Bienvenidos al blog de Jaime Alemañ Cano

LA  HAMBURGUESA  NIHILISTA

¿A QUIÉN TRATAN DE ENGAÑAR?


REFLEXIONES

Solo ellos, ¡qué se le va a hacer!

Cada vez que releo a Bukowski me identifico más con él, a mi manera, claro; no bebo, no me gusta beber, solo tabaco y café y «comeduras de tarro» (léase en la RAE, pues para los trasnochados esta expresión está permitida); para romanticismos ya no estoy, camino de los 69 años resulta problemático sobre todo cuando se ha dejado de tener un cuerpo idóneo.

 Los editores parecen sordos, mudos y ciegos. Lo que hay a su alrededor no lo saben valorar, y lo mismo ocurre con los comentaristas, críticos y demás fauna de dislocadas pretensiones radiofónicas, televisivas o de la prensa escrita. ¿Realmente creen en los best sellers (en cursiva, para los tiquismiquis, pero expresión también permitida)? En este país no los hay, best sellers, digo, nunca los ha habido. Las ediciones son cortas, muy cortas, para poder crear una faja e imprimir en la misma: Vigésima tercera edición. Un poco mediocre ¿no?

 ¿Autores consagrados? Sí, conozco bastantes: Kafka, Sartre, Pío Baroja, Gogol, García Márquez, Saramago, Turguiéniev, Camus… ¿Hay más? No lo sabía; sarcasmo, por supuesto. Los consagrados son como la mayoría de profesores de universidad, endogámicos, y las editoriales los tienes a raudales. Bueno ¿y qué?, dirían los consagrados, y añadirían: tú eres bazofia constatable y a mi me publican todas las idioteces que escribo. Amén hermano, brindo por los consagrados. Bukowski escribe a Mike Gold en 1980: Por supuesto, se publica material mediocre tanto en las revistas independientes como en las de más tirada y en los libros. Los editores mediocres seguirán editando y los escritores mediocres seguirán escribiendo. Mucho de lo que se publica es producto de la política, la amistad y la estupidez. Lo poco bueno que se publica es por pura casualidad o una rareza matemática, como cuando un buen escritor se topa con un buen editor. Y a John Fante (autor de Pregúntale al polvo), le dice: Cuando se deja de escribir, ¿qué nos queda? La rutina. Movimientos mecánicos. Pensamientos huecos. No soporto la monotonía. (La enfermedad de escribir. Anagrama, 2015, págs. 177 y 174, respectivamente).

¿Democracia o plutocracia?

Las democracias se mueren, poco a poco, pero se mueren. La plutocracia será, ya lo está siendo, el nuevo orden mundial. La Edad Media era así, con ciudadanos impotentes y serviles ante unos pocos detentadores de los poderes terrenales y de otros poderes de no se sabe muy bien quién fue su otorgador; y a hora volvemos a ella, a la Edad Media, bajo el auspicio de las nuevas tecnologías. El poder no es de los gobiernos, sino de los que entre bambalinas se manejan; están colapsando la paciencia de la mayoría. Y frente a tal poder, nada se puede hacer. Los individuos estamos abocados a la desaparición si persistimos en la insolidaridad, la intolerancia y el despotismo medioambiental. Pierdo la esperanza en el mañana, pierdo la esperanza en el ser humano. El mundo no cambia, lo hace quien lo habita.

Yo no soy más que el otro.

Voltaire, Voltaire…

“Sólo la tolerancia puede hacer soportable la sociedad”

“Es una pasión muy terrible el orgullo que quiere forzar a los hombres a pensar como nosotros; pero, ¿no es una gran locura creer que se los trae a nuestros dogmas haciéndoles que se rebelen continuamente por las calumnias más atroces, persiguiéndoles, llevándoles a las galeras, a la horca, al potro y a la hoguera”

(Tratado sobre la tolerancia -Voltaire-)

Primo Levi

Primo Levi (Turín 1919-1987), nació en el seno de una familia judía. En 1941 se graduó como químico. Tras participar en la resistencia del norte de Italia, fue capturado y deportado al campo de concentración de Auschwitz.

En una de sus obras, Si esto es un hombre (Península. Barcelona, 2020), publicada en 1958 con un Apéndice de 1976, se pueden extraer las frases que se transcriben y que ya alertaban (hace seis décadas) de la posibilidad de un nuevo fascismo:

… un país se considera tanto más desarrollado cuanto más sabias y eficientes son las leyes que impiden al miserable ser demasiado miserable y al poderoso ser demasiado poderoso (p. 96).

Pocos años después Europa e Italia se dieron cuenta de que se trataba de una ingenua ilusión: el fascismo estaba muy lejos de haber muerto, sólo estaba escondido, enquistado; estaba mutando de piel, para presentarse con piel nueva, algo menos reconocible, algo más respetable, mejor adaptado al nuevo mundo que había salido de la catástrofe de esa Segunda Guerra Mundial que el fascismo mismo había provocado (p.193).

En todo el mundo, en donde se empieza negando las libertades fundamentales del Hombre y la igualdad entre los hombres, se va hacia el sistema concentracionario, y es éste un camino en el que es difícil detenerse (p. 205).

Si comprender es imposible, conocer es necesario, porque lo sucedido puede volver a suceder, las conciencias pueden ser seducidas y obnubiladas de nuevo: las nuestras también (p. 218).

… un nuevo fascismo, con su retahíla de intolerancias, prepotencias y servidumbre, puede nacer fuera de nuestro país y ser importado, quizás en puntas de pies y haciéndose llamar con otros nombres; o puede desencadenarse dentro de casa con una violencia capaz de desbaratar todo reparo. Entonces los consejos de sabiduría ya no sirven y se debe encontrar la forma de resistir: también en esto, la memoria de lo sucedido en el corazón de Europa, y no hace mucho, puede servir de sostén y admonición (p. 219-220).

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