Alicante en el siglo XVIII. Es de este periodo histórico y esa localización geográfica en concreto del tiempo del que trata este blog.
Para entender la historia del municipio de forma completa se han de conocer los elementos geográficos que encontramos en el entorno de la ciudad. Alicante, bañada por el Mediterráneo, se ubica en un espacio de planicie rodeado por toda una serie de colinas y elevaciones, siendo el monte Benacantil (con sus 169 metros de altura) su punto más elevado, siendo así lugar de asentamiento del Castillo de Santa Bárbara, fortaleza dominadora de la ciudad y símbolo de la misma. Precisamente por esa misma formación de colinas en su entorno la ciudad dispone de un gran desnivel, mientras que el ayuntamiento está a 0 metros del nivel del mar hay zonas como el barrio de San Blas o el Pla del Bon Repós que se ubican a 30 metros de altura, el barrio de los Ángeles con 75 metros o la zona de Ciudad Jardín, que alcanza los 80 metros de altitud con respecto al ayuntamiento. Este desnivel interno sin duda ha sido condicionante para la ocupación de la ciudad a lo largo de los siglos al igual que en su papel como plaza fuerte del reino. En cuanto a la hidrografía cabe destacar las cuencas del río Seco y la Rambla de las Ovejas. Como componente marítimo cabe señalar también la isla de Tabarca, y el cabo de Santa Pola, que forman parte del municipio.
Respecto al régimen pluviométrico y climatológico Alicante cuenta con un régimen de tipo mediterráneo árido, con temperaturas suaves a lo largo del año y lluvias escasas que se concentran entre los meses de septiembre y octubre, eventos condicionados por el fenómeno de la gota fría. La oscilación térmica se ve muy reducida por la influencia marítima, por lo que se goza de inviernos suaves y veranos calurosos.
Una vez mostrado el contexto podemos dar unas pinceladas generales del municipio en su historia moderna.
Hablar de Alicante en el XVIII supone hablar de una ciudad que está viviendo en primer plano los episodios que acontecen en el país de forma muy intensa. Alicante, que casi había sido destruida en 1691 por el bombardeo marítimo de la escuadra francesa del capitán D’Eestrés, inicia el siglo con la guerra de sucesión como episodio clave, siendo, por la posición estratégica de que disfruta, objeto de deseo por ambos contendientes. Posteriormente, con la victoria en la contienda de Felipe de Anjou, ahora Felipe V, será lugar de implantación del modelo centralizado que acompaña a la casa borbónica mediante la aplicación de los Decretos de nueva Planta, que traerá un mayor desarrollo institucional y económico.
Pese a los episodios de guerra y de destrucción la ciudad vivió momentos de gran esplendor en este siglo, condicionados en parte por la evolución de su puerto a lo largo de toda la edad moderna. Dicho puerto se convirtió en el más importante del reino de Valencia, propiciando el asentamiento de comerciantes extranjeros que otorgaron gran dinamismo al tráfico mercantil. Estas instalaciones se asentaron también como uno de los puntos de salida de las manufacturas y productos de La Mancha y un eficaz redistribuidor de productos coloniales y salazones del norte de Europa. El desarrollo económico permitiría a la ciudad arrebatar a Orihuela, en 1647, la capital de Bailía meridional valenciana y posteriormente, en 1785, la creación de un Consulado del Mar independiente del de Valencia.
Con todo este desarrollo económico la ciudad vivió un crecimiento de la población y un aumento de la calidad de vida, al igual que un incremento significativo en sus actividades lúdicas y culturales, festividades que suelen acompañar a los tiempos de bonanza.
Deja un comentario