La denominación de Reyes Católicos fue concedida a Fernando II de Aragón e Isabel I de Castilla por el Papa valenciano Alejandro VI en la bula Si convenit expedida el 19 de diciembre de 1496.
Esta bula fue redactada tras un debate en el Colegio Cardenalicio (realizado el 2 de diciembre con el consejo directo de los tres cardenales Oliverio Caraffa de Nápoles, Francisco Piccolomini de Siena, y Jorge de Costa de Lisboa) en el que por primera vez recibieron el nombre de rey y reina de las Españas y en el que se barajaron y descartaron otros posibles títulos como defensores o protectores, siendo un homenaje a su labor en la propagación del catolicismo (finalización de reconquista con la toma de Granada en 1492, primer viaje de Colón a América, etc).
El título de Rey Católico lo heredaron y conservaron sus sucesores (Felipe II como el Rey «Católico») y a día de hoy, la actual Constitución Española reconoce al rey Juan Carlos I de España el uso de los títulos tradicionales de la Monarquía española, por lo que también puede utilizar el de Rey Católico o ser llamado Su Católica Majestad.