Me acaba de sorprender gratamente tu anuncio sobre el nacimiento de mi blog, de nuestro blog, en el que sin duda tu también tienes como yo aquí tengo cabida y un amplio espacio para la LIBERTAD.
Espero poder estar a la altura de las expectativas, pero posiblemente lo más importante de todo, vaya implícito en el mero intento y en saber estar en los lugares adecuados y en los momentos adecuados, como adecuado es y siento este lugar y este mismo momento.
Creo que ambos compartimos el que nunca nos dolieron siglas, ni ejercicios de rivalidades, más allá de lo justo y necesario para poderse hacer oír y sentir como individuos, no con más ni menos valores que el resto de los demás individuos, pero siempre preservadores de nuestros rasgos caracterizantes y defensores de nuestro objetivo último que tal vez que no es otro que el saberse identidad y por tanto respetable.
No se si es tan necesario el blog, como nosotros mismos y allá donde siento que tengo cabida, que mi voz es escuchada, que mis pensamientos son tenidos en cuenta aunque puedan ser contradichos -que nada tiene que ver lo cortés con lo valiente-, ahí me siento plenamente identificada y ahí puedo estar y puedo ser, porque se reconoce mi valor por lo que aporto y no por aquello de lo que carezco. Razón por la que en este blog, me siento plena, a gusto, libre, reconocida, válida e identificada.
Dices en tu presentación y me ha impactado: “Lo único que nos interesa es que llegue a cuantos más lugares mejor, y que sirva como la inquietud de personas con diversidad funcional que pasan de los ninguneos” Y me ha impactado porque no has definido el blog, me has definido a mi misma y nos has definido a muchas personas con diversidad funcional y sin ella que damos el salto de dolernos a pasar de los ninguneos a que tan acostumbrados nos tiene esta ingenua sociedad cuando se convierte en la alienación directa y plena de sus individuos.
Nuestra sociedad está enferma, amigo y tu y yo lo sabemos porque hemos vivido y seguiremos viviendo, como parte de ella de esa terrible enfermedad que presenta y solo si somos capaces de salir de esa enfermedad, seremos capaces de mejorar situaciones como las que vivimos las personas con diversidad funcional y otros muchos colectivos sociales.
Hete aquí que de pronto personas como tu y como yo, defensores del paradigma de la vida independiente, detractores del modelo médico rehabilitador, vayamos a jugar a convertirnos, pero de forma inversa en pretendidos curadores de “enfermos”.
La cultura nos infecta, la familia nos infecta, las relaciones sociales nos infectan, las religiones nos infectan, las divisiones de clases y categorías humanas nos infectan, el entorno nos infecta, la política partidista nos infecta, la sociedad de consumo nos infecta y cuando llegamos a mayores pertenecemos a una clase, a una escala, nos han adjudicado un precio, pero en definitiva no somos más que ciudadanos muertos, porque ya desde hace mucho tiempo se nos obligó a renunciar a ser aquellos que cada uno de nosotros éramos.
Nos acabamos creyendo en función de unos patrones que tenemos personas por debajo o por encima de nosotros, pero nunca hay nadie al lado nuestro. Es la forma que tienen las sociedades de tapar su enfermedad, silenciando, ignorando, despreciando, ninguneando, sometiendo o imponiendo.
La libertad está más allá de la materia, está en buscarnos, en encontrarnos y en conocernos y para alcanzar la libertad, tenemos que pasar varios procesos.
Primero está la fase del “sí” o de lo positivo porque nacemos limpios y hemos de irnos empapando con un “sí” de cuanto nos rodea para poder conocerlo, es el proceso de asimilación, donde posiblemente la mayoría de las personas se quedan estancadas, desde mi punto de vista.
Después viene la fase del: “no”, lo negativo, el salto a la independencia, cuanto no me convence del “sí” y tras esa asimilación y para poderme seguir transformando y autodeterminando, lo desecho. Pocos muy pocos son, aunque todos podemos, quienes se lanzan a la aventura de decir un NO rotundo porque es interminable la lista de los miedos que ya nos fueron inyectados con el “Sí”
Y finalmente está la fase del: “Depende” Que es punto en el que una vez el individuo ha sabido reconocer el valor del sí y del no, descubre y cuando digo descubrir, es más bien interiorizar que tiene que permanecer siendo él mismo pero sin obviar el entorno en el que vive: la sociedad. Interioriza que interactua y su función es discernir aun equivocándose muchas veces, que es lo que como si mismo tiene que hacer en cada momento. Es el momento de la interdependencia con el entorno preservando la autodeterminación a la que le han llevado la asimilación y la rebeldía. Es el momento del verdadero encuentro con la libertad. Menos aun llegan a este punto porque los contaminantes son muy poderosos y el nivel de conciencia humana demasiado estrecho y terco.
Pués bien amigo, te solté todo esto y con motivo de ese anuncio del blog, que de paso te agradezco y mucho, para decirte tan solo: “Depende” porque me siento muy libre en tu propio encuentro.
Mª Ángeles Sierra