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Cada vez menos invisibles

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Sillas invisibles

En Canarias hay 200.000 personas que ven la vida desde una silla de ruedas y a pesar de ello son capaces de desarrollar todas sus necesidades sin depender apenas de nadie

16-12-2007

De izquierda a derecha, Carmen Bautista, Gloria Marrero Domínguez, Lourdes Guerra, Gisela Rivero Marrero, Alejandro Rodríguez Picavea, Pedro Cabrera Báez, José María Gómez Morales, Tomás Vélez García, María Jesús Díaz Llánez y Miguel Rodríguez fotografiados este jueves en el parque de San Telmo de Las Palmas de Gran Canaria.

LUIS DEL ROSARIO

MIGUEL F. AYALA

Sin hacer demasiado ruido han tomado las calles, las universidades, la Administración y otros puestos de trabajo en un lento proceso de normalidad durante el cual no todo ha jugado a su favor, por eso se sienten orgullosos de lo que han obtenido.

Alrededor de 200.000 canarios sufren una discapacidad física que en la mayoría de los casos les obliga a utilizar silla de ruedas para desplazarse y aunque a priori la situación puede resultar difícil de superar, se han ido haciendo un hueco en nuestras ciudades después de sufrir un fatídico accidente de tráfico, padecer una grave enfermedad o ser víctima de una negligencia médica.

Esta semana en que se celebra el Día Internacional por los Derechos de los Discapacitados y en la que se ha hecho público que una joven en silla de ruedas competirá por el título de Reina del Carnaval de Las Palmas de Gran Canaria, un puñado de hombres y mujeres con alguna discapacidad física han accedido a relatar cómo es un día de su vida, con qué problemas se enfrentan, cómo se sienten en una sociedad que a menudo les da la espalda e incluso alguno se ha atrevido a hablar de sexualidad, porque como dice el baloncestista Domingo Pulido, Pulido, una chica colombiana de 27 años, postrada en una silla de ruedas desde hace seis, que se va a convertir en la primera mujer discapacitada física que aspire al trono más importante de los carnavales capitalinos.

“Me parece una noticia fantástica”, comenta Andrés Padrón, de 38 años, empleado en el Ayuntamiento de Las Palmas de Gran Canaria y muy popular tras su paso por el reality show La Casa de tu vida, en Tele 5, al convertirse en el primer participante que en nuestro país accede a este tipo de concursos pese a utilizar silla de ruedas. “Nuestra situación ha cambiado mucho para bien, y este tipo de cosas ayuda a que el resto de la sociedad participe de la normalización que reivindicamos desde los colectivos de personas con movilidad reducida”, añade Padrón.

Y es que la palabra más repetida por la quincena larga de entrevistados para este reportaje no es otra que ´normalización´. “Por eso estamos tan contentas con el hecho de que una chica en silla de ruedas pueda medirse con otras chicas de pie”, asegura Carmen Bautista, presidenta de la asociación de discapacitados Aimifca, colectivo que junto a plataformas como Melodi o Aspaym han luchado desde Canarias por los derechos de este grupo de personas. No obstante, la serbia Jelena Zdravkovic, aquejada de distrofia muscular y en silla de ruedas desde hace una década, dice que “cuando no sea noticia que una chica con discapacidad se presente a un concurso de Carnaval o, como yo, gane un concurso internacional de belleza, entonces sí que habremos triunfado porque será un indicador de normalización absoluta”, argumenta esta bellísima modelo, muy famosa en Alemania, donde reside habitualmente.

BATALLANDO.

Mientras eso sucede, todos ellos siguen adelante con sus vidas sin darle demasiada importancia a su movilidad reducida. Por ejemplo, Pedro Navarro, de 37 años y empleado como teleoperador en la sede de Cruz Roja de Las Palmas, estaba el sábado enfrascado en la compra de regalos navideños junto a su chica y descansó un poco para reflexionar, por ejemplo, de que todavía hoy “haya gente que se sorprenda porque mi novia no tiene una discapacidad”.

Alejandro Rodríguez-Picavea, del Foro Vida Independiente http://www.forodevidaindependiente.org llega un poco más lejos en el tema personal y asegura que “aunque esté en una silla de ruedas” también tiene “necesidades sexuales y eso en nuestro país es un tema tabú”, explica poco después de recibir al periodista parafraseando a Groucho Marx. “Perdone que no me levante”, dice desde su silla de ruedas al recién llegado, haciendo un poco más sencillo el encuentro entre los dos desconocidos. “Hay países europeos como Alemania”, prosigue hablando sobre sexualidad, “donde los servicios sociales ofrecen lo que se denomina asistencia sexual, que consiste en pagar a una profesional para que practique sexo con personas discapacitadas. En España eso es un tema tabú”, agrega. “Estamos muy retrasados en esos asuntos y eso hoy en día se puede ver, por ejemplo, en algunos centros de internamiento donde no te dejan pasar a nadie a la habitación o te ponen pañales aunque tú no los necesites”.

El tema de los pañales indigna al grupo de personas que acompaña a Alejandro durante la entrevista, en el parque de San Telmo, y alguno opina que “los cuidadores y las enfermeras hacen eso para despreocuparse y no tener que estar llevándote al lavabo”. Dan incluso nombres de centros y hasta el de alguna asistenta en concreto. “No somos niños; somos personas adultas y como tales queremos que nos traten”, añade Gloria Marrero, integrante de Aimifca y otra luchadora nata que posee un negocio cerca de Mesa y López.

“Aunque seamos cojos, nos gusta la marcha”, bromea Rodríguez-Picavea. También le va mucho divertirse a Andrés Padrón, que se suelta rápido en cualquier tenderete donde haya una buena guitarra. Hasta Ismael Naim, presidente del Econy-Sandra y amputado debido a un tumor óseo, disfruta de lo lindo con sus compañeros de equipo en los frecuentes asaderos que organizan. “Bueno, ahora tengo los dos chiquillos y uno puede salir menos, pero claro que me gusta ir de copas como a cualquier otra persona”, añade el deportista. En ese sentido, es Pedro Cabrera Báez quien se queja de que “todavía hay discotecas en Las Palmas de Gran Canaria que no están adecuadas para personas en sillas de ruedas o donde los porteros te miran mal o te prohíben entrar a los locales”.

Uno se plantea, escuchándolos, que esos porteros no han dado con una mujer de carácter como María Jesús Díaz Llánez. O con una chica como Ana Rodríguez, de 36 años y presidenta de Aspaym. Ana está en silla de ruedas a consecuencia de un accidente de tráfico y cuenta que “para quienes caminan, salen y bailan es muy duro acostumbrarte a estar de repente en una silla de ruedas”. Dice que fue “un cambio radical” y recuerda cuando “no me fijaba en los bordillos o en las plazas de minusválidos. Eso”, explica, “me ha hecho sentir más excluida que el comportamiento de algunas personas. Una acera no adaptada para minusválidos me limita y eso me excluye a pesar de que soy una ciudadana más y pago mis impuestos como cualquier otra”, añade.

PRISIONEROS EN CASA. Las barreras físicas suelen ser la razón de que muchos discapacitados no salgan de sus casas y es que aunque cada vez son más habituales las personas con sus sillas de ruedas circulando por la capital grancanaria, los consultados para hacer este reportaje conocen a “montón de gente” que se mantienen encerrados en su casa “porque no tienen quien les saque o porque carecen de una silla en condiciones”.

Pedro Navarro, que desde muy niño ya iba en silla de ruedas, recordaba este sábado a esas personas que siguen postradas en sus camas en muchísimos puntos de la Isla. “Me acuerdo de que cuando era niño era algo muy habitual. Estuve en San Juan de Dios y vi llegar al centro a muchos chicos que llevaban media vida encerrados en sus casas. Afortunadamente”, rememora, “la mayoría ahora no siente vergüenza de tener un hijo así. Lo tratan como uno más y eso es importantísimo para nuestro desarrollo”.

Coincide en lo que dice con todos los jóvenes consultados. Andrés Padrón, por ejemplo, asegura que después del accidente su familia le “sobreprotegió en exceso”. Más o menos lo mismo le sucedió a Domingo Pulido, que aunque sigue viviendo con sus padres, ya es un tipo independiente y autónomo que, por cierto, busca novia. “Y estoy bueno, ¡eh!”, bromeaba al respecto en otro momento de la entrevista. “La familia es importantísima porque supone un apoyo vital para todos, no sólo para nosotros, pero tampoco puedes aferrarte a ella porque es malo”, dice antes de contar que los amigos también juegan un papel crucial, “pero en mi caso, al poco de operarme, y no creo que hubiera pasado ni un mes”, recuerda, “quienes eran entonces mis amigos desaparecieron cuando supieron que tenía que ir en silla de ruedas”.

Pero Domingo no guarda rencor. Ni Ana, ni Andrés, ni Miguel, ni Pedro… De hecho, no les molesta que alguien les trate de ayudar en la calle “porque no siento que lo hagan porque estamos impedidos sino más por educación”. “Ahora”, añade Andrés Padrón en un momento de su entrevista, “me cabrea mucho cuando alguien dice eso de ´pobrecito, que va en silla de ruedas”. Dar lástima es quizá lo que más les molesta.
“No queremos dar lástima y cuando reivindicamos lo hacemos porque son nuestros derechos, y punto”, señala Carmen Bautista.

En ese momento, mientras unos hablan de ofertas de trabajo, otros mencionan las barreras arquitectónicas y el de más allá defiende la necesidad de implantar más ayudas técnicas, Tomás Vélez García exclama un poco enfadado y casi sin pensarlo dos veces: “¡pero, coño, si yo he trabajado con gente que es mucho más discapacitada que yo!”.