Yace entre la luz el reflejo de mis sombras.
Cientos. Miles, millones de miradas se reflejan,
a la espera de la llama primaveral,
en busca de un sonido, que pueda llevarles al recuerdo
de un tiempo que se fue,
aferrándose al olvido.
Desconcentrados tonos guturales
de voces perdidas e indolentes.
Marchitadas rosas, de primavera celestial
en la que solo habitan los recuerdos de un tiempo que no fue,
de un tiempo mortecino.
Sonrisa abierta a la oscuridad de la noche
relampagueante de juegos sin sentido,
de dichas inventadas,
de miedos construidos.
Perdición del alma en la mirada,
perdición de la mirada en el vacio.
Navegante a la deriva de una sensación insoportada,
naúfragos sin ruta, sin sentido,
destapados del horror tintineante,
de un tiempo envejecido.
Callosas sonrisas, sin miradas.
Palabras perdidas. Destinos hundidos.
Tolerables momentos de intolerabilidad
que agudizan los sentidos.
Yace entre la luz el reflejo de mis sombras.
No sé si sigo ahí o ya me he ido.
(María)