Manuel Martí, ha pasado a la historia con el sobrenombre de “Dean de Alicante”.Es uno de los impulsores de la historia crítica y literaria española y un profundo conocedor de las lenguas clásicas; un hombre que, gracias a sus años de formación en Roma y a sus largas estancias en la corte madrileña, adquirió un sólido bagaje cultural que le permitió ejercer el magisterio sobre determinados círculos de intelectuales valencianos que acabaron por integrar uno de los grupos más brillantes del movimiento novator.
Sus conocimientos filológicos, su amistad con Gianvicenzo Gravina (precursor de la historia del Derecho), con Marcelo Malpahigi ( uno de los creadores de la medicina experimental) y su conocimiento de las teoría de Mabillón, así como de la filosofía cartesiana, fueron determinantes a la hora de asegurar su influencia sobre hombres de la talla de Gregorio Mayans o José Manuel Miñana.
Sus estancias en Alicante, una vez obtenido el cargo de Dean de su Colegiata en 1696, no fueron muy felices. El brillo intelectual de Roma hizo palidecer, sin duda, el ambiente provinciano de Alicante que no satisfacía sus exigentes necesidades culturales. Quizás por esta razón el Dean practicó un absentismo poco ejemplar en el desempeño de su dignidad.
Fue a lo largo de tres periodos desiguales cuando residió en la ciudad. Tres etapas diferentes de las cuales tal vez la más decepciónate fue la primera, en 1696 cuando Alicante apenas si se reponía de las secuelas del bombardeo de 1691.
Años más tranquilos y sosegados serían los del último periodo (1718-1737) en el que dio a la imprenta su obra Aposterosis (1721). Se rodeo de un grupo de alicantinos de lo más selecto de la ciudad: Scorcia, Paravicino, Salafranca, Rovira, etc.
La presencia en Alicante por aquellas fechas del humanista italiano Felipe Bolifón, superintendente de la ciudad para asuntos fiscales y gran amigo del Dean, daría lugar a un pequeño círculo de literatos al que no serían ajenos algun os religiosos y estudiantes de las facultades de Artes y Teología.
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