Tras la Guerra Civil Española a los españoles todavía les quedaba soportar una dura posguerra agravada por la autarquía y el aislamiento internacional del régimen franquista. Hasta 1953, la cartilla de racionamiento fue la salvación de muchos españoles para no morir de hambre. Esto provocó en paralelo la parición del mercado negro o de ‘’estraperlo’’ donde los precios eran mucho más altos pero podías encontrar más variedad de alimentos y más cantidad. Las cartillas eran personales, y en ellas se asignaban a cada familia los alimentos de consumo básico con sus respectivas cantidades, entregados por una tienda o un proveedor.
En el caso de Sebastiana, una cartilla de racionamiento no bastaba para dar de comer a su marido, cuñado y dos hijos, por eso ella acudía en varias ocasiones al estraperlo de Calasparra donde vendía o intercambiaba la mayoría de veces azafrán puro por kilos de arroz o habichuelas. Muchas de las veces tuvo que recibir palizas por parte de la Guardia Civil para evitar la cárcel.
