Las Mónadas de D. Godofredo

   Podríamos establecer una nueva hipóstasis, si se nos permite, siglo XVII, tres racionalistas distintos: Cartesio, Spinoza, Leibniz y un solo Dios.  Vamos a fijar nuestra atención en esta ocasión sobre el último de la terna.

    Godofredo Guillermo Leibniz (1646-1716) era toda una personalidad, nace Leipzig y muere en Hannover y entre ambos hitos investiga en geología, lingüística, historiografía, matemáticas, física y filosofía, todo ello aprovechando su tiempo libre porque realmente D. Godofredo era un profesional del Derecho, del Tribunal de Justicia de Hannover, además de concejal, diplomático, bibliotecario e historiador.

     Sus investigaciones matemáticas sobre el cálculo infinitesimal le conducen a una famosa polémica con Isaac Newton, basándose la controversia en conocer quién había descubierto antes los fundamentos de este cálculo.

     Sólo publica un libro en su vida, la “Teodicea o Tratado soTebre la libertad del hombre y el origen del mal”. Escribe numerosos ensayos filosóficos en las revistas de la época entrando en controversia con Descates,” Breve demostración de un notable error de Descartes” (1686). Es enorme su correspondencia y abundantísimos sus opúsculos como su” Discurso de Metafísica” o su famosa ” Monadología” (1714).

    Tampoco se entiende con Spinoza, pues Leibniz, a través de su famosa frase “las mónadas no tiene ventanas” se niega a entender el movimiento como resultado del influjo de unas sustancias en otras. Las mónadas son substancias simples, inextensas e infinitas en número y no tiene causa en el exterior de ellas sino en su interior. Pero vamos a lo que en nuestro tema se trata de fundamentar: la espiritualidad.

    Dios programó a las mónadas en el mismo momento de su creación de manera tal que, ” aunque ninguna pueda interactuar casualmente con ninguna otra, el resultado de la actividad de todas ellas es el orden armónico de la totalidad “ (J.Quesada, “Hª de la Filosofía”). Esta tesis es conocida como armonía preestablecida.

      Leibniz mantiene diferencias con Locke y es escarnecido por Voltaire, pero eso ya lo veremos.

leibniz[1]


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