En la ciudad italiana de Vicenza, a finales de 1537, Ignacio de Loyola y sus primeros compañeros se preguntaron sobre el nombre que otorgaban a la nueva religión que habían puesto en marcha, según lo narra su propio secretario Juan de Polanco. Ellos creyeron ver únicamente en Cristo el motivo de inspiración de la misión que iban a desempeñar dentro de la Iglesia. Por eso eligieron titularse como miembros de la Compañía de Jesús. Después Pedro de Ribadencia confirmaba que el nombre se vio ratificado por el deseo de Ignacio de Loyola.
Loyola prestó mucha importancia en la calidad más que cantidad, pero la Compañía de Jesús creció rápidamente. Había cerca de un mil de los jesuitas por la muerte del fundador en 1556, principalmente en España, Italia y Portugal, pero también en Francia, Alemania y Bélgica, así como misioneros en la India, África y América Latina.
Función
La educación se convirtió rápidamente en la más grande apostolado jesuita. En 1626 los jesuitas dirigidos quinientos colegios o seminarios, un número que casi se duplicó en el siglo mideighteenth. La carta fundamental de estas escuelas fue la Ratio Studiorum (el Plan de Estudios) de 1599, que trató de purificar y simplificar el humanismo renacentista, lenguas clásicas y literatura y la religión siempre que el plan de estudios con la filosofía aristotélica para estudiantes avanzados.
Los colegios de la Compañía utiliza el teatro, a menudo con pompa exuberante, para inculcar valores morales y religiosos.
Tradicionalmente, los jesuitas han reservado su más alta consideración por el trabajo misionero. Francisco Javier (1506-1552), la primera y más grande misionero jesuita, sentó las bases para la actividad de los jesuitas en la India, Indonesia y Japón. La misión japonesa en particular, floreció hasta que fue arrasada por la persecución salvaje en el siglo XVII. En China Matteo Ricci (1552 – 1610) fundó la misión de los jesuitas, donde él y sus sucesores ganó la protección de los emperadores Ming, mediante la introducción de los conocimientos científicos occidentales y técnica a los círculos de la corte de Pekín. Fueron pioneros en la adaptación del evangelio a las tradiciones chinas y formas de pensamiento, aunque en esta cantidad de católicos críticos sintieron que habían ido demasiado lejos. Sus escritos introducido a China a Occidente.