Arquitectura

Arquitectura Española en el Siglo XVI

Arquitectura Española en el siglo XVI Con el siglo XVI se llega a la plenitud del Renacimiento en la arquitectura española. Durante la primera mitad del siglo, coincidiendo con el largo reinado de Carlos V se percibe una rápida disminución de la influencia alemana y flamenca con una mayor dependencia de las líneas del Renacimiento italiano, debida en gran parte a los conflictos religiosos en el Imperio.

A principios del siglo, el plateresco tradicional mantiene todavía su rica ornamentación, que se aplica tanto a edificios religiosos como civiles. Las mejores expresiones del estilo plateresco son la fachada de la catedral de Astorga, obra de Gil de Hontañón y la Casa Ayuntamiento de Sevilla (1527-1564), construida según planos de Diego de Riaño.

La Catedral de Astorga

 

 

En este llamado estilo plateresco purista se percibe al mismo tiempo un mayor predominio de las líneas italianas y disminución de los excesos ornamentales. Es un notable ejemplo de este estilo el Palacio de Monterrey en Salamanca y la fachada de la Universidad de Alcalá de Henares.

 

La Universidad de Alcalá de Henares

 

Sin embargo, durante el reinado de Carlos V se evidencia el predominio de la línea italiana, de una mayor simplicidad y casi abandono completo de los ornamentos renacentistas preferidos en el plateresco. De ellos se encuentran numerosos ejemplos: en Andalucía el palacio de Carlos V, en Granada, obra sin acabar de Pedro Machuca (+1550), de puro estilo italiano sin entronque con los españoles.

En Andalucía el palacio de Carlos V

De gran importancia también y creciente a lo largo del siglo son las casas nobles, edificios dedicados a la administración local y los palacios tanto de la nobleza como de eclesiásticos, todo ellos magníficos ejemplos de arquitectura urbana. De éstos unos todavía de la tradición castellana del gótico florido, con o sin mezcla de plateresco, como en el palacio de los Momos en Zamora; otros más cercanos a los estilos renacentistas italianos, aunque con aplicación más profusa de sus elementos decorativos, como el palacio de Mancera en Úbeda, la Casa del Deán en Plasencia, o gótica levantina, ect. Notable es también el estilo palaciego de construcción en ladrillo, siguiendo un estilo geométrico sencillo cuyos adornos se reducen con frecuencia a los ventanales que forman la galería superior, estilo frecuente en Zaragoza.

El Palacio de los Momos en Zamora

El Palacio de Mancera en Úbeda

 

Característica de muchos de estos edificios, incluso en los de carácter religioso, es el uso de motivos decorativos políticos, mitológicos o simplemente del uso italiano, ya introducidos en el gótico florido y el plateresco pero ampliado ahora en su importancia y frecuencia. Son notables ejemplos la Puerta Nueva de Bisagra en Toledo, el portal de la iglesia de San Salvador en Ubeda, los adornos del claustro de Santa María de Nájera y los patios del palacio de Fonseca en Salamanca.

La Puerta Nueva de Bisagra

El portal de la iglesia de San Salvador en Ubeda

 

En el último tercio del siglo XVI, ya durante el reinado de Felipe II, la influencia italiana triunfó completamente sobre la exuberante decoración plateresca, buscando compensación a la desnudez ornamental en la masa y grandiosidad de la obra. El nuevo estilo quedó consagrado con la construcción del monasterio de El Escorial, por muchos años residencia preferida del monarca y uno de los monumentos más célebres de la arquitectura española. Su construcción fue ordenada por Felipe II en conmemoración de su victoria sobre los franceses en la batalla de San Quintín (1557).

El estilo herreriano caracterizado, más que ningún otro, por sus líneas definidas y sin adorno, pero de grandiosidad monumental alcanzó bastante difusión en España, con obras como la catedral de Valladolid, nunca acabada, la Lonja de Sevilla y el convento de Santa Teresa en Avila. Sin embargo esta influencia del estilo herreriano, debida en gran parte a la preferencia mostrada por Felipe II, nunca fue verdaderamente popular en España.

La Catedral de Valladolid

La Lonja de Sevilla

 

Paralelamente con éste se mantiene el mudéjar como el estilo arquitectónico tradicional, sobre todo en la región de Aragón. Aunque se va adoptando en él una transformación de líneas en las que se mezclan el románico, el gótico y, más tarde, el barroco. La inclinación tradicional, típica del estilo mudéjar, hacia el uso de artesonados y zócalos de azulejos se mantiene general en toda España. Aunque a lo largo del siglo se percibe una reducción a zonas de población morisca y mudéjar, y disminución de su popularidad en el resto de España, atribuible a la creciente división de cristianos y moriscos, en Castilla tras la guerra de las Alpujarras y en Levante tras la Guerra de Germanías.

 

Comments

Deja un comentario

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos necesarios están marcados *