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Política-economía.

Sobre las leyes naturales de la economía

La preocupación dominante de la economía política clásicafue la de enunciar las “leyes naturales” de este orden económico autorregulador. Adam vió aquí términos de fuerzas del mercado que establecían ciertos “valores naturales”, debido al funcionamiento de la competencia, sobre la oferta y la demanda. Por lo tanto dichos valores naturales se convirtieron en un término de comparación o norma, con la cual todos los precios artificiales, establecicos por inferencias y obstáculos y en forma de reglamentaciones legales (privilegios exclusivos de las corporaciones, estatutos de aprendices y monopolios), podían ser comparados y detectados. Por otra parte, el precio del mercado, que dependía de una configuración particular de la oferta y la demanda en un determinado momento y lugar tendía (cuando las condiciones de de libertad lo permitían) hacia el nivel “natural” en el transcurso del tiempo, pero en un mundo variable o no perfectamente libre, no había nunca coincidencia. “El precio natural… es, como si fuera el precio central, alrededor del cual los precios de todas las mercancías están gravitando contínuamente”. Ya en sus primeras conferencias tenía muy clara en su mente esta concepción: “cualquier política que tienda a aumentar el precio de mercado por encima del precio natural, tiende a disminuir la riqueza pública”; “todos los monopolios y privilegios exclusivos de las corporaciones, sean cuales fueren los fines benéficos para los cuales fueroninstituidos originariamente, tienen el mismo efecto pernicioso” que “los impuestos sobre las importaciones y las exportaciones”, los cuales “también obstaculizan el comercio”. Por tanto la mejor política es la de “dejar que las cosas sigan su curso natural”.

Ninguna prueba se ofreció para una proposición tan general como ésta. Sin embargo, no es una afirmación metafísica, ni lo fue la noción de “valor natural” por sí misma ( que el equilibrio que definía fuera hipotético no la hace metafísica), aunque por razones de terminología se le agregara una aureola metafísica, la cual sin duda produjo un impacto retórico mucho mayor en las futuras generaciones de economistas.

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Teoría de la competencia

Desde antes de sus primeras cnferencias en torno a 1746, Adam Smithhabía desarrollado ya, su más célebre idea en cuanto al trabajo de los hombres se refiere, la idea de la “buena competencia” o el papel benéfico del provecho individual.

Ésta dice que “los intereses individuales, cuando funcionan en libertad sirven al bien público y esto se da gracias a la competencia, la cual, “en una sociedad bien ordenada” asegura que “cada hombre trabaja para los demás mientras cree que está trabajando para sí mismo”.

Así lo expresó en su famosos aforismo: ” No es de la benevolencia del carnicero, del cervecero o del panadero que esperamos nuestra comida, sino de su preocupación por sus propios intereses. Apelamos, no a sus sentido humanitario, sino a su autoestimación, y nunca les hablamos de nuestras propias necesidades, sino de sus ventajas”.

Sin embargo, para afirmar esta teoría, no se apela a ninguna demostración lógica de que así debe ser, sino a los “principios de la armonía económica”, concedidos al mundo por la benevolencia divina.

Pero Adam Smith se equivocó.

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