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Los antecedentes rupestres

En la cueva de Loltún, en el noroeste de la península de Yucatán, se ha registrado una serie de pinturas rupestres, de pequeñas dimensiones – entre  0, 10 y 0,60m-, monocromas, pintadas con pincel en color rojo o castaño, a base de líneas gruesas y en forma esquemática. Entre los motivos representados hay figuras humanas masculinas algunas con falo, otras con sombreros, la mayoría en posturas dinámicas, aisladas, y sólo excepcionalmente relacionadas entre sí. También hay algunas formas como U invertida que se combinan con figuras alargadas grabadas que pudieran aludir a ritos de fertilidad (Strecker, 1976).

Las dificultades para el fechamiento de las pinturas rupestres no han sido superadas y siempre resulta hipotético cualquier intento al respecto. No obstante, por los motivos de estas pinturas asociados a la fertilidad, por las formas elementales de representación y por el hecho de que en las excavaciones llevadas a cabo en la cueva se detectó una cultura precerámica a base de instrumentos de sílex de corte y percusión anterior a 1800 a.C. (Velásquez, 1980), cabe suponer que se trate de expresiones de  grupos de cultura muy primitiva. Hipotéticamente se podrían considerar como antecedentes de un largo desarrollo pictórico posterior y correspondientes a sociedades de cazadores y recolectores que, al carecer de una arquitectura perenne, pintaron en chozas de materiales perecederos que ya no se conservan y en abrigos o cavernas como la Loltún.