No todo fue positivo, hubo también aspectos negativos que restaron población, en los que Orihuela conoció un auténtico desastre demográfico. Se produjo, por lo tanto, una escasa entidad, pues de lo contrario otro hubiera sido el resultado. Todos de carácter coyuntural, he aquí por qué fueron superados, y algunos –acontecimientos puntuales- anecdóticos.
Destacan entre los primeros la crisis de la penúltima y última décadas del XVI, siendo este periodo cuando la peste afectó especialmente a Castilla, menos al Reino de Valencia: <<moren de peste en algunes parts>>, escribe uno de los notarios de 1580-. Entre los segundos, algunas inundaciones, algún terremoto, algunos episodios de hambre por culpa de malas cosechas (años 1545-1546, sobre todo), etc. A partir de 1609-1610, empero, se inicia una de las épocas más desastrosas de la etapa foral: el siglo de la crisis, el XVII.
Comienza con la expulsión morisca, cuyos efectos en la ciudad se hacen notar más que por la propia expulsión (104, según Archivo de Simancas; entre 12 y 40 vecinos, según noticias locales) por el éxodo urbano que siguió: abandonada la huerta de las localidad próximas, trabajadas por moriscos, los señores, dueños de las tierras, atraen a labradores de Orihuela hacia sus localidades ofreciéndoles condiciones ventajosas. Véase cómo lo explican en 1612 las autoridades municipales: <<la poca gent que havia de p[rese]nt –es porque se han ido- a poblar los llochs dels dits moriscos>>.
Tras la expulsión se inicia una época de decadencia pausada pero firme, cuya explicación está todavía por dar, pero que sin duda ya no es debida tanto a factores coyunturales como estructurales. No obstante, no faltaron aquellos, pues a mediados de siglo llegará la peor peste de la que se tenga noticia en Orihuela (peste de 1648 hasta 1650), y, para remate, cuando se estaba superando el desastre, otra nueva aparece a finales de los setenta. Pero esto ya queda lejos de la época de gloria, de aquellos años en los que los vecinos de Orihuela bien podían decir que su ciudad se aproximaba a las 11.000 personas.
Los habitantes, o las casas si se quiere hacer uso de cantidades más fiables, confirman la opinión de aquel jurado. Valencia capital contaba, por la misma época, con unos 10.000 vecinos, Alicante con 1.200, Elche con 1.000 y Oriola con 2.100. Desde luego es la más significativa. En los alrededores, sólo Murcia la supera, con 3.370; pero no Lorca, que cuenta 2.232 vecinos. Es éste, pues, un primer dato a tener en cuenta: Orihuela es, pues, una ciudad de carácter medio, no comparable con Madrid -7.500-, Sevilla -18.000-, Toledo -10.739 y 1.942 eclesiásticos-…, pero relativamente poblada para los parámetros de la época.
Deja un comentario