En los documentos del siglo XII la palabra fuero es sinónimo de «ley», «uso» o «costumbre» de una comarca o «tierra». En el caso aragonés, eran una compilación de leyes que limitaban el poder del rey y tenían su origen en las “cartas de población” otorgadas por el monarca para atraer con privilegios a nuevos pobladores para un territorio. En las cortes de Huesca de 1247, Jaime I de Aragón promulgó que todos los jurados, alcaldes y, en general, todos aquellos oficiales encargados de administrar justicia, se basaran en dicha compilación a la hora de dirimir los pleitos. Con Pedro III (1240-1285), los fueros adquirieron naturaleza de pacto entre el rey y los nobles. Estas concesiones se extendieron posteriormente a Valencia y Cataluña, lo que supuso la institucionalización del pactismo en todos los territorios de la Corona de Aragón.
Fueros de Aragón
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