Testamento del Emperador

“En 1556 el Emperador entrega un documento que dice debe ser considerada como una cláusula secreta de su testamento en la que reconoce a Don Juan y pide que se le otorguen honores de príncipe y una renta de entre 20 y 30.000 ducados al él y a sus descendientes”. (DON JUAN DE AUSTRIA. Un héroe para un Imperio Bartolomé Bennassar, ed. Temas de hoy, 2004)

Su hermanastro Don Felipe sabe de su nacimiento en 1556, dos años antes de la muerte de su padre. A los 11 años conoce a su padre, más bien su padre lo conoce a él, porque él no sabrá que lo es hasta después de su muerte. Según la “Historia de la Orden de San Jerónimo” del Padre Sigüenza (1544-1606),   “… debió de hablarle su padre como pudiera hablar a otro niño de los que por allí cruzaban”

En Agosto de 1558, ya en la agonía, Carlos I dicta un codicilo para añadir a su testamento en el que nombra sucesor al Rey su hijo, a la Emperatriz Doña María, y a la princesa de Portugal.

Cuando Frai Juan Regla le propuso  a falta de ellos a Don Juan de Austria, le contesta: “¿Pues cómo, Padre, hombre a quien yo he fiado mi conciencia me aconseja eso? No me habléis mas dello, que me pesara mucho” (Van der Hammen )

En definitiva, Carlos I reconoce a Don Juan como hijo, no se lo confiesa en vida y pide que se le otorgue una renta y honores de Príncipe, pero no de Alteza, ni permite que se le considere ni siquiera en 4º grado con derechos a la Corona. Es decir, lo reconoce como hijo pero con limitaciones. Se niega rotundamente a otorgar derechos sucesorios a Don Juan.

Don Felipe le niega luego el título de Infante y el tratamiento de Alteza por lo que tanto pena toda su vida Don Juan.

Empiezan a correr rumores acerca del niño y su relación con Carlos I. Don Luis los desmiente. Los rumores devienen incontrolables. La princesa Juana, su hermana, adivina la verdad y presiona sin cesar a D Luis. Se lleva a D. Juan a Palacio por orden del rey Felipe. A é no se la dan explicaciones.                                                  Finalmente, en Setiembre de 1759, Don Felipe decide acabar con el secreto, y con el pretexto de una cacería se encuentra con Don Juan en presencia del Duque de Alba y de Quijada, le abraza efusivamente y le dice: según Van der Hammen: “Buen ánimo, niño mío, que sois hijo de un nobilísimo varón: el emperador Carlos V, que en el cielo vive y es mi padre y el vuestro”, y según otros dicen: “Eres hijo de Su Majestad el Emperador”.

A partir de este momento su vida cambia radicalmente: Los acontecimientos se precipitan. En los días sucesivos conoce a su hermana Juana, y al príncipe heredero Don Carlos de su misma edad. Pasa a formar parte de  la Casa Real, es tratado como un príncipe. Se le organiza una casa propia al frente de la cual D Felipe pone  a Quijada.

Felipe II pone algunas limitaciones:

  • No se le autoriza a asistir a los oficios religiosos entre las cortinas de la tribuna real de la Real Capilla.
  • Se le da el título de Excelencia o de Ilustrísimo pero se le niega el de Alteza, lo que crearía más tarde discrepancias entre ambos, en particular cuando se nombra a Don Juan comandante supremo de la Liga Santa para luchar contra los turcos y éste admite que le llamen príncipe y alteza, por lo que le reconviene su hermano, a lo que él responde que la limitación de sus títulos lo desprestigiaba a ojos de los demás.

Don Juan le inviste personalmente con las insignias de la Orden del Toisón de Oro. Ya forma parte de la orden de caballería más prestigiosa del mundo occidental. Tiene 12 años.

¿Cabe imaginar cuál puede haber sido la reacción en el fuero íntimo del niño? ¿Cómo asume su nueva personalidad y se comporta en lo sucesivo como hijo del emperador?

Cuatro años más tarde, en 1560,  llega Dª Isabel de Valois que es sólo un año mayor que él para casarse con D Felipe. Se hacen buenos amigos, con una amistad que algunos calificaron como amorosa, si bien, fuera amorosa o no, “ambos mantuvieron siempre la dignidad, las distancias y el respeto hacia el monarca”. (Vaca de Osma op. cit.)

Conoce a Alejandro Farnesio, su sobrino, hijo de Margarita de Parma, hija natural también de Carlos I. Hacen muy buenas migas y serán grandes amigos hasta la muerte de Don Juan al que Alejandro sustituye en la gobernación de Flandes.

Entre 1560 y 70 fue una época muy divertida. La reina tenía 14 años, llegaron los hijos de Maximiliano también jóvenes y con Alejandro y Juan celebraban frecuentes fiestas y daban a la corte un tono más ligero.

Don Juan se convierte en un cortesano muy atractivo y es el personaje principal de todas las fiestas.

“En Mayo de 1.560 toda la corte admiró la galanura y elegancia con que la reina Isabel y Don Juan de Austria abrieron el baile de palacio y danzaron gallardas y alemanas hasta altas horas de la noche”. (Vaca de Osma op. cit.).

Resulta curioso que de ninguna de sus biografías se desprende que nunca haya tenido ni sentido ningún ensoberbecimiento ni orgullo inadecuado habiéndose creído de bajo linaje y encontrándose luego a tan alto rango. Más bien lo que ha asumido es la responsabilidad de haber nacido de personaje tan principal.

En la personalidad de don Juan “había algo de frágil, de muy sensible, lo que le hacía aún más atractivo”. (Vaca de Osma op. cit. )

Don Juan asiste a un acontecimiento político de mucha trascendencia, la reunión de las Cortes de Castilla en la que se toma juramento al Príncipe Don Carlos, nacido en 1545. Le anuncian como “el ilustrísimo don Juan de Austria, hijo natural del Emperador y Rey”.

Don Felipe se va formando una opinión bastante favorable de don Juan.

Don Juan conquista  la amistad de Don Carlos.

Por orden real va con sus dos sobrinos, el Príncipe Carlos y Alejandro Farnesio a estudiar a Alcalá de Henares. Allí no demuestra una gran capacidad para los estudios, pero sí para con todo lo relacionado con los asuntos de guerra.


Posted

in

by

Tags: