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Encuentro en Valencia

Una carrera de obstáculos en silla de ruedas.

Familiares de afectados de espina bífida denuncian las dificultades para lograr empleo.


Jornada lúdica. Los más pequeños disfrutaron de juegos, talleres y teatro en el centro cultural de la Beneficència.


Isabel Olmos, Valencia

«Desde que nacen les preparamos para que tengan una vida normal y cuando llega el momento de que se integren como un ciudadano más, es la propia sociedad quien les impide independizarse». Con estas palabras resumía ayer una de las participantes en la jornada organizada en el centro de la Beneficència con motivo del Día Internacional de la Espina Bífida las importantes dificultades que tiene este colectivo para poder encontrar trabajo.

El porcentaje de integración laboral de los afectados de espina bífida -unos 400 en toda la Comunitat Valenciana, 200 de ellos en Valencia- es « bajísimo », según explicó ayer el presidente de la Federación Valenciana de Espina Bífida, Rafael Ramón, « entre otras cuestiones porque la administración no cumple con su obligación de hacer cumplir la ley para que las empresas les contraten ». Tras años de luchas por una escolarización digna en primaria y secundaria, cuando llega el momento de « hacer su vida » los afectados se encuentran que el único espacio en el que pueden ganar un sueldo y, por tanto, independizarse es trabajando en entidades deportivas o asociaciones « siempre dentro del mundo de la discapacidad », se lamenta Ramón, porque fuera nadie les contrata ni nadie les obliga a hacerlo. Igual o más de dolorosa que la laboral es para los padres la actitud carente de sensibilidad mostrada por algunos directores de centros escolares durante el período educativo. « Lo ven como un problema y piensan que si va un alumno con espina bífida se les llenará el centro de discapacitados o algo así », critica la presidenta de la asociación de Valencia, Pilar García.

Las atenciones que requieren por su enfermedad « no supone en ningún caso un obstáculo para su aprendizaje » pero se requiere educadores preparados y en constante contacto con la familia. « El trabajo con los niños va encaminado, no sólo a trasmitirles valores, sino también a aumentarles el autoestima aprendiendo a sondarse ellos mismos y ver que pueden ser independientes. Si los padres y la dirección del centro van juntos, se logra seguro », explica Garcia.