A lo largo de esta centuria, Biar se vio envuelto en un círculo de violencia que puso en peligro a la villa de forma considerable. La población de la villa fue considerada durante mucho tiempo como irascible, traicionera y peligrosa.
En ella los principales conflictos se daban por las siguientes razones:
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Acusaciones difamatorias, sobre todo acusaciones de robo de cosechas. Un ejemplo es el de dos mujeres en una disputa “por unas alubias de bajocas” golpeándose recíprocamente con una alpargata de cáñamo y con una olla en la cabeza.
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Disputas familiares, sobre todo en relación a propiedades compartidas
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Atentados contra el honor, donde primaban las acciones de los hombre de una familia defendiendo el honor de una mujer, que había sido ultrajada o si un hombre se acercaba demasiado a una mujer casada. En estos casos los miembros varones de la familia solían tomarse la justicia por su mano. Un caso de un apaleamiento de una mujer que había difamado a otra mujer soltera diciendo entre los vecinos que estaba embarazada.
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Tiempos de ocio. Estos se daban principalmente entre los jóvenes, que tenían la costumbre de paseas por la calle, después de cenar tocando instrumentos y cantando. Lo más común es que estos pasacalles terminaran en grandes enfrentamientos violentos. Hay un caso de un grupo de jóvenes que hicieron un fuerte altercado en la calle, empeoraron cuando fueron detenidos, donde rompieron la ventana de la celda tirando los recipientes para “excrementar” a la plaza, quedando un lugar lleno de “inmundicias y ollas rotas”. Estas acciones de los solteros, siempre estuvieron en el punto de mira, sujetos a desconfianzas y motivos de contínua sospecha.
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La corrupción de los cargos políticos y administrativos de la villa de Biar.
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Y la venganza con armas de fuego. Donde relacionándolo con el caso anterior, era común que los habitantes del municipio amenazaran o intentaran acabar con la vida de los corruptos que no hacían nada más que oprimir a los agricultores y a los pobres.
Las condenas para estos crímenes variaban en intensidad. Por ejemplo hay aquellos que gozaban de una pena cómoda y sin penurias, como un semi-arresto domiciliario. Para los crímenes menores, casi siempre se resolvía con una pequeña multa, los jóvenes tenían que pasar bajo la vigilancia de un tutor. Los crímenes violentos contra un vecino, llegaban a la Real Audiencia, pudiendo llegar a ser condenados con servicios obligatorios en el ejército. Aunque uno de los más severos era el castigo por llevar armas, que podía penarse con el exilio.
Según la documentación la violencia de la villa se redujo al elegir el cargo de Alcalde Mayor. Ya a finales del XVIII y habiendo pasado por la etapa de mayor violencia en la historia de Biar.
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