…lo que ha sido más satisfactorio del viaje que apenas acabamos de empezar es descubrir que, pasando desapercibido, hay en ciudades medias como Orihuela y Villena un patrimonio artístico de un tremendo valor.
Orihuela y Villena han resultado ser dos de las ciudades que más me han sorprendido en cuanto a calidad del patrimonio artístico que atesoran. Ha sido todo un gran descubrimiento conocer las obras de Quijano en Orihuela, y las que hizo, en probable colaboración con Jacopo Torni o Jacobo Florentino, en Villena.
En la anterior entrada, hablamos de la obra de ambos artistas en el Palacio Municipal de ésta última ciudad. Pues bien, su actuación no acaba ahí: los dos participaron en las últimas fases constructivas de la Iglesia de Santiago Apóstol, aportando a una bellísima e interesante construcción gótica, de una gran calidad, una serie de elementos renacientes que aparecen como pequeñas pero imborrables huellas de su paso: por aquí pasaron dos de los mejores artistas del XVI.
Quijano, en la Iglesia de Santiago de Orihuela, se encargó de construir todo el dispositivo arquitectónico de cabecera del templo, de modo que creó un espacio nuevo, armonioso con el gótico pero a su vez independiente del mismo, haciendo en él un alarde de técnica. En el caso de la iglesia de Villena, el arquitecto cuenta con pequeños encargos para desarrollar su obra, y sin embargo, la muestra de un modo genial. En la torre de la Iglesia se encargará de construir dos originales ventanas, en las que mostrará la perfección técnica con la que cuenta y el genio creativo del que dispone. Estas ventanas parecen extraídas de un palacio romano del pleno renacimiento.
En el interior de la iglesia, Quijano trabajará en algún elemento más, como la puerta de acceso a la sacristía. No obstante, destacaremos ahora la actuación de Jacobo Torni o Florentino en la pila bautismal, una pieza escultórica exenta. Torni, consciente del marco gótico-catalán que albergaría la pila, la lobula en curvas y ángulos que se asemejan a los usados en las ventanas del gótico. Sin embargo, talla el mármol dándole una lectura iconográfica plenamente renacentista: arpías y esfinges de rostros amables se entrelazan con motivos vegetales y clásicos.
Podríamos destacar muchas cosas más, tanto de la Iglesia de Santiago, como de otros templos y lugares de Villena. Pero quiero terminar esta vez destacando lo que, para mí, ha sido lo más satisfactorio del viaje que apenas acabamos de empezar: descubrir que, pasando desapercibido, hay en ciudades medias como Orihuela y Villena un patrimonio artístico de un tremendo valor. Patrimonio accesible y que, con una simple consulta, podemos descubrir incluso en nuestras propias ciudades.
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