Actualmente, podríamos decir que se trató de un divorcio más que difícil y parafraseando a Don Quijote y su “con la Iglesia hemos topado, Sancho”, Enrique VIII se topó con la Iglesia, la hija de los Reyes Católicos y la tía del emperador Carlos V, una minucia.
El deseo del Rey por divorciarse de Catalina derivó no en un simple cambio de pareja, sino en la creación de una nueva Iglesia en Inglaterra, la Anglicana.
En 1520, la Reina le escribe a su sobrino el emperador informándole de las intenciones de su marido de divorciarse.Siete años más tarde, Enrique VIII pide la nulidad a Clemente VII alengando que era un matrimonio entre cuñados. En primera instancia, el Papa accede, pero por la presiones de la propia Catalina y de Carlos V, se lo deniega. Sin embargo, el Rey sigue adelante con sus planes y en 1531 se casa con Ana Bolena, ya embarazada de Isabel I.
A pesar de los esfuerzos del Rey, su enlace no es reconocido por la Santa Sede , y en 1534 es excomulgado. Enrique VIII se autoproclama Jefe Supremo de la Fe Anglicana.
A partir de este momento, Catalina abandona la corte por mandato de su “exmarido” y se traslada a Kimbolton,donde morirá.