El desarrollo de Fortificaciones
Castillos medievales fueron caracterizados por murallas de mampostería, altas y perpendiculares que rodeaban el interior y la torre del homenaje. Sin embargo, con la aparición de cañones y pólvora esas murallas se hicieron muy vulnerables debido a su delgadez y la facilidad de disparar a un objetivo tan grande, y por esta razón empezaron a desarrollar nuevas innovaciones en la construcción de las fortificaciones al principio del siglo XIV.
La traza italiana
La traza italiana fue uno de las innovaciones más importantes: un estilo de fortificación desarrollado en Italia a finales del siglo XV y principios del XVI en respuesta al intento de invasión francés de la península. El ejército francés estaba equipado con nuevos cañones capaces de destruir fácilmente las fortificaciones de estilo medieval, castillos con altos muros que eran un objetivo fácil para la artillería.
Para contrarrestar el poder de las nuevas armas, los muros defensivos de las fortificaciones se hicieron más bajos y anchos, construidos generalmente con piedra y arena que absorbía mejor el impacto de los proyectiles lanzados por los cañones. Otro cambio importante en el diseño fue la aparición de los bastiones y revellines, que caracterizaron a este nuevo tipo de fortalezas. Para mejorar la defensa, los bastiones ofrecían la posibilidad de efectuar un fuego cruzado sobre los atacantes. El resultado fue el desarrollo de las fortalezas en forma de estrella. Para poder tomar mediante un asalto este tipo de fortificaciones, era necesario establecer un sitio que las privara de ayuda del exterior y situar una batería de cañones que, tras varios miles de disparos, abriera una brecha en el muro que permitiera el asalto de la infantería. La necesidad de bloquear dichas fortalezas, a veces durante un año, requería un elevado número de soldados y hacía aumentar de forma espectacular el coste de la guerra, por lo que sólo los grandes Estados de la época podían permitirse sitiar una ciudad protegida con este tipo de fortificación.
Este tipo de diseño salió de Italia entre los años 30 y 40 del siglo XVI y fue ampliamente utilizado por toda Europa durante los siguientes 300 años, especialmente en el norte de Francia y en los Países Bajos debido a las guerras entre Francia y España y entre España y las Provincias Unidas.
A finales del siglo XVII, los arquitectos Vauban y Menno van Coehoorn llevaron el diseño de este tipo de fortificaciones al extremo con ciudadelas pentagonales plagadas de bastiones, revellines, reductos y fosos.