Comprometida por sus señoríos franceses, la nueva dinastía de Foix-Albret no pudo evitar que Navarra –desgarrada todavía por los partidismos nobiliarios- fuera víctima del gran duelo entablado a comienzos del siglo XVI por la hegemonía de Europa.
Los ejércitos de Fernando el Católico ocuparon el país (1512) que, incorporado a la Corona de Castilla (Cortes de Burgos, año 1515), logró sin embargo salvaguardar su personalidad como reino, sus instituciones y una completa autonomía interna, resultando infructuosos los conatos de restauración (1516, 1521) apoyados por Francia.
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