Rosmari Gilabert es una más de ese 5% de mujeres en España que, según el Libro Blanco de la Dependencia, se ve obligada a dedicar más de cinco horas diarias al cuidado de un familiar. Beatriz, la hija de Rosmari, sufrió un hematoma cerebral en el nacimiento, que le causó una hemiplejía en el hemisferio derecho, con el resultado de una minusvalía física del 90%.
Por eso, esta joven guardamarenca de 26 años de edad, se encuentra en el nivel dos del grado tres de dependencia; el más alto establecido por la ley y, por lo tanto, le correspondería haber comenzado a recibir las ayudas pactadas entre el Gobierno central y las autonomías durante el pasado año 2007, según establece la Ley de Promoción para la Autonomía y Atención a las Personas Dependientes, conocida como Ley de Dependencia.
Pero, hasta la fecha, la tramitación de su expediente, enviado por los padres de Beatriz a la Conselleria de Bienestar Social a través de la asistencia social de Guardamar hace más de siete meses, tan sólo ha obtenido la callada por respuesta.
Beatriz necesita la asistencia continua de, al menos, una persona junto a ella, ya que no dispone de movilidad para poder comer por si sola,ni asearse o acudir al cuarto de baño. Es incapaz de realizar las funciones más elementales sin ayuda de alguien.
Por eso, Rosmari Gilabert tuvo que dejar su empleo de camarera y dedicar las 24 horas del día, durante los 365 días del año, a la atención de su hija, con lo que no le quedó más remedio que dejar de cotizar a la Seguridad Social.
Las dificultades de movilidad de Beatriz le han acarreado un grado importante de obesidad, lo que hace que sea necesaria la participación de al menos dos personas para, simplemente, poder levantar sus 140 kilos de peso de la cama y trasladarla a una silla de ruedas, a pesar de la pequeña grúa que tienen instalada en el cuarto de Beatriz para facilitar esta tarea. «Por las mañanas, antes de marcharse al trabajo, mi marido me ayuda a ponerla en la silla, por las tardes, como mi marido sigue trabajando, me tienen que ayudar mis otras dos hijas», cuenta Rosmari, que tiene problemas en las vértebras a consecuencia de estos esfuerzos.
Beatriz está muy bien cuidada y sus padres reconocen que, por suerte, el trabajo del marido no ha ido mal, y por eso han podido realizar todas las adaptaciones necesarias en su vida para atender a sus infinitas necesidades, desde trasladarse a un piso con ascensor, después modificando todos los pasos de la casa para ensanchar las puertas y que la silla de Beatriz pudiera circular por la vivienda, transformar por completo el cuarto de baño para poder introducir una bañera adaptada y organizando los horarios de padres, hermanos, cuñados y allegados de la familia para que Beatriz nunca se quede sola. Haciendo, en definitiva, gravitar toda la vida familiar en torno a las necesidades especiales de su hija.
Futuro incierto
Pero a Rosmari y Manuel, el padre de Beatriz, les preocupa mucho el futuro de su hija. A sus cincuenta años, saben que su salud no podrá ser siempre la misma para poder hacerse cargo de su descendiente. Y, para colmo, a Rosmari no le quedará ninguna pensión, después de haber dedicado toda su vida a cuidar de su hija, ya que esta labor es incompatible con ningún empleo, al requerir una dedicación exclusiva. Los 400 euros de pensión mínima contributiva que percibe Beatriz por su minusvalía tan sólo pueden cubrir una mínima parte de los enormes gastos que supone su asistencia. Mucho menos si hubiera que pagar a alguien para que realizara las funciones de cuidadora que su madre con la edad no podrá seguir realizando.
Por eso, según la concejal de Sanidad y Asuntos Sociales de Guardamar, Ana Martínez, que sigue de cerca el caso de esta familia y los de las otras 119 que han tramitado la solicitud de ayudas por dependencia en su municipio, a la madre de Beatriz, con la ley en la mano, le correspondería recibir una paga como cuidadora de Beatriz de unos 800 euros mensuales, que le permitirían cotizar a la Seguridad Social, y dedicarse a cuidar a su hija. Después, esta asignación pasaría al profesional o familiar que se ocupara de sus asistencia.