3. En la Edad Moderna

Las escrituras expuestas de la Edad Moderna han sido objeto de estudio de diversos historiadores. Entre ellos, podemos destacar a Armando Petrucci, renovador de la Paleografía y estudioso de la función social de la escritura, y a Antonio Castillo, que ha estudiado las escrituras expuestas en las ciudades renacentistas y barrocas españolas.

En la Edad Moderna, la invención de la imprenta, su generalización y el desarrollo de la producción editorial, así como el crecimiento de la formación y la alfabetización en los núcleos urbanos, contribuyeron al triunfo de la cultura escrita en Europa. Por ello, durante los siglos XVI y XVII, creció de forma considerable el uso de las escrituras expuestas.

En esta época histórica, convivieron los registros orales (los pregones y las lecturas públicas de documentos) y su exposición en soportes textuales (registros epigráficos, impresos, pasquines o libelos).

Las escrituras expuestas fueron utilizadas con dos finalidades:

  • Por una parte, constituyeron un símbolo y un medio de expresión del poder establecido.
  • Y por otra, fueron utilizadas por el pueblo para realizar críticas a las élites dominantes (políticas o religiosas).

Las escrituras expuestas realizadas por las autoridades presentan las siguientes características:

  • Muchas de ellas han pervivido en el tiempo y nos han llegado de manera directa.
  • Fueron realizadas en lugares establecidos para fijar o divulgar los escritos oficiales, generalmente en espacios públicos “controlables”, como las iglesias o las plazas.
  • Tenían como objetivo invalidar cualquier alegación de ignorancia o desconocimiento que pudiese entorpeder el cumplimiento de sus disposiciones.
  • Hacían manifiesta la autoridad de las élites dominantes (políticas y religiosas) entre el pueblo.
  • Podían servir como propaganda política, para exaltar los logros de la monarquía o la nobleza (conquistas militares, visitas reales…) o la labor de la Iglesia.
  • Fueron frecuentes a lo largo de toda la Edad Moderna.

En cambio, las escrituras expuestas populares eran considerablemente diferentes a las “oficiales”:

  • Tenían como objetivo principal criticar a las autoridades políticas y religiosas.
  • Eran efímeras (eran retiradas pronto por el poder), por lo que apenas nos han llegado de forma directa. No obstante, las conocemos gracias a la existencia de numerosas referencias a ellas en documentos escritos.
  • Aunque tuvieron distintas manifestaciones o formas, las más frecuentes fueron las pintadas o grafitis, y los pasquines y libelos.
  • Durante los siglos XVI y XVII, su uso fue muy habitual en toda Europa, especialmente en épocas de conflictos políticos y religiosos (como la Reforma, las Guerras de Religión, la Revolución Inglesa o las rebeliones de Cataluña y Portugal durante el reinado de Felipe IV). La definición del término ‘libelo’ en el Tesoro de la Lengua Castellana de Covarrubias (1611) es muy explícita en este sentido. Libelos son  «Escritos infamatorios, que sin autor se publican o fixándolos en columnas y esquinas de lugares públicos, o esparciéndolos por las calles y lugares públicos. Este crimen es muy grave, y assí se castiga con mucha severidad».
  • No obstante, a partir del siglo XVIII, aunque las escrituras expuestas críticas siguieron existiendo, la utilización progresiva de la prensa escrita como medio para dar a conocer la opinión pública disminuyó su importancia y su uso.