es maestra y didáctica. La asignatura de historia en la educación secundaria parece que esté orientada a vomitar un esquema en torno a un texto. Y no debería ser así, la historia nos debería enseñar a ser humanos, a ser ciudadanos, a ser políticos, o dicho de otro modo, a romper tabús, a pensar por uno mismo, a participar en la sociedad civil y a adquirir valores democráticos y sociales. En cada persona debería haber un historiador, y eso supondría estudiar hasta el último día de nuestras vidas, porque somos historia, formamos parte de la misma, estamos, en mayor o menor medida, haciendo historia, construyendo la sociedad.

Retomando el hilo de la pregunta planteada, rechazamos preguntarnos ahora si un estado totalitario o el resurgimiento de ciertas ideologías serían posibles en España, en Alemania o Francia… pero miremos a nuestro alrededor, analicemos la actualidad: Grecia.

En las recientes elecciones griegas del 6 de mayo de 2012, el partido neonazi Amanecer Dorado, como si se tratara de la actividad experimentada en el aula por un profesor a lo largo de una semana, obtiene el 7% de los votos (21 diputados), cuando la “semana anterior” (elecciones de 2009) apenas obtuvo el 0,3% de los votos.

Al igual que en el aula representada en la película, cualquier ideología puede ser el motor principal de un proceso histórico. Lo ha sido y podría volver a serlo. Como la clase del instituto de la película, Grecia ahora mismo es un experimento del que no sabemos cuál va a ser el resultado ni si se va a ir de las manos. Por ahora vemos como entre los jóvenes, parados y vecinos de barrios con alta concentración de inmigrantes, se ha ganado la confianza en las urnas un partido neonazi como consecuencia de la frustración y de la crisis socioeconómica. Pero se trata de un partido “sin programa”, sin alternativas, y cuya fuerza se canaliza a través de una simbología, de un  mensaje violento y de un nacionalismo que señala y persigue a inmigrantes, homosexuales y prensa.

Probablemente el líder de dicho partido no salga dentro de 50 años en los libros de historia, como si se tratara de Hitler, y no sea más que un insignificante profesor de instituto con las horas contadas como docente por su delirio. Pero las ideas están en la calle, en el subconsciente de la sociedad a la espera de otro profesor. Tenemos la historia como arma, usémosla, no para adoctrinar, sino para educar.

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“La Ola” (Dennis Gansel, 2008)

Película muy recomendable para un público a partir de los 13 años por su pedagogía, visceralidad y tragedia, que la convierten en una sobresaliente crítica político-social basada en hechos reales.

La película está ambientada en un instituto alemán en el que un profesor imparte un seminario sobre la autocracia como forma de gobierno, pese a preferir el tema de la anarquía, más cercana a su ideología. El profesor (además de entrenador del equipo de waterpolo) planteará el tema, no desde la teoría, sino desde la práctica a partir de la introducción de la una serie de estrictas normas y creación de símbolos, en colaboración con los alumnos, con el fin de poner en situación a los mismos de lo que es un estado totalitario y de cómo es posible manipular a las masas, adoptar ideologías como el nazismo y volver a levantar en la actualidad dictaduras como el Tercer Reich, pero reducido al espacio del aula.

Sin embargo, durante la semana que dura la actividad, la situación se va de las manos tanto por parte de los alumnos como del profesor. El profesor se mete inconscientemente en el papel de líder, puesto que se siente respetado y obedecido por esas normas que han establecido, siendo realmente duro e intimidatorio con los alumnos que se muestran “disidentes”, agobiados y ofendidos por el clima creado en clase. Los alumnos trasladarán fuera de clase el sistema creado, formando parte de su vida diaria tanto en el ámbito familiar como en sus círculos sociales (amistades, deporte…), por lo que pronto se verán enfrentados con otros grupos, amigos y compañeros.

Consideramos que es factible que se produzcan estas situaciones entre jóvenes con edades conflictivas. La pertenencia a un grupo y ser respetado y aceptado, así como la adopción de símbolos que les identifiquen y les diferencien del resto, pueden provocar la aproximación a ciertos grupos refugio de jóvenes con poca personalidad, miedos y prejuicios.

Es lo que se produce en la película, llegando al extremo del suicidio del joven en el que más se marcan esas características. Un adolescente que por fin se ve integrado y respetado, y que además se ve respaldado para enfrentarse a sus enemigos, pero que queda atrapado por la simbología y la férrea disciplina, convirtiéndose en la sombra de la figura paternal que representa el líder, hasta que éste es consciente de que la situación se ha descontrolado y pone fin al experimento, rompiendo la burbuja en la que se habían metido los jóvenes, lo que provoca el suicidio de la mente más débil y atrapada del sistema creado.

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Práctica

En la clase práctica del 7 de mayo de 2012 de Tendencias Historiográficas Actuales hemos creado un blog en el que publicaremos las prácticas que hemos realizado a lo largo del cuatrimestre.

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