EVOLUCIÓN DEMOGRÁFICA. INTRODUCCIÓN.
Aunque en los siglos XIV, XV y XVII no abundes los conteos, hallándose lejos de la prolijidad de los del siglo XVI, la visión que se obtiene con los datos de los más plausibles (se rechazan los dudosos y poco fiables) es la de una ciudad que durante tres centurias –del XIV al XVI- luchó por el crecimiento, frente a otra –siglo XVII- en la que se hundió. Soslayando épocas, incluso años, coyunturales (pestes, epidemias, hambres, guerras), se distinguen cuatro largas etapas:
*Crecimiento lento, no exento de grandes tropiezos, que abarcaría los siglos XIV, XV y primer tercio del XVI.
*Expansión, en los dos últimos tercios del XVI, y mantenimiento, en la primera década del Seiscientos.
*Desastre demográfico, que puso a Orihuela al nivel de las peores épocas. Comprendería media larga centuria del XVII: desde 1610 a 1670.
*Salida de la crisis y reinicio de un lento crecimiento que habría de superar la época foral y aún alargarse más de media centuria durante la Ilustración para alcanzar la cota de finales del XVIII.
EXPANSIÓN EN EL XVI.
A la vista de la evolución de las casas habitadas, queda claro que la etapa de esplendor y auge demográfico se encuadra entre 1560 y 1610, aunque será en el interludio de las dos centurias se alcance el punto culminante. Autores hay que consideran el punto de inflexión en la década de los ochenta del dieciséis.
Queda por saber cuántos habitantes tenía la ciudad. Surge así el problema de reconversión o transformación de casas en habitantes. Atendiendo a las últimas opiniones de los historiadores, como a la constatación empírica de ciertos censos donde se ha anotado el número de habitantes (moriscos y gitanos, obsérvese que son culturas que han sido tachadas de prolíficas), el coeficiente de 4 habitantes por casa tendría bastante verosimilitud, pero ocultaría a las personas que viven en casas de otros, de ahí que para Orihuela el coeficiente 4,5 sería más útil para el cómputo total. Por lo tanto, la población rondaría entre 9.600 a 10.800 habitantes. La última cifra, que incluiría a criados del clero y de los caballeros, se ajustaría más a la realidad. Aun en el caso de incluir a una población difícil de contabilizar: gitanos –muy pocos-, esclavos, mercaderes… y pobres, la cifra de 11.000 habitantes sería más plausible que la de 12.000. Confirma nuestra hipótesis la opinión del vecino que en 1591 alegando lo improcedente de llevarse el trigo de Orihuela asegura que las bocas a alimentar son <<deu mil y set çentes persones>>. Opinión de jurado, conocedor por lo tanto de su ciudad, y exagerado en tal caso, pues así convenía hacerlo para impedir la saca de trigo.
La expansión demográfica no se justifica en el incremento de la natalidad ni en el descenso de la mortalidad, aunque sí es cierto que la morbilidad catastrófica se redujo durante el siglo XVI. El ascenso poblacional se debió, sobre todo, a la llegada de inmigrantes. La ciudad se había convertido en polo de atracción, impulsado tanto por el carisma que emanaba el ser cabeza de gobernación <<desà Sexona>>, cabeza de obispado y poseedora de un Colegio de Predicadores, con aspiraciones a Universidad. Sin embargo, la razón principal sería especialmente el proceso colonizador de nuevas tierras (es época de donaciones de cañadas e incremento del regadío, cuya extensión máxima parece lograrse hacia 1610 o años precedentes). Tampoco debe desdeñarse la política de atracción de inmigrantes llevada a cabo por el propio Consell, gracias a los incentivos y facilidades que ofrecía a los recién llegados.
Entre los beneficios que podía recibir un vecino foráneo que desease asentarse en Orihuela destacaban la donación de solares para construir la casa, la exención tributaria por un período de diez años, o ambas cosas. Política que comenzó siendo genérica, abierta a todos, y terminó siendo selectiva: en las últimas décadas del XVI sólo se favorecía el avecindamiento de profesionales, ayudándolos a la apertura de sus casas-talleres.
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