Estamos ante un fenómeno de violencia social que se produce en un periodo caracterizado por la crisis, por lo que tiende a verse como una consecuencia más de la misma. Se interpreta así como la explosión contestataria de una masa de población oprimida que vive en estos momentos los límites más insoportables de su situación.
Nos encontramos ante movimientos poco organizados, que no contaron con medios y que, desde luego, no siempre tenían unos objetos precisos, apareciendo a veces como simples explosiones de violencia provocadas por el descontento. De ahí que, en la mayoría de los casos, estamos ante movimientos cortos en el tiempo, de gran violencia y, en general, con un final desastroso.
Cierto que son campesinos los que se sublevan, pero ni son los únicos, ni se identifican exclusivamente con las capas más humildes o miserables de ese mundo campesino.
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