Tradicionalmente la economía española ha sido agraria, pero en el siglo XVI comenzará a desarrollarse una economía mercantil que contribuirá al progreso de las comunicaciones, creando, sobre todo en el litoral mediterráneo, nuevas rutas y productos. Además a lo largo de este siglo se producirá un importante crecimiento económico que en el Reino de Valencia será especialmente tardío, en comparación al resto del país. La expansión de dicho crecimiento por todo el reino valenciano verá su fin a finales del siglo XVI. Produciéndose a inicios del XVII un decrecimiento económico -además de demográfico, cultural y político-.
En el caso concreto de Orihuela, era un municipio básicamente urbano en el que el comercio jugaba un importante papel. Su política municipal intervenía directamente en la regulación del mercado y abastecimientos como el vino, el trigo o la seda, que eran los principales productos que Orihuela producía para su posterior comercio. Dicha intervención municipal se podía ver a través de los actores públicos que estaban ligados al poder local. Era el caso concreto de los jurados, el clavario y el almotacén, entre otros. En síntesis los jurados formaban el órgano de gobierno con mayor capacidad operativa: gestionaban la manera de explotar los recursos locales, determinaban el precio de venta de los productos para evitar el abuso de éstos y luchaban contra la escasez de la oferta, entre otras cosas; el clavario se limitaba a llevar la cuenta de los gastos e ingresos y a hacer cumplir las órdenes de pago y cobro que mandaban los jurados; el almotacén, aparte de supervisar los “precios, pesos y medidas de los productos, denunciaba los fraudes cometidos y cobraban de los comerciantes la tarifa correspondiente a la inspección periódica que realizaba”. De manera que la política municipal no sólo contenía los precios y vigilaba el mercado, también protegía la ganancia legítima de los comerciantes locales – un ejemplo de ello lo podemos ver en la eliminación de la figara del intermediario con el comercio de la seda-.
Sin embargo, esta autonomía de la que gozaban las autoridades municipales, casi ilimitada en la movilidad de la gobernación y administración de la ciudad, pronto se vería condicionada y cuestionada por las reformas que se dieron a partir de 1569, por parte de la Corona sobre la hacienda local de Orihuela. Reformas que tenían como objetivo reforzar el control sobre la Hacienda municipal, poniendo así fin a la tradicional autonomía financiera de la ciudad.
Miriam T Muñoz Rico
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