La forma de comercializar con los productos más normal en estos tiempos, es a través de los mercados semanales y las ferias. Hay una clara diferencia entre ambos. Si bien el mercado se realiza uno o dos días a la semana, la feria se producía una vez al año.
El establecimiento del mercado semanal, centrándonos en el periodo cristiano, lo encontramos establecido por el rey Alfonso X, quien dictó que se celebraría en 1256 los martes y miércoles. En este mercado se venderían productos de primera necesidad generalmente, “la compra de la semana”. Funcionó correctamente hasta el s. XIV con la guerra de los Pedros, que produjo una merma de los comerciantes. Repuestos de la guerra, el mercado continuo funcionando, siendo el único problema las continuas prohibiciones de comercio impuestas a las comunidades mudéjares y a la importación de productos que perjudicasen a los comerciantes autóctonos.
La feria, “fira de Sant Andreu o del Franc” tenía un connotativo distinto al del mercado. Se realizaba una vez al año y se le daba un aspecto “festivo” al reunir en la villa a comerciantes de todo el reino. En las ferias se ofertaban productos más variados, traídos de lugares más lejanos, por lo que podemos imaginar la curiosidad que despertaría en esta comunidad fronteriza. Jaume II atendiendo a una delegación de Elche, estableció en 1322 que la villa celebrase una feria anual que duraría la segunda quincena de noviembre, introduciéndola en los circuitos comerciales del reino.
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