Es común la creencia de que el luteranismo, en sus diferentes vertientes europeas representó un apertura al pensamiento científico, al tiempo que supuso un camino hacia la tolerancia frente al oscurantismo y la intolerancia pragmática del catolicismo romano.
Nada más lejos de la realidad y cito a Bertrand Rusell, que en su obra Historia de la Filosofía, comenta la reacción de Lutero al conocer el alcance del heliocentrismo planteado por Copérnico: “La gente presta oídos a un astrólogo advenedizo que se esfuerza por demostrar que la tierra gira, no los cielos o el firmamento, el Sol y la Luna. Cualquiera que desee parecer inteligente tiene que idear algún nuevo sistema, el cual, de todos los sistemas, es, desde luego, el verdaderamente mejor. Este necio (Copérnico) desea trastornar toda la ciencia de la astronomía; pero la Sagrada Escritura nos dice que Josué mandó pararse al sol, no a la tierra”.
Todo un dechado de cientifismo luterano, que nada tiene que envidiar al de la Iglesia de Roma.
Por otro lado las persecuciones y ejecuciones luteranas de una u otra tendencia, nada tuvieron que envidiartampoco a las actuaciones de la Santa Inquisición, recordemos el caso de nuestro aragonés Miguel Servet. Y surge la pregunta ¿esta reñida la espiritualidad con la investigación científica y la tolerancia?
A mi entender no lo está en absoluto, son el dogmatismo, los paradigmas establecidos como inalterables y el inevitable “factor humano”, los que producen estas barbaries y obstáculos.
La espiritualidad no es rama de la ciencia y sí se puede razonar a través de la Filosofía siguiendo los planteamientos de la Metafísica o Gnoseología. La fe y su derivada la espiritualidad se razona, como ya veremos hacen los filósofos de la época y no debe intereferir en los empirismos, al menos así creo debería ser.