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ENTREVISTA A PASQUAL MARAGALL. EX PRESIDENTE DE LA GENERALITAT CATALANA
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“El alzheimer se afronta en compañía, uno solo no puede”
El ex presidente de la Generalitat catalana, Pasqual Maragall, durante la entrevista que concedió ayer a INFORMACION.
RAFA ARJONES
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Padece una enfermedad que ataca su memoria, pero él sabe que en el imaginario colectivo se le recordará como “el alcalde de la Barcelona olímpica, el president del Estatut y el del alzheimer”.
Pasqual Maragall conserva intacto su optimismo, el sentido socarrón del humor que siempre le ha caracterizado, la fuerza de su personalidad y el empaque de un seductor nato.
En esta entrevista, realizada ayer en Elche, habla sin tapujos de su actitud ante el alzheimer, del que dice con ironía que “de ése no me acuerdo”, de su actividad a día de hoy, sus proyectos y su particular visión global de la política del futuro. Únicamente solicita no entrar en temas de la actualidad nacional.
SUSANA ABIA
Defina su momento actual.
Fantástico. Estoy en la millor terreta del mon.
¿Cómo ocupa su tiempo, a día de hoy?
De maneras muy diversas. Escribiendo, leyendo, aunque últimamente leo menos (lleva en la mano una edición de bolsillo de una comedia de Shakespeare, Trabajos del amor perdido, traducido al catalán por José María Segarra, y me recomienda su lectura) y grabando tres películas, documentales, en las que aparezco como actor o narrador. Una va sobre esto del Eisenhower, quiero decir el alzheimer -y ríe, irónico-; otra sobre el Baix Empordà, es una zona que conozco bien, allí tenemos una casa Diana y yo; y la otra sobre Jaume I. Me han cogido a mí como protagonista, como interlocutor de historiadores y de personas que tienen conocimientos sobre Jaume I. Por ejemplo, sale Rita Barberá, la alcaldesa de Valencia, porque hicimos juntos lo de la Eurorregión y hacemos un recorrido sobre las seis ciudades más importantes de su vida. ¡No paro!
Su mujer, Diana Garrigosa, que le acompaña como su sombra, añade que “ofrecemos a la gente que pone dinero la posibilidad de funcionar como accionistas de la Fundación, en una especie de empresa de capital de riesgo y si hay retorno de lo invertido pueden recuperarlo”.
No es el Estado, ni la Generalitat quien subvenciona o apoya económicamente, figura que hacen lo suyo pero en realidad hacen bien poco.
¿Qué fue lo primero que pensó cuando le comunicaron que tenía alzheimer? ¿Qué pasó por su cabeza tan lúcida y acostumbrada a la reflexión?
Lo primero que pensé fue “¡Qué putada!”, ponlo más fino, si quieres. No me acuerdo mucho, la verdad, porque en esos momentos estaba muy ocupado con la política.
¿Por qué fases ha pasado desde que le dan el diagnóstico hasta que lo proclama y decide crear una Fundación? ¿Ira, depresión, aceptación…?
Por todas. Esto me ha llevado a todos lados. He estado en Nueva York, en Boston y por supuesto en Barcelona haciéndome pruebas ¡Me han hecho toda clase de barbaridades! Desde extracción de líquido raquídeo, en la nariz, que no se lo deseo a nadie, hasta de líquido medular. Ahora están evolucionando mucho los tratamientos de la enfermedad y detectarla pronto mejora las perspectivas de su evolución. Han descubierto nuevas maneras de diagnosticar el alzheimer y nuevos fármacos, cada vez más eficaces.
¿Por qué decidió declarar públicamente su enfermedad?
El desvelar la información fue un poco a trompicones. Hubo un personaje que en un programa de Manuel Fuentes hizo unas declaraciones que no gustaron a según quien. Y un tipo comentó, refiriéndose a mí, que “éste está enfermo, física y mentalmente”. Al día siguiente yo tenía que ir al Hospital de San Pablo, donde está mi doctora y aprovechando la ocasión decidí hacer una rueda de prensa y contar la situación. ¿Para qué ocultarlo? Al pobre chico que hizo el comentario lo echaron. ¡No había para tanto!
¿Cómo se afronta algo tan duro?
Pasqual Maragall responde mirando a su esposa con una gran complicidad:
“En compañía. Uno sólo no puede”.
Usted ha sido alcalde de la Barcelona Olímpica, presidente de la Generalitat y una figura clave en la transición y la democracia. Cuando un político de primera línea abandona su cargo púlico cambian las relaciones con su entorno en la esfera pública. En su caso, ¿qué ha cambiado? ¿Cómo le tratan ahora que ya no es president de la Generalitat y además tiene alzheimer?
Como un enfermito, no. La gente me trata bien, muy bien.
“Divinamente, la gente le quiere mucho”, apostilla Diana.
Me tratan con consideración, con cariño, con respeto…
¿Le tratan bien por ser quién es o cree que a la mayoría de enfermos de alzheimer se les dispensa la misma atención y respeto?
No, no los tratan igual a todos, más bien los aparcan en residencias o donde sea. Ésta es una enfermedad inquietante, porque, como ahora se está alargando la vida, el problema de la demencia senil -por cierto, que vaya nombre más simpático- y de este tipo de enfermedades se multiplica. Yo no tengo antecendentes familiares, pero mi madre, que murió a los 86 años, al final tenía problemas de memoria. Como éramos ocho hermanos, nos confundía el nombre y tenía que recitar dos o tres antes para acordarse del tuyo. Está claro que a partir de los 80 se pierden facultades mentales, pero si te toca antes…
¿Cómo mantiene las ganas de luchar? ¿Cómo se combate el olvido?
Viajando, relacionándote con los amigos, escribiendo, dando charlas, leyendo…Mantener la mente activa y el sentido del humor es la mejor medicina. Bueno, yo creo que una parte de mi buen ánimo viene apoyado por la medicación. Me dan antidepresivos y me desinhiben, me sueltan la lengua.
Ante mi cara de incredulidad, porque Maragall siempre ha destacado por su humor y su socarronería, su mujer apunta: “¡De eso nada, Pascual, tú siempre has sido igual!”. Con antidepresivos y sin ellos tú nunca te has mordido la lengua. Se dirige a mí y añade:
“Nunca ha perdido su sentido del humor. Él es así”.
Antes de sufrir alzheimer, ¿estaba sensibilizado con la enfermedad?
No, no lo estaba. No sabía nada de ello. El Alzheimer es un señor que lo inventó hace 100 años; hasta entonces, e incluso bastante después, quien lo padecía era un demente senil, un vejete al que se le iba la cabeza, un loquillo. La enfermedad antes no tenía tratamiento y ahora están encontrándolos nuevos y muy prometedores. Se ha avanzado mucho y se sigue investigando.
En su situación actual, ¿qué Maragall quiere que quede en la memoria colectiva?
Me gustaría que me recordaran en todas mis facetas, pero la gente recuerda al alcalde de los Juegos Olímpicos, al presidente del Estatut y al del alzheimer. Y eso es lo que va a quedar.
Ya que lo menciona, ¿qué opina de cómo ha quedado su Estatut?
Mi Estatut no ha quedado, porque todavía no está nada claro. A este paso me parece que vamos a tener que ir a un nuevo referéndum. Si el Tribunal Constitucional lo cambia, si cambia aspectos básicos, el pueblo que lo refrendó tendrá que volver a pronunciarse y votar si lo aprueba o no. La justicia es muy importante, pero las decisiones del pueblo también lo son. Si la Justicia lo cambia habrá que volver a hacer un referéndum. Una de dos, o la Constitución no está bien o no lo está el texto que aprobamos y hay que modificarlo. Pero entonces habrá que volver a consultar a quiénes lo apoyaron. Si lo tocan yo encabezaré a un grupo de personas que defenderemos el derecho a volver a votarlo. Esto sucede en un país que no es serio.
¿En qué etapa de su vida política ha disfrutado más?
En la alcaldía de Barcelona. También fue la más larga, 15 años como alcalde y antes dos como teniente de alcalde. En aquel momento la ciudad despegó, pero no se ha parado.
¿Hay algo que le hubiera gustado hacer en política que no ha hecho?
Lo que he hecho es bastante, pero sí, me hubiera gustado hacer un partido nuevo. Yo tengo uno inscrito, el Partit Català d’Europa, un partido démocrata de aquí, al estilo del de América, un partido de centro izquierda. Lo que no sé es si habrá caducado, supongo que sí, porque no hemos pagado las cuotas, ja, ja.
¿Fundó un partido presentándose a las elecciones bajo las siglas del PSC?
Lo que hice en mi etapa en activo, en 1998, fue registrar “Ciutadans pel canvi” y el PSC desde entonces se ha presentado a las elecciones con las dos siglas; lo han querido eliminar, pero ahí está. Había diputados alineados que tenían poder decisorio, pero no lo hacían servir. Habrá que hacer otro partido, no lo descarto. No lo dirigiría yo personalmente, pero ya hay personas trabajando en ello para el futuro. Sería como el partido de Obama.
¿Cree que va a ganar Obama?
Ganará, sin duda. No hay color. Bueno, en este caso sí, ja, ja, hay color y es determinante.
Dígame, si uno es socialista y nacionalista ¿qué es más, lo primero o lo segundo?
Yo soy démocrata. No soy ni nacionalista ni socialista, uno es démocrata de algún sitio, del tuyo, claro. Mi partido era démocrata catalán, para trabajar con el partido demócrata europeo. Estuve en la fundación del partido démocrata italiano con Josu Jon Imaz y hablamos, creo que esa será la vía del futuro, lo que ocurre es que los italianos lo hicieron mal y no han tenido éxito en las elecciones.
Maragall detiene un momento la conversación y señala que mi forma de tomar notas le parece muy curiosa, en espiral.
“Haces algo parecido a lo que hago yo. A mí me da por dibujar. A veces, cuando me aburro, porque tengo que aguantar mucho rollo, mientras escucho voy haciendo dibujitos. Hay un chico que los ha visto y como le parece que están bien quiere hacer una exposición con ellos. ¡Igual nos hacemos ricos con eso! Porque la política nos ha dado mucho, pero no para ser millonarios”.
Apremia el tiempo y Diana le indica que no se vaya por las ramas, que prosigamos.
¿Qué espera hoy de la vida? ¿Qué le interesa actualmente?
Lo sigo esperando todo. En contra de lo que se dice, la juventud no es la mejor época, no es que sea un drama, pero es una etapa difícil. La madurez es el mejor estado. Ya no te equivocas tanto, sabes más de todo… Yo no he perdido las ilusiones, ni las inquietudes, ni el optimismo ¿Para qué? Si el mundo va mejorando y por primera vez está empezando a verse la luz en las tinieblas. La mayoría de los elementos para ir solucionando los grandes problemas están sobre la mesa. Quizá, el que esté peor sea el de la inmigración forzada, pero ahora mismo los chinos están invirtiendo mucho en África y el día que los países ricos decidan invertir en los pobres, y no para explotar sus riquezas naturales, las cosas cambiarán. Los rusos ya se han hecho ricos, tienen dinero, petróleo y ambición, y entrarán en el paquete del G-7, o el G-9, y cuando éste funcione de verdad y en serio tendremos un gobierno mundial, porque lo de Naciones Unidas es un guirigay, yo he estado allí y sé de qué hablo. Putin ha encargado al arquitecto Norman Foster y a Elena Ochoa, que por cierto, también está en temas de alzheimer, que monten en Siberia una instalación en la que trabajará una élite de jóvenes de alto coeficiente intelectual para investigar en temas punteros. No es que esté de acuerdo con el planteamiento, pero es un paso para generar su propia aristocracia, en el buen sentido, cultural.
La figura de Maragall nunca ha dejado indiferente. Tiene admiradores y detractores. ¿Es algo natural en usted o lo cultiva?
Soy como soy. ¿Y quiénes son mis detractores? Los tuve en el pueblo de mi abuelo, en Monóvar, y ahora el alcalde me ha invitado para hacerme ciudadano honorífico de adopción. En cuanto terminemos la entrevista vamos allí, porque tenemos un acto en el que entregaré documentación y escritos de mi familia materna, que tenía mucha relación con Azorín. Sí que he tenido un par de juicios. A uno que dijo que yo era un borracho y un jugador le condenaron. Hace unos meses, hubo otro que dijo algo parecido y, en contra de la opinión de mi abogado, que ya había pactado una compensación de miles de euros para la Fundación, me empeñé en ir al juicio porque quise hablar con el tipo. Lo busqué al terminar y le pregunté en qué basaba sus acusaciones y me dijo que a él le habían dicho… en fin, que al final resultó que había sido una intriga política para atacarme.
¿Qué le hubiera gustado poder hacer que no ha hecho?
“Tocar el piano”, salta su mujer, antes de darle tiempo a contestar.
No, el piano lo toca muy bien Narcís Serra. Toca de cine. Cuando era vicepresidente del Gobierno el pobre se compró uno y lo pusieron a parir, acusándole de haberlo hecho con dinero público. ¡Ya ves!
¿Piensa escribir y publicar sus memorias?
Estoy haciéndolo. He estado varios meses grabando y hay personas que han metido mano para transcribir. Ha salido un tocho, éste que ves -y me muestra un manuscrito de buen tamaño- que ahora estoy corrigiendo. Yo creo que saldrá para abril, para Sant Jordi, coincidiendo con el día del libro, pero me dicen que quizás sea antes, a finales de este otoño. ¡Ojalá!
No rendirse ¿es el primer paso para triunfar?
Evidente.
Para concluir, cíteme una máxima para vivir.
Ser feliz. Pasarlo bien.
One reply on “Entrevista a Pasqual Maragall”
Todos los afectados por el Alzheimer le estamos muy agradecidos a Maragall por dar la cara ante este drama que vivimos t antas familias en soledad. Desde las Asociaciones de Familiares de Personas que padecen Alzheimer tratamos de sensibilizar desde las administraciones hasta toda la sociedad en general para que se creen infraestructuras para que estas personas esten atendidas dignamente y permanezcan en su casa el mayor tiempo posible. Y trabajamos para que cuando tengan que ser ingresados , haya centros que reunan un minimo de calidad y calidez. Gracias Sr. Maragall por todo su apoyo.