El pastoreo durante este periodo, era una actividad peligrosa en cualquier parte. Y esto se debe a que es un trabajo solitario y alejado de la sociedad. A cambio de un sueldo, o por ser propietarios de las reses, los pastores conducían sus ganados a lugares con poco tránsito de personas y para este momento abundancia de “bestias” salvajes.
Centrándonos en Elche, el pastor ilicitano debía andar por amplios territorios escasamente poblados. Con la amenaza latente de las incursiones granadinas en busca saqueo o toma de prisioneros para pedir rescates, o las poco amistosas visitas de castellanos, en disputas siempre con la con la capital de la región, Orihuela. También podrían cruzarse con sujetos de “mala” reputación, el famoso bandolerismo que llega hasta casi el s.XX.
Pero no puede faltar mencionar, que el pastoreo se realiza en la naturaleza, y que en estos momentos había en la región una fauna y flora que en la actualidad parece irreal. Una fauna que podía ser tan amenazadora como en el caso del lobo. Este animal fue duramente perseguido por los pastores de la región con sus perros, los cans de bestiar, hasta la extinción actual. Resulta que la caza del lobo podía ser un buen complemento económico al pastos que podría o no haber perdido reses por sus ataques. Presentar ante las autoridades trofeos de caza, tanto lobo solitario como camada entera, era bien recompensado por
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