Dos cuentos para Manolillo de Miguel Hernández

Se trata de dos volúmenes, donde ya en sus últimos momentos de vida, M. Hernández elabora un cuadernillo confeccionado a mano por sí mismo en la Cárcel de Alicante, con los dos cuentos —El potro oscuro y El conejito— que escribió, dibujó y encuadernó como regalo para su hijo Manuel Miguel. En la cárcel se los entregó a su esposa, Josefina Manresa, que los mantuvo inéditos mientras vivieron ella y su hijo, con quien tantas veces los leyó. Las huellas de las lágrimas de Manuel Miguel quedan como borrones entre sus páginas. Posteriormente M. Hernández terminará su obra mediante sus últimos poemas sueltos.

Cancionero y Romancero de ausencias

Los primeros poemas de Cancionero y romancero de ausencias empezó a escribirlos hacia 1938, cuando todavía estaba escribiendo El hombre acecha. Probablemente, motivados por el nacimiento de su primer hijo Manuel Ramón y su posterior fallecimiento. Los borradores de estos poemas aparecen a lápiz sobre unas cuartillas de igual papel al de su anterior libro. Varios de estos poemas aparecerán de hecho en El hombre acecha, por ejemplo, el poema «Carta», que vimos en el apartado anterior, dirigido a la mujer y al hijo muerto, como lo demuestran tanto la lectura atenta del poema como los borradores previos. Existe en el Cancionero y romancero de ausencias un aspecto esencial: es su capacidad de sufrimiento. El morir diario ya de por sí es bastante para aniquilar a un hombre y mucho más si ese hombre es un poeta. Esa inclinación por la muerte, esa visión y concepción de la muerte desde que empezó a sentir, esa predisposición, presentimiento de muerte que le acompaña, va más allá de su propia persona.

Teatro en la guerra

El triunfo del Frente Popular le implicará más en sus ilusiones políticas, hasta que el asesinato de Federico le adentra al máximo en el compromiso político. La poesía de Miguel Hernández se hace imprescindible en los frentes de la guerra y en las retaguardias, y trascenderá el final de la contienda y su muerte para hacerse objeto de culto para los antifranquistas. Sin embargo, otros textos, de compromisos políticos fehacientes y animadores de moral en las batallas ven la luz en los boletines de guerra. Compromiso hasta el final. Estos textos, sólo conocidos por los soldados lectores del frente, nos llegan hoy de la mano de la Fundación Domingo Malagón y de su estudioso Javier Ruiz.

El labrador de más aire

El teatro de Miguel Hernández constituye una notable singularidad en la literatura española del siglo xx que sobresale por su carácter mixto. Escrita por un poeta de superior inspiración, responde, sin embargo, a circunstancias externas al quehacer literario que revisten una notoria peculiaridad. El labrador de más aire se inscribe en el llamado teatro social dentro de la producción dramática hernandiana. Es la principal pieza dramática en verso del poeta de Orihuela, de clara intención social y de raíz tradicional, rara combinación de eficacia dramática y acento lírico, salpicada de canciones populares. Una nueva visión -ahora dramática- que enriquece la oferta de Letras Hispánicas de la obra de Miguel Hernández. Este es el cuarto volumen dedicado a ella. Los profesores De Paco y Díez de Revenga han colaborado ya en la colección y son un buen aval para la difusión de la obra.

El viento del pueblo

M. Hernández busca una poesía útil que llegue al corazón del pueblo llano, escrita para ser recitada en las trincheras, aldeas y pueblos, y busca emparejarlas con el cancionero popular con la intención de «mantener la moral del soldado, para adoctrinarle a propósito de la causa…». Es su primer libro de poesía de guerra, de tono «viril y apasionado», canta el dolor de un pueblo en guerra, preso de un feroz odio a sus propios hermanos que han desenfundado las «garras» del instinto salvaje y del tigre. Impregnado de terrible amargura con metáforas animalistas. Quizá sea uno de los libros al que más estudios le han dedicado los especialistas, quienes afirman que es un libro heterogéneo y publicado por razones de propaganda política y que su organización carece de una estructura definida». Y, sin embargo, hay un hilo conductor: el dolor. Dolor en las Elegías y en las Odas; dolor en los poemas imprecatorios y en los cantos épicos. El viento del pueblo lo contiene todo y todo lo arrastra sin detenerse a clasificar o jerarquizar. De aquí que la obra muestre una estructura compacta y fluida al mismo tiempo.

El Rayo que no cesa

El rayo que no cesa es uno de los más conmovedores libros de poesía castellana. El descubrimiento del amor constituye para Miguel Hernández una extraordinaria aventura poética. Empieza a explorar una nueva dimensión de su ser, la que le liga a los más elemental humano, y descubre que amor y muerte son cara y cruz de una misma moneda. De ahí brota la vivencia básica de la “pena”, que, rebasando los límites personales, hace al poeta cargar, solidario, con el dolor de todos los desheredados. Autor de estudios básicos para el conocimiento de la época y del poeta -La poesía española entre pureza y revolución y La poesía de Miguel Hernández-, Juan cano Ballesta ofrece en este volumen una guía segura para adentrarse en la riqueza de El rayo que no cesa, así como en los poemas de “El silbo vulnerado” y los publicados en la revista El Gallo Crisis que dirigió Ramón Sijé, su “compañero del alma”.

El silbo vulnerado (Imagen de tu Huella)

M. Hernández escribe El silbo vulnerado en 1934 con evidentes resonancias místicas. En El silbo vulnerado primitivo los temas principales son el aire libre, la pastoría… es decir el juego de convivencia entre el poeta y su entorno junto a la influencia de los clásicos entre los que podemos destacar a Garcilaso de la Vega y San Juan de la Cruz, sobre todo, además de Góngora, Quevedo, Boscán… dando paso a un segundo «Silbo» influenciado por Benjamín Palencia que desembocaría en un tercero definitivo donde Hernández refleja sus objetivos como poeta. El conjunto de estos «Silbos» dan lugar a lo que en 1935 denominaría el poeta Imagen de tu huella, dando forma a la obra. Dicha denominación sería muy breve al ser sustituida en poco tiempo por el proyecto que acabo titulando El Rayo que no cesa compuesto por 30 poemas, diez de los cuales toma de este libro. Fue publicado en Orihuela en El Gallo Crisis. Como los autos sacramentales, debe mucho a la poesía mística de San Juan de la Cruz, y de Baltasar de Alcázar. “Poesía de factura clásica…”, confesado por el propio Hernández. También se ve reflejada la mano impresionista y colorista de Gabriel Miró.

Quién te ha visto y quién te ve y sombra de lo que eras

Quién te ha visto y quién te ve y sombra de lo que eras es una obra teatral de Miguel Hernández escrita en 1933, y publicada al año siguiente en la revista Cruz y Raya que dirigía José Bergamín. En ella intenta componer un auto sacramental a imagen y semejanza de los que escribió Calderón de la Barca en el siglo XVII. Se trata de su primera obra teatral y fue escrita aún en su lugar de origen, Orihuela, aunque revisada y finalizada ya en pleno traslado a Madrid. Miguel Hernández recrea, con mayor extensión, en un auto sacramental calderoniano en tres actos titulados: Estado de las inocenciasEstado de las malas pasiones y Estado del arrepentimiento, el Génesis, la caída en pecado original y la redención del Hombre, que representa por figura alegórica a toda la humanidad.

Perito en Lunas

Hernández, M. Perito en lunas.

M. Hernández quiso hacer en este libro un homenaje tardío a Góngora, tal como ya lo hicieran los de la generación del 27, del que se dice que era un miembro tardío de esta. Tanto apostó en el empeño que no la entendió nadie, y Perito en lunas no tuvo en su momento el éxito esperado. De hecho, el libro durante tres décadas fue menospreciado por la crítica, que lo acusaba de deshumanizado conceptismo y de huera retórica, vacío de toda emoción y sentimiento. Por su dificultad, apenas se parece a sus nítidas y emocionales composiciones posteriores. El neogongorismo aparece en Hernández como vía de una poesía renovadora, cuya búsqueda será constante a lo largo de toda su obra. En Perito en lunas aprende Miguel Hernández, a través del cultivo de la metáfora gongorina, a transformar la realidad en palabra poética y a la conversión del lenguaje poético en un instrumento riquísimo para la expresión. Un lenguaje que le permite, para siempre, elevar a categoría poética lo humilde, lo cotidiano, y hasta lo rastrero y zafio.

Poemas de Adolescencia

Se conservan más de 100 poemas de esta época iniciática. Son los poemas que han quedado en llamarse: «periodo cíclico de Perito en lunas». Los poemas primeros de Hernández, no publicados en vida y que han quedado autógrafos en un cuadernillo que el poeta conservó siempre, son en su mayoría de arte menor. Los versos aparecen combinados libremente o siguen las formas tradicionales de la poesía popular: romancillos, endechas, romances, redondillas, cuartetas… El poeta adolescente maneja generalmente con soltura  el hexasílabo (once cuartetas asonantadas), el heptasílabo, el octosílabo, el eneasílabo, y también combina bisílabos y tetrasílabos, casi en ritmo de saltarello. Sólo en algunos pocos poemas ensaya el arte mayor: el endecasílabo en «A la muy morena y hermosa ciudad de Murcia» (en tercetos), que también combina con alejandrinos y heptasílabos en «La cumbre». En algunos títulos presenta una estructura caracterizadamente rítmica y musical.

Entrada de prueba

Mourinho quiere un lateral para Reyes. Ya en pretemporada, el luso intentó sin éxito que el Madrid le trajese un lateral derecho que sirviese de competencia para Arbeloa. Y ahora lo intenta otra vez, como anunciaron en Futboleros.

Pero como diría Eugenio D’Ors, «los experimentos, con gaseosa». Al Madrid le hace falta un lateral. Mourinho no ha expresado sus preferencias, aunque no se busca un jugador titularísimo. La idea es que quien venga pueda competir con Arbeloa o Coentrao y ganarse un puesto en vista de la tardía vuelta de Marcelo. El portugués no tiene clara la fecha de vuelta de su lateral estrella -como mínimo, en enero- y el tiempo de readaptación a los terrenos de juego que deberá afrontar.