El gran negocio altruista o el fracaso de la Ley de integración social de minusválidos (LISMI)por Sandra Montes
Este articulo es una crítica al desarrollo llevado a cabo por la administración con la “Ley para la Integración Social de Minusválidos” (LISMI), principalmente en su apartado de la integración laboral.
Me refiero a un Centro Especial de Empleo en particular, aunque es notorio que otros centros que se han implantado por toda nuestra geografía no difieren demasiado del tipo de organigrama y dirección del que nos ocupa.
El hecho de abandonar a los minusválidos, hombres y mujeres, en manos de las organizaciones mal llamadas de apoyo, y con total impunidad y falta de control absoluto, sin averiguar cómo se emplean las fuertes sumas de dinero que se les destina para “integrar” a los minusválidos -como mínimo consultando periódica y directamente con éstos, y no con las asociaciones ni los sindicatos que dicen defenderlos y no hacen otra cosa que extraer de forma descarada grandes beneficios-, evidencia la mala gestión aplicada por la Administración, que parece limitarse a financiar generosamente la explotación de aquellos a los que debería beneficiar.
Dichas organizaciones de “apoyo” ya están lo suficientemente financiadas directamente por la Administración como para facilitar y permitírsele que utilicen esos centros especiales de empleo para sustraer incontrolados beneficios del trabajo de los minusválidos, apelando a su nada más que teórica integración.
En casos como éste, debería resultar insólito comprobar cómo en diversas ocasiones se han enfrentado los minusválidos del centro en cuestión (con la intención de conseguir mejoras en los convenios) con organizaciones como la “Confederación Galega de Minusválidos”, o la “Federación de Xordos do País Galego”, que teóricamente deberían estar para defenderlos.
Claro que, hace años, éstas ya delegan su negociación en los representantes de FUNDOSA, con la finalidad de “salvar la ropa” nadando en la sombra, alegando que son accionistas minoritarios.
Con el título de El gran negocio altruísta, publicaban una octavilla-comunicado los empleados de un “centro especial de empleo”, de nombre Garevol, S.L. (Gallega de Revestido de Volantes S.L.), en el año 2006, para apoyar su huelga con la que pretendían elevar su miserable sueldo que “ascendía” a 600 euros mensuales, y que hicieron llegar a todos los medios de comunicación, no sólo de Vigo, su ciudad, sino incluso de la capital del país. Por supuesto, tuvieron que hacer copias y entregarlas en mano en sus manifestaciones, y enviarlas por internet a medios y políticos estatales, que no publicaron ni una sola cita del problema. Tampoco ningún político al que fueron enviadas, siempre por correo electrónico, acusó recibo.
Todos los empleados conocen lo ocurrido. Al día siguiente de la entrega del comunicado, un delegado de FUNDOSA, [monopolio de negocios de la Organización Nacional de Ciegos de España (ONCE)], fue visto recorriendo la ciudad en compañía del gerente de la empresa, visitando las redacciones de los distintos periódicos de Vigo con la intención de explicarles los inconvenientes (se supone que principalmente económicos) que les acarrearía la publicación del citado comunicado. Entiendo que con la “libertad de expresión” del resto del Estado sucedería lo mismo. Aunque en la mayoría de los casos, los mismos medios ejercen la autocensura, pues es un asunto sumamente comprometido denunciar los abusos de “instituciones” tan poderosas.
Los mencionados sujetos también visitaron las distintas sedes de los sindicatos. Se supone que para sondear la disposición de todos ellos para “solucionar el desagradable conflicto”, como siempre sin “levantar mucho polvo”.
El comunicado simplemente se preguntaba (entre la denuncia de varios temas) cómo era posible que una empresa, exenta del pago de la Seguridad Social de sus empleados y recibiendo por cada uno el 50% del Sueldo Medio Interprofesional (SMI), estuviera justificando todos los años astronómicas pérdidas. Los empleados están convencidos de que cuando sucede esto en una empresa (principalmente de este tipo) no hay más responsables que sus gestores, que por cierto, ¡siguen al frente!
A finales de 2007 se terminó la vigencia del citado convenio firmado por dos años, en los que consiguieron, después de muchas manifestaciones y paros, que sus sueldos subieran a 700 euros en 2006, y 730 en 2007.
Pues bien, en esta ocasión el Centro ya ha comunicado al comité que este año necesita despedir a varias personas y enviar a otras muchas al paro por X meses. Esto sin haberse iniciado todavía la negociación del nuevo convenio.
Resulta paradójico que un Centro Especial de Empleo, cuya misión es justamente la de preparar a los minusválidos para su inserción laboral, comience a despedirlos sin haber integrado a uno solo ¡en diez años! Los empleados de GAREVOL, S.L. no pueden salir de su asombro ante la tolerancia institucional que muestran los políticos ante la evidente destrucción y el fracaso de empresas y programas desarrollados al amparo de la LISMI.
Haciendo un poco de historia, se sabe que esta empresa fue fundada en el año 1997 por la Confederación Galega de Minusválidos (COGAMI) y la Federación Federación de Xordos do País Galego (FAXPG), a los que se unieron la Fundación ONCE, (FUNDOSA, ahora con el 55% de acciones), y Dalphimetal España, empresa para la que trabajaba, en dedicación exclusiva, forrando con piel volantes de automóviles. Y empleo aquí el tiempo pretérito porque en los últimos años han incluido alguna nueva ocupación que, al parecer, también provoca nuevas pérdidas.
Fue fundada como Centro Especial de Empleo, al amparo de la Ley 13/1982, de 7 de Abril, (LISMI), del Real Decreto1368/1985, de 17 de julio, en el que se regula la relación laboral, de carácter especial, de estos centros, y el Real Decreto 2273/1985 de 4 de diciembre, en el que se aprueba el Reglamento de los Centros Especiales de Empleo.
La LISMI no parecía despertar el ánimo altruista de las distintas asociaciones de “apoyo” a los minusválidos. El articulo 43.2 de la misma era un enorme escollo para su desarrollo. Dicho artículo exigía condiciones de “utilidad pública”, e “imprescindibilidad”, asuntos harto fáciles de presentar, pero también exigía “ausencia de ánimo de lucro”, cláusula que retrae mucho a los grandes benefactores de nuestra sociedad.
Éste era un problema que había que resolver con premura y, una vez reguladas las Relaciones Laborales (R.D. 1368/1985 de 7 de abril) y aprovechando la legislación del Reglamento, se corrige el art. 43.2 de la LISMI, con el art. 5.6. del capítulo II del R.D.2273/1985 de 4 de diciembre, en el que se hace constar que “estos Centros podrán carecer o no de ánimo de lucro”. Asunto solucionado en ¡cinco meses!
Una vez solucionado este “pequeño” detalle, comienzan a aparecer asociaciones, federaciones, sociedades, etc., principalmente relacionadas con la carnaza “altruista”, todas dispuestas a acudir a la Consellería de Asuntos Sociales para cumplimentar las fichas pertinentes y acceder a las sustanciosas subvenciones del “Programa de apoio a creación, ampliación e mantemento de Centros Especiais de Emprego”.
Si se consulta dicho programa en convocatoria de 16 de mayo de 2003, (DOG nº 99; 23.05.2003), se puede comprobar que, por ejemplo, cada puesto de trabajo creado recibe una subvención de 12.000 euros; que para el mantenimiento de estos centros se bonifica el 100% de la cuota empresarial de la Seguridad Social; que se subvenciona el 50% del salario mínimo interprofesional a cada puesto de trabajo a jornada completa; que reciben hasta 1.800 euros para la adaptación de cada puesto, e, incluso, subvenciones para el saneamiento financiero y garantizar su viabilidad y estabilidad o subvenciones para el equilibrio orzamentario, para los que “carezcan de ánimo de lucro”, ¡una minucia!
En diez años de funcionamiento de GAREVOL,S.L. este Centro Especial de Empleo ¡no cerró ninguno con beneficios! Por el contrario, sus pérdidas anuales fueron multimillonarias.
Dispongo de una auditoría del propio centro, “balance 2002-2001”, en la que se detallan las pérdidas, que ascienden a 96.430,34 y 112.512,56 euros respectivamente. En el ejercicio 2003-4 recibieron una sustanciosa subvención para el “saneamiento” financiero de 300.000 euros. Claro, presentando un “Plan Estratégico” que nunca fue llevado a cabo y que sólo debió de servir para justificar el cobro del mismo. Si no, ¿cómo lograron “garantizar su viabilidad y estabilidad” y al año siguiente presentar millones de pérdidas? ¡Prestidigitación pura!
Sin embargo, ello no resultó un obstáculo para que los mismos accionistas inauguraran, a pocos años del primero, otro en Ourense (en el Parque Tecnológico de San Ciprian, con el nombre de CELCOAUTO), para dedicarse a las mismas “ruinosas” labores. Y seguir inaugurando continuamente, año tras año, nuevos “centros especiales de empleo”, con la única finalidad de derrochar todas las millonarias ganancias de sus negocios y subvenciones en la encomiable labor de integrar en el mercado laboral normal a todos los “minusválidos”, que no hacen otra cosa que dar copiosas pérdidas.
Realmente es para sentirse anonadada ante tal derroche de diligencia en procurar el bien ajeno. Porque, sin saberlo, no cabe duda alguna de que los accionistas de estos nuevos centros serán los mismos, o similares, a los que tan bien gestionan los anteriores.
Se sabe que en el resto del Estado se inaugura casi mensualmente un nuevo centro especial de empleo para “desgracia” de FUNDOSA y de sus acólitos.
El hecho de que en diez años no se haya insertado ningún empleado al “mercado laboral normal”, no significa en absoluto que éstos no estén suficientemente preparados profesionalmente. Más bien significa todo lo contrario. Salvo contadas excepciones todos ellos desempeñan su labor de manera magistral, sufriendo continuamente subidas de producción que atentan directamente contra su salud con un ritmo de trabajo agotador. (Existe un gran absentismo debido a dolores musculares, epicondilitis, problemas con el túnel carpiano, etc.). Estas producciones jamás fueron revisadas por los “equipos multiprofesionales” que se mencionan en el Artículo 12.a. del Capítulo II del RD 1368/1985, de 17 de julio, que trata del “contenido de la relación laboral”.
También hay mucho absentismo por cuestiones depresivas, o bajas por enfermedad solicitadas porque el individuo se siente estresado, acosado y desmoralizado, ya que se le recuerda constantemente que su trabajo no es útil, que no produce más que pérdidas, etc.
Resulta significativo que este centro, a pesar de no haber conseguido ninguna incorporación al mercado laboral normal de ninguno de sus empleados, se haya quedado sólo con la mitad de los mismos. La gran mayoría de los que han causado baja han tratado de “buscarse la vida” por su cuenta sin recibir ningún tipo de ayuda ni colaboración por parte del centro.
El único intento de integración laboral que pretendieron llevar a cabo fue utilizando un Real Decreto preparado de nuevo por las lumbreras legisladoras de este país, el RD 290/2004 (avalado por Zaplana) que pretende “colocar” (oficialmente “enclavar”) a minusválidos designados por el mismo, sin consentimiento de ellos, autorización ni aviso previo, en una empresa en la que, aunque los empleados de ésta les doblen en el sueldo, ellos recibirán el mismo que estaban percibiendo, ya que profesionalmente seguirán ligados al centro, presentándose la paradójica situación de que, haciendo el mismo trabajo, los minusválidos “enclavados” cobraban algo más de la mitad que sus nuevos compañeros. El resto del dinero se quedaría para el “Centro Especial de Empleo”. ¡Ni las ETTs soñarían con esos beneficios!
Además, la empresa elegida estaba situada bastantes kilómetros más lejos, tanto de sus viviendas como del Centro, corriendo el transporte a cargo de los “privilegiados” minusválidos. (Y todo esto es absolutamente legal gracias al susodicho Real Decreto). Claro que, por muy legal que fuera, no pudieron aplicarlo gracias a las huelgas y manifestaciones de 2006, cuando trataron de imponerlo.
En cuanto al desarrollo del trabajo, su funcionamiento es muy deficiente. Son muchas las ocasiones en que los operarios se encuentran sin material, perdiendo un tiempo precioso en pedirlo a sus compañeros o esperando se lo faciliten. Cambios repentinos de labor, que rompen completamente el ritmo e impiden mantener un rendimiento adecuado, ocasionando la ruina de los incentivos de todo un mes. Estas demoras, que nunca son de su responsabilidad, contabilizan en su contra, retrasan de forma notable las producciones y, en consecuencia, perjudican los sueldos a percibir. Se ha dado el caso de haber falta de trabajo en alguna sección y no permitir a los operarios, ni aún pidiéndolo, realizar su trabajo en otra, etc.
Con respecto al trato en la relación con sus empleados, este centro utiliza métodos abandonados hace un par de siglos. El trato de la gerencia es siempre distante. Se observa un desmesurado interés en hacer notar la “jerarquía” (muy raramente mantienen alguna conversación relajada con los operarios, únicamente con los “elegidos”). La falta de respeto y educación es norma. Promueven el enfrentamiento utilizando a determinados individuos como bufones y chivatos. Intentan siempre que el individuo se sienta culpable, un verdadero inútil (que no minusválido). ”Te hemos hecho un favor contratándote cuando nadie te daría un trabajo por tu invalidez, y nos lo pagas pidiéndonos más sueldo y protestando por todo” (ésa es la máxima que se pretende inculcar en el sujeto). Cambio de puestos de trabajo por simpatía o antipatía como represalia por ser muy reivindicativo, etc. (existen casos de cambiar el puesto a varios operarios que realizaban sus trabajos con el máximo de producción, para otros donde su ritmo está mucho más limitado). Estos cambios se producen siempre sin mediar la mínima explicación, ni aún pidiéndola.
La impresión es que el rendimiento productivo es lo que menos importa. Sin embargo, continuamente se intentan reducir los tiempos de producción, forzando al límite las condiciones físicas de la mayoría de los operarios.
Estas situaciones y comportamientos son utilizados en estos lugares, aprovechando la situación y el comportamiento lógico de aquella gente que disfruta de su primer trabajo, que ignora el comportamiento rapaz de los accionistas y que aún les quedan resquicios de confianza en asociaciones que utilizan toda su demagogia en hacerles ver lo “generosas”, o defensoras de sus derechos que son.
Por ejemplo, y de vez en cuando, a la Asociación de Sordos (a los que deben considerar más influenciables), el Centro concede un par de horas a sus dirigentes para que les dé “un repaso” de cómo deben intentar trabajar más y exigir menos para “mantener sin cierre la maravillosa empresa que les ha regalado su puesto de trabajo”. Y de paso insinuar que los oyentes les influyen negativamente.
Aprovechan con descaro la falta de madurez política y conciencia de clase que adquieren aquellos trabajadores que llevan ya muchos años aportando su plusvalía a los vampiros del “liberalismo económico”.
Por otra parte, son diversos los trucos empleados para provocar las grandes pérdidas, aunque, como en alguna ocasión ha mantenido la gerencia, difíciles de demostrar. Uno de los comunicados por los empleados, y que llama mucho la atención, consiste en que la empresa de Ourense (que parece ser menos combativa y “problemática”) facture gran parte del trabajo realizado en la de Vigo-Mos, provocando así que en ésta figure únicamente la rentabilidad que interesa para manejar los números. Incluso se puede provocar que el rendimiento de esta empresa resulte la mitad del real, presentando así unas pérdidas insostenibles. También desviando trabajos, que siempre se realizaron en esta empresa, a la Ourensana, o a otras “colaboradoras”, transportando, incluso, maquinaria (máquinas de coser, etc.) simplemente para justificar la falta de actividad.
Esta situación no sería posible sin la complicidad de las organizaciones de “apoyo a los Minusválidos” y el silencio de todos los sindicatos.
Es inaudito que se explote descaradamente a minusválidos con la disculpa de integrarlos. Pero es más grave todavía que se utilice el dinero de los contribuyentes para financiar a entidades sin escrúpulos que se dedican a hacerlo y que, para colmo, queden como héroes del altruismo.
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