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Tetrapléjico por ser negro y sin ganas de luchar

Miwa lleva un año postrado en una cama por culpa de un racista que le propinó una paliza

NICOLÁS CASTELLANO / CADENA SER 20-03-2008

El 10 de febrero de 2007 Miwa regresaba andando a su casa, en Alcalá de Henares. De repente un joven de 29 años con el pelo casi rapado comienza a increparle. Todavía hoy no ha olvidado esos gritos: “¡Viva España, eres un mono!”. Miwa trató de obviar estos insultos, pero entonces comenzó a recibir golpes por la espalda, uno de ellos tan certero, en el cuello, que le dejó parapléjico. Su pecado, ser negro.

Mirella, la mujer de Miwa, todavía no se explica cómo el agresor que ha destrozado sus vidas, Roberto Alonso de la Varga, pudo pasar casi nueve meses en la calle hasta que el fiscal lo envió al fin a la cárcel. Además, piensa que si la agresión hubiera sido en sentido inverso, habría sido distinto: “No creo que vaya a olvidarlo. Me levanto con eso, es muy difícil. El agresor está en la cárcel, pero nos costó muchísimo encarcelarlo. Desde el 10 de febrero hasta noviembre estuvo en la calle haciendo lo que le dio la gana. Si Miwa hubiera agredido a un español la cosa hubiera cambiado”

Su casa es ahora el centro de rehabilitación de lesionados medulares de Vallecas, en Madrid, donde vive postrado en una cama con escasos ánimos para seguir luchando. “Ya llevo un año aquí, con esta pena. El tiempo lo hace más difícil para mí. Dormir, dormir, ir a la rehabilitación, volver a dormir. Es una pena”, manifiesta un apocado Miwa.

¿Cómo ven el racismo?

Miwa tiene 42 años y llegó a España en el año 2000. Entonces, todo el mundo le decía que no tendría problemas de racismo: “El racismo está en todos sitios, pero en España yo no lo sentía, no pensaba que pudiera estar a ese nivel. Las autoridades tienen que tomar medidas. Es ideal que esté en la cárcel y pague por lo que ha hecho”.

Sin embargo, Mirella ve el racismo como algo mucho más sencillo: “Nunca nadie me ha preguntado nada, ni la gente de mi propia escalera. Veo muchas cosas, en el autobús, en el mercado. Pocas veces alguien se sienta a mi lado en el autobús”.