La jornada de reflexión ya no existe
Archivado en:
elecciones 2008, ley, campaña electoral
Por JUAN VARELA (SOITU.ES)
Actualizado 05-03-2008 12:19 CET
MADRID.- ¿Tiene sentido la jornada de reflexión antes de las elecciones? ¿Es posible mantener la prohibición de actos electorales en la era de los blogs y el vídeo político? ¿Qué pasa cuando los ciudadanos reflexionan en alto a través de los medios y redes sociales?
(Istockphoto) Internet permite que los actos políticos, mensajes, vídeos y propaganda aparezcan ante el ciudadano.
El sábado es jornada de reflexión. Las feministas no podrán celebrar las manifestaciones del Día Internacional de la Mujer porque se consideran políticas, aunque la prohibición afecta sólo a actos de campaña.
IU ha protestado ante la Junta Electoral Central por la intención del diario El Mundo de difundir un DVD con los dos debates electorales celebrados.
Desde las cero horas del martes no se pueden publicar encuestas electorales, pero los sondeos se encuentran cómodamente en internet.
El sábado no se pueden celebrar actos ni reuniones políticas, pero en las redes sociales, los foros, los blogs y demás medios se hablará de las elecciones y se pedirá el voto.
Y, previsiblemente, los móviles reciban y envíen muchos mensajes sms animando al voto para un determinado partido.
Por supuesto, los medios extranjeros no están afectados por la ley electoral. Y hoy son perfectamente accesibles por internet y la televisión por satélite o cable.
Incluso si todo el mundo respeta a pies juntillas el oasis de la jornada de reflexión, la asincronía de internet y la presencia permanente y accesible de todos los contenidos permite que los actos políticos, mensajes, vídeos, propaganda, etc. de toda la campaña aparezcan ante el ciudadano en lo que es ya el presente continuo de la política en el ciberespacio y en una democracia irremediablemente orientada a las elecciones.
En el ámbito privado, ninguna de las prohibiciones de la ley electoral (art. 53) rige. Los ciudadanos pueden, por tanto, ejercer la comunicación interpersonal sin trabas. En esa definición se pueden incluir los blogs, los espacios individuales o de grupo en redes sociales, los mensajes de móvil, etc.
La doctrina de la Junta Electoral Central es que todas las prescripciones electorales "son aplicables cuando se empleen las nuevas tecnologías de la información y de la comunicación electrónicas".
Pero esas restricciones afectan sólo a "a los candidatos así como a las formaciones políticas, coaliciones electorales o agrupaciones electorales, respecto a los sistemas de información y de comunicación electrónicos que se encuentren directa o indirectamente bajo su dependencia".
Las redes sociales y de webs y blogs bajo control de los partidos podrían estar incluidas en esa prohibición. Pero también podría entenderse que cada uno de los participantes de esas redes es un ciudadano particular sin dependencia del partido.
En muchos países se hace campaña hasta la puerta del colegio electoral e incluso dentro. En España es ya tradicional que los diarios burlen las normas de la reflexión publicando entrevistas con candidatos en las que no se pide directamente el voto, pero se hace propaganda con la personalidad del político.
En las anteriores elecciones de 2004 la jornada de reflexión reventó con la protesta ante las sedes del PP sobre el 11-M y los móviles entraron en la vida política española con fuerza suficiente para alterar los equilibrios electorales.
La jornada de reflexión tenía sentido en los comienzos de la democracia, cuando algunos no aceptaban el nuevo régimen y aquel día permitía descanso a los ciudadanos y una oportunidad para evitar incidentes y alteraciones de la libertad para votar.
Hoy está superada por la realidad de la comunicación en la era de la información 24 horas y cuando la política utiliza todos los medios de la sociedad de la información.
El día de reflexión se ha acabado. Digan lo que digan las normas electorales, la política y las campañas de hoy no descansan la víspera de unos comicios igual que las precampañas son también campañas, a pesar de las restricciones legales.
Quizá sería mejor asumirlo. Reconocer que las elecciones son para conseguir los votos de los ciudadanos y dejar que la política se la juegue hasta que el voto entra en la urna.