Maquiavelo figura de un filósofo del renacimiento

Maquiavelismo

La contribución del maquiavelismo en la política europea es su idea de dividir la ciencia política de la moral y la religión (en su obre los discursos acerca sobre la primera década de Tito Livio, propone que la religión es un instrumento que debe ser utilizada por el estado).

La obsesiva persecución por el poder y del prestigio costara lo que costara, con independencia de las consideraciones éticas que se proponen a ese fin, ya que el fin importa más que los medios, ya que el fin importa más que los medios. Dicha concepción tiene antecedentes antiguos, especialmente griegos, en la figura de Anacarsis el escita y de Trasímaco.

El político, para gobernar a los hombres ha de disciplinarlos. Por ello ha de con seguir prestigio y autoridad mediante el uso de la fuerza (el ejército), lo que le obliga a prescindir de consideraciones éticas que solo las utiliza como apariencia, de modo que se utiliza como principio supremo la razón de estado: el objetivo del Estado es su propia supervivencia, y esta puede llegar a  legitimar un mal menor a costa de evitar un mal mayor. Esto nos viene a considerar que la mentira es la conducta política menos mala y que el asesinato político queda autorizado si este queda encubierto y con ello se logra que un mayor número de personas no muera.

Hay dos tipos de príncipes para Maquiavelo: los que escuchan y los que no escuchan: si el príncipe es débil, debe recurrir a la astucia mejor que a la fuerza y no ser esclavo de su palabra, sino de su conveniencia. Afirmó, pues, que “la fuerza es justa cuando es necesaria” y que “si puedes matar a tu enemigo, hazlo; sino hazte amigo suyo.”

Los textos de Maquiavelo enfatizan una especie de juego con el poder, en el cual se problematiza y soluciona los miedos de los gobernantes, en relación a las decisiones políticas. Como consecuencia, estas soluciones son vistas como justificación de acciones inmorales. “El hecho de que Maquiavelo describa inmoralidades no le convierte en inmoral”. La polémica surge una vez que todo fin es abstracto y justificado por los medios; sin embargo, Maquiavelo no afirma que este fin específico justifica los medios, sino que dice que éstos serán juzgados por honrosos por el vulgo (pueblo), al que desprecia por no ver más allá de las apariencias.

Esto se complica aún más cuando los lectores ven que Maquiavelo describe a los gobernantes que realizan acciones inmorales como virtuosas. La estructura y complejidad del príncipe genera distintos puntos de vista; pero queda claro que el objetivo al que quería llegar Maquiavelo era “Mostrar a otro cómo funcionan las relaciones reales de poder en la modernidad, y cómo se logra la estabilidad para que éste pueda tomar el mando y salvar Italia.”  La paradoja se encuentra en que en ningún lugar de El Príncipe o los Discursos se encuentran las palabras “el fin justifica los medios”, frases que se le atribuyen a la principal enseñanza de su primera obra.


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