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Actualidad y sucesos

Muerte de Pablo VI y coronación de Juan Pablo I

https://youtu.be/u-ab5Gtx_7A

“El papa Pablo VI murió con lucidez y rezando, el pasado domingo 6 de agosto, a las 21,42 minutos, en la residencia veraniega pontificia de Castelgandolfo, a veinte kilómetros de Roma”. Así comenzaba la nota de portada del diario El País, el martes 8 de agosto de 1978. La noticia se haría eco en todos los periódicos y diarios nacionales e internacionales, abriendo sus cabeceras con la imagen oficial del difunto papa, remitida por la Santa Sede esa misma mañana.

Juan Bautista Montini, Pablo VI, sería calificado en todos los medios como un papa radicalmente moderno, intelectual y diplomático; llegando a loarlo de izquierdista en los artículos de opinión de El País. La realidad nos dice que un papa que condenó los métodos anticonceptivos, el aborto y el divorcio. No obstante, abogó por reformas en el seno de la Iglesia, otorgando más voto a los países del Tercer Mundo para que la elección papal no fuese exclusivamente italiana.

El entierro se produjo el sábado 12 de agosto, bajo un espectacular despliegue de medidas antiterroristas. Al evento asistieron, en representación de nuestro país, el presidente Adolfo Suárez y sus ministros, de Asuntos Exteriores, Marcelino Oreja y el de Justicia, Landelino Lavilla. La misa sería retransmitida en directo por la red televisiva de Mundovisión. El sepelio se celebró en la más estricta intimidad, como era deseo de Pablo VI y la prensa del día siguiente anunciaba que “100.000 personas y más de 100 delegaciones extranjeras habían asistida a los funerales por Pablo VI”.

El cónclave para elegir al nuevo papa comenzó el 25 de agosto, con mucha expectación y diversas líneas especulativas por parte de toda la prensa, se encerraba los 111 cardenales para tomar la decisión, por obra del “Espíritu Santo” de elegir a un nuevo papa. Correrían ríos de tinta en torno los “papables”.

La elección no se hizo esperar y esa misma tarde, Albino Luciani pasaría a llamarse Juan Pablo I, en honor a Juan XXIII y su buen amigo, Pablo VI. La noticia de su nombramiento fue una sorpresa para todos, se siguió con la tradición de elegir a un papa italiano, que se rompería con la postrera elección de Juan Pablo II. Lo que más destacará la prensa será su sempiterna sonrisa y su origen humilde. Nada parecía augurar su repentina muerte, un mes más tarde.