No son conceptos nuevos los de fraude y corrupción. A lo largo de la historia han habido personas que se saltaron las normas contables tanto para enriquecerse como para evitar cargas impositivas abusivas. Y resulta que durante la edad media había que pagar a la corona, al municipio y a la iglesia.
Para 1428 se hace patente que se están llevando a cabo fraudes debido a que no existía una unidad de medida fija, por lo que los jurados de Elche deciden revisar las barchillas de medición y ponerles un sello de garantía. Un año después, ante el poco éxito, revisaron de nuevo los medidores. Pero la picaresca continuaba atestiguándose en 1457 con nuevas quejas.
Las autoridades de Elche pretendían normalizar las medidas, aproximándose al sistema de la capital del reino, Valencia. Ya en 1306 se había establecido que pesos quedaban bajo el control del mostaçf. Otro problema surgió cuando Cárdenas tomó posesión de la villa y en 1488 estableció una unidad de peso señorial supervisado por Martí de Pomares, para todos aquellos que quisiesen vender trigo en Elche. El Consell protestó y perdió el pleito contra esta medida, produciéndose un pequeño caos a la hora de contabilizar el trigo.
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