Hacia la necesaria ruptura democrática
por Iñaki Errazkin
Siempre he pensado que la verdadera jornada de reflexión es la que se corresponde con el día inmediatamente posterior a una cita electoral. Los oráculos no existen y, como diría Pero Grullo, es más fácil hacer una autopsia con cadáver que sin él. Y empleo las palabras “autopsia” y “cadáver” intencionadamente, pues analizar lo sucedido ayer en las Españas es un acto político-forense, con la democracia de cuerpo presente como sujeto a examinar.
Tres son, a mi juicio, los datos que nos interesan especialmente a quienes pretendemos cambiar este reino indeseable por una república justa, amable y humana, solidaria e internacionalista. Como no les quiero aburrir, me referiré a ellos telegráficamente:
2.- Los revolucionarios vascos gozan de buena salud
Cuando en las madrileñas calles de Ferraz y Génova descubran que poner puertas al campo y diques al mar son misiones imposibles, empezaremos a aproximarnos a la solución de eso que se conoce como “conflicto vasco”. El Estado español tiene una deuda histórica con Euskal Herria y la paciencia del cobrador del frac es infinita.
3.- La izquierda parlamentaria está en fase terminal
Se equivocaron de Marx. Cambiaron a Karl por Groucho y así pasa lo que pasa, que partiendo de la nada han alcanzado las más altas cimas de la miseria. Gaspi abandona el campo que ha quemado y sus conmilitones han quedado como tontos en vísperas. Ya se oye la campanilla que anuncia la llegada del viático.
Epílogo
El capitalismo no se suicida. Sus alternantes gestores, verdaderas nurses institucionales, tienen como misión histórica su protección, sostenimiento y nutrición. Nos hallamos, pues, en un atascadero del que sólo podemos salir mediante nuestro esfuerzo y compromiso. Para ello es condición sine qua non tomar conciencia, en el sentido de adquirir conocimiento reflexivo de la situación que queremos subvertir. Aunque mucha gente no lo sepa (o no lo recuerde), la lucha de clases es algo más que un enfrentamiento deportivo entre dos aulas de instituto. Tenemos mucho trabajo por hacer, y aquí ni muere padre ni cenamos.