La pésima gestión de la Ley de Dependencia ha provocado retrasos masivos, aún no resueltos tras más de un año de su débil vigencia. Se llega a situaciones de caos, descoordinación, informaciones contradictorias, e inexistentes. Mientras, los insuficientes recursos económicos son evidentes.
El orden establecido de las prioridades a cubrir resulta sorprendente e indignante: ante todo, prima la creación de puestos de trabajo. Mucho después se considera de forma desigual el impagable y necesario bienestar de las familias.
Pero lo más irritante es la ínfima mejora, que nadie ha experimentado, en la calidad de vida de las personas que malviven vejadas por su situación de dependencia: a quienes realmente afecta e incumbe esta ley.
Lo único novedoso que presenta el catálogo de servicios y prestaciones es la Asistencia Personal, figura nada nueva fuera de España pero no se regula en absoluto laboralmente, y sólo se la menciona de pasada.
Seguro que el nuevo año trae incontables mejoras a esta ley. No será difícil.
* es miembro del Foro de Vida Independiente